¿Sabíais que la mismísima Afrodita también cayó involuntariamente en las redes del amor?
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Acostumbraba Afrodita a ser la culpable de los enamoramientos entre dioses y mortales, mas en una ocasión le tocó a ella ser la inocente víctima de un embrujo divino.
Pues Zeus, padre de todos, y quizá el mayor afectado de los habituales tejemanejes de Afrodita, infundió en ella el ánimo de unirse a un varón mortal.
Se trataba de Anquises, un apuesto pastor troyano que habitaba en las cercanías del monte Ida. Nada más verlo, Afrodita se enamoró perdidamente de él.
Y el ardiente deseo hizo que la diosa se presentase ante aquel mortal disfrazada de virginal doncella, pues no quería espantar al pastor con su divina apariencia. Pero tan bella era, a pesar del artificio, que obnubiló al joven Anquises.
«Salve, Señora. Sea bienvenida a estas moradas. Tal belleza no lleva a engaño, sin duda me encuentro delante de una de las diosas del Olimpo. ¿Ártemis la cazadora? ¿la áurea Afrodita? ¿quizá Atenea de ojos glaucos?...
… O tal vez se trate de una gracia o ninfa. En todo caso construiré un altar y celebraré en su honor hermosos sacrificios.»
A pesar de ser descubierta, la diosa del amor negó la mayor, identificándose como una simple princesa, hija del frigio Otreo.
«Secuestrada por Hermes vine a parar a Troya. El dios me aseguró que de un tal Anquises me convertiría en esposa legítima y pariría espléndidos hijos.»
A continuación Afrodita inundó de planes de boda la cabeza del pastor. Instó a Anquises a presentarle con la mayor celeridad a padres y hermanos, a mandar un mensajero a Frigia pidiendo la mano a sus padres, a preparar tal banquete nupcial que diera que hablar a dioses y mortales
Anquises, totalmente convencido de la (falsa) identidad de aquella muchacha, no puso más reparos en unirse a ella y, tomándola de la mano, la llevó a su cabaña donde por fin yacieron juntos.
Las horas pasaron, y mientras un agotado Anquises disfrutaba del profundo y reparador sueño, Afrodita recuperó el juicio. Y, con ello, su forma y tamaño original.
«¡Despierta, pastor!», le ordenó la diosa, quien ahora alcanzaba con la cabeza el techo de la cabaña: «y dime si en algo me parezco a aquella con la que recién compartiste lecho».
A pesar de que la belleza divina resplandecía en sus mejillas, Anquises reconoció de inmediato a su amante y, asustado, volteó los ojos hacia otro lado.
Sin querer mirarla de nuevo, por respeto, Anquises reprochó a la diosa haber sido víctima de un engaño y suplicó su perdón; pues es bien sabido que aquel hombre que yace con diosas inmortales no suele disfrutar de una larga vida.
Pero Afrodita aseguró a Anquises que nada había de temer, ni de ella ni de los demás dioses, mientras mantuviese en secreto dicho encuentro. Pues a resultas de este quedó la diosa embarazada, y daría pronto a luz a un héroe al que llamaría Eneas y que reinaría entre los troyanos.
Mas cuenta la leyenda que, tiempo más tarde, Anquises reveló a alguien de confianza su antiguo idilio con Afrodita. De inmediato, un rayo lanzado por Zeus le alcanzó y lo dejó ciego para siempre.
Tras la muerte de Aquiles, Tetis quiso conceder el honor de poseer sus armas a aquel que había protegido su cuerpo durante la batalla y lo había llevado de vuelta al campamento aqueo. El problema era que dos héroes que decían los responsables de ello: Áyax y Odiseo.
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El propio Hefesto había forjado las armas y la armadura de Aquiles a petición de su madre, Tetis, que había criado al dios después de que Hera lo lanzara desde el Olimpo de bebé.
Como tanto Odiseo como Áyax decían ser quienes habían protegido y rescatado el cuerpo de su compañero, Áyax pidió a dos de los más respetables aqueos, Idomeneo y Agamenón, que mediaran en el asunto. Sin embargo, Néstor les aconsejó que no se metieran o saldrían escaldados.
Hoy os vamos a hablar de la #FluzoMuerte en la mitología griega, y para ello abarcaremos tres grandes temas: personajes relacionados con el Inframundo, cómo es el lugar al que van los difuntos y aquellos que han conseguido entrar y/o salir de su reino.
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Empezamos, cómo no, con el soberano de los muertos: Hades. Cuando los tres hijos varones de Crono se repartieron los reinos a suertes, a Zeus le tocó el cielo, a Poseidón el mar y a él, el Inframundo.
Así se convirtió en el señor de los muertos, y gobernaba su reino con mano muy dura. Además, parece que no tenía un carácter demasiado agradable y por ello era aborrecido por los dioses y temido por los humanos. Apenas aparece en las representaciones de la antigüedad.
Como hemos visto que el mito de Perseo y Andrómeda genera algo de confusión, sobre todo por "contaminación hollywoodiense", vamos a hacer un pequeño hilo aclarando algunos aspectos.
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Vamos a empezar por Pegaso, que las pelis han hecho calar en el público que era la montura de Perseo y NO. Había una relación entre ellos, es cierto, y es que Pegaso nació de la sangre de Medusa tras cortar Perseo su cabeza, pero no lo domó y fueron compañeros de aventuras.
De hecho, Pegaso sí está ligado con un héroe de la mitología griega, pero no es tan conocido porque de él no han hecho películas (que sepamos). Fue Belerofonte quien lo domó y con su ayuda mató a la Quimera. porlagreciadezeus.es/belerofonte-qu…
Hace poco os contamos cómo Odiseo intentó escaquearse de ir a la Guerra de Troya. ¡Pero no fue el único! En el #EpisodioMitológico de hoy os contamos qué pasó con Aquiles.
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Os ponemos en situación. Odiseo había fingido estar loco, intentando arar la arena de la playa… hasta que el bueno de Palamedes descubrió su engaño.
Una vez reclutado Odiseo, la expedición aquea se dirigió en busca de otro de sus grandes héroes, el poderoso Aquiles, al que —al contrario que al rey itacense— no le ataba juramento alguno.