Anna Heringer hace arquitectura contemporánea con quizá el material más sostenible que hay: el barro.
Sí, el barro. Porque está en todas partes y no deja residuos.
Pero también sabe que lo más importante que nos puede dar la arquitectura es dignidad.
Acompañadme a verlo. 🧵⬇️
En 1996, Anna Heringer viajó a Bangladesh, a la región norteña de Rudrapur. Se fue un año entero a trabajar con la ONG Dipsikha.
No lo hizo como turista. No lo hizo revoloteando a ver qué había allí.
Fue a trabajar.
Heringer es alemana y creció en una Europa que empezaba a dejar de mirarse en ombligo. Una Europa donde las ONGs ya no se veían como rarezas sino que, de algún modo, nos enseñaban a los occidentales que la realidad no siempre era tan apacible como nosotros las vivíamos.
También fue una niña girl-scout, que es un término que a mí me gusta mucho porque "scout" significa literalmente "explorador".
Y quizá esos ojos exploradores modelaron su visión del mundo.
Por eso, cuando viajó a Bangladesh con 19 años, justo antes de comenzar la carrera de arquitectura. Esa experiencia REAL cambió su manera de entenderlo todo. También la arquitectura.
No se veía trabajando en arquitectura convencional. No se veía construyendo el mundo de siempre.
Por eso, en el primer proyecto que construyó, que fue su proyecto Fin de Carrera, volvió al lugar del que, en realidad, más había aprendido. Volvió a Bangladesh.
Y allí encontró el material que definiría toda su arquitectura. El barro. La tierra.
Construyó la escuela METI.
En sus propias palabras, el barro es el campeón de la sostenibilidad. Está en todas partes porque se saca de la propia tierra, así que no se gasta energía en transportarlo. Lo puedes reciclar tantas veces como quieras y cuando no lo necesitas lo puedes devolver a la tierra.
La escuela METI es un edificio pequeño, de unos 275 m2 en planta dividido en dos niveles, con aulas y una serie de estancias flexibles llamadas “cuevas” en nivel inferior y un gran espacio libre y luminoso en el superior.
Las cuevas molan muchísimo, como veis.
Pero es que el edificio está construido con barro y con bambú. Los cerramientos y tabiques se han hecho con barro; y la cubierta y las celosías superiores, que tamizan la luz y permiten una ventilación cruzada, son de barras de bambú atadas según sistemas tradicionales de nudos.
La escuela METI está en Rudrapur y todo el edificio está construido con materiales y técnicas locales.
Y con la ayuda y el trabajo de TODA la comunidad.
Atentos al precioso encuentro de las barras de bambú.
La METI no la construyó una empresa constructora comvencional, la construyó TODOS LOS QUE VIVÍAN ALLÍ.
Ese trabajo comunitario se hacía por personas que conocen las técnicas tradicionales. Pero también suponía la implicación en hacer algo que iba a ser PARA ELLOS.
Ese trabajo y ese edificio les aportaba lo más importante, realmente lo más importante que puede dar la arquitectura: dignidad.
El barro es un material con condiciones termoacústicas excepcionales. De barro es el adobe y el tapial con el que se ha construido media España rural, ojo.
Además, se mezcla allí mismo y no hay más que agregarle paja para mejorar su resistencia a las retracciones.
Después llegarían más obras, también en Rudrapur.
El objetivo era nuevamente mejorar las condiciones de vida de la población local, no solo con la obra terminada; también con el proceso y con el reparto del presupuesto, del dinero que cuesta construir ese edificio.
Porque como todos habían trabajado, el presupuesto se repartía entre todos.
Así de sencillo. Así de genuino.
En 2017, con tierra y con bambú y con paja y con caña, con la implicación de toda la comunidad y con el firme objetivo de mejorar la vida de las personas, Anna Heringer proyecto la que sería su obra capital en Rudrapur, el edificio Anandaloy.
Anandaloy es TAN radical no solo por sus materiales y técnicas o su implicación real de todos los que van a usarlo.
Es que, por un lado, es la sede de la cooperativa Dipdii Textiles, que se dedica al desarrollo de telas y ropa elaborada artesanalmente por mujeres de la región.
En Bangladesh se fabrica, a veces en condiciones infrahumanas, gran parte de la ropa que se consume (*consume*) en Occidente.
Dipdii le da la vuelta a esta realidad. El dinero es para las mujeres de Rudrapur porque el trabajo es el de las mujeres de Rudrapur.
De esas telas está hecha la ropa que viste Heringer.
Y en esas telas se han bordado muchos de los dibujos, las plantas y las secciones y los alzados, de sus proyectos.
Son FORMIDABLES. En serio, mirad esto.
Hay cosas increíbles como este bellísimo plano de Venecia. Todo bordado. Todo hecho a mano.
Es puro arte contemporáneo.
Pero Anandaloy es TAN radical porque también un centro para personas con discapacidad.
En Bangladesh, la discapacidad se considera a menudo como el resultado del mal karma adquirido en vidas anteriores. La discapacidad se oculta.
Dice Heringer que "La miseria no es la ausencia de dinero. La miseria es la ausencia de dignidad".
Y Ananadaloy es una estrategia de la dignidad cristalizada en un objeto construido. Por todo lo que hemos dicho antes, sí...
...pero también porque esa cristalización no es un recurso literario. Anandaloy es EL ÚNICO edificio de la región que cuenta con una rampa accesible para sillas de ruedas.
El único.
Pero esa rampa no se impone como artefacto externo, sino que nace de la propia lógica de la construcción, y serpentea por el espacio aprovechando, precisamente, la maleabilidad intrínseca del barro para construir formas curvas.
Esa curva exterior que fluye como un río.
En estos 18 años de carrera profesional, Anna Heringer ha construido por todo el globo: con barro, bambú, caña, paja, técnicas locales y la ayuda y la implicación de todas las comunidades que habitan sus edificios.
Como los etéreos albergues de la Bienal de Bambú en Baoxi, en China.
(Atentos a la maqueta, que es una pasada, y TAMBIÉN está hecha con barro y fibras de bambú).
O como la escuela infantil en Chaseyama, en Zimbabue.
La aproximación conceptual y política es siempre la misma, pero las formas son lógicamente distintas porque las técnicas son distintas.
Los arquitectos muchas veces decimos que un edificio debe "nacer" del lugar en el que se proyecta.
En el caso de Heringer, esto es radicalmente cierto. Es el barro del lugar con las maderas del lugar y las cañas del lugar y las técnicas del lugar.
Y también en Europa, ojo. Porque Heringer no fue a Bangladesh ni ha viajado por el mundo a enseñar cómo se hacen las cosas.
Ha ido a aprender.
Y en Europa también hay tierra y hay barro.
En el viejo continente ha construido una vivienda en su Rosenheim natal y varios proyectos experimentales.
Quizá el más intenso emocionalmente es el del altar de la Catedral de San Pedro, en la ciudad alemana de Worms.
Para celebrar los mil años de construcción de la catedral, la diócesis convocó un concurso para diseñar un nuevo altar.
Una catedral de MIL AÑOS. Allí han rezado emperadores, se han cantado las canciones de los nibelungos y ha vivido la reforma luterana y al propio Martin Lutero
La propuesta de Anna, desarrollada junto a Martin Rauch, una vez más apeló a su forma de entender la arquitectura y el mundo.
Rodeados de formas voluptuosas y bellísimas, de oro y riquezas, el altar es un bloque de tierra.
Un sencillo bloque de tierra sacada de los alrededores.
Pero sobre todo, el altar de la Catedral de Worms es un regalo.
Y cuando un lugar ya lo tiene todos los objetos, el regalo no puede ser otro objeto.
El regalo del altar de la Catedral de Worms es un proceso de creación en el que participaron todos.
Hombres y mujeres y niñas y niños que se mancharon las manos y prensaron la tierra. Hombres y mujeres y niñas y niños que son los descendientes de mil años de historia.
Porque, al final, lo más importante que podemos hacer en nuestra vida, arquitectos, médicas, azafatos o barrenderas, es intentar que la gente que nos rodea y, por tanto, nosotros mismos, seamos un poco más felices.
Solo hay que encontrar la herramienta para hacerlo.
Si queréis conocer más de Anna Heringer, tenéis que ir a la exposición que el @museoico tiene abierta hasta el 16 de enero. Se llama "Anna Heringer: la belleza esencial" y es una chulada: fundacionico.es/exposiciones/a…
Y también han editado un catálogo precioso del cual he sacado varias imágenes para la historia de hoy.
Y si queréis escuchar esta historia ampliada, con entrevista a Anna Heringer incluida, le hemos dedicado el episodio 5 del podcast "Cómo suena un edificio".
⚡Escuchadlo, suscribíos y ponedle buena nota, que os va a molar⚡
Ale, ya sabéis, si os ha gustado esta historieta extra, acordaos de darle RETUIT al hilo, y así os contaré más historietas extra los domingos (o al menos, algunos domingos 😬).
El 5 de diciembre de 1952, una niebla densa y oscura se levantó sobre Londres. Demasiado oscura. Demasiado densa.
Cuando se fue 5 días después, había matado a 4.000 personas PERO SALVARÍA DECENAS DE MILES DE VIDAS.
En #LaBrasaTorrijos, el Gran Smog que cambió Inglaterra.
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Cuando el señor Wilson Patrick Daley quiso coger el bus desde su casa en Waterloo para ir a su trabajo en la City, se encontró con la parada llena de londinenses indignados: la BBC acababa de anunciar que los autobuses dejaban de circular hoy por culpa de la niebla.
Es cierto que había una niebla espesa pero nada que asustase a la gente de Londres. Otro día de "sopa de guisantes".
Seguramente se la llevaría la lluvia por la tarde.
Cuando el embajador egipcio fue a la Mezquita de Washington, supo que algo iba mal:
—Es impura. Apunta al noreste y La Meca está al sureste.
—Sí— dijo el arquitecto —Se orienta al noreste pero apunta DIRECTAMENTE a La Meca.
¿Cómo es posible?
Os cuento en #LaBrasaTorrijos
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En el centro de la mezquita saudí de Masyid al-Haram, en el centro de La Meca, se levanta la Kaaba. Un prisma negro que es mucho más que eso.
Es la Casa de Alá.
El lugar donde lo divino toca lo terrenal.
El centro del Islam.
Y sí, he usado tres veces la palabra "centro" porque ese prisma negro es literalmente el punto central al que se debe orientar el rezo de TODOS LOS MUSULMANES DEL MUNDO.
A esa dirección se la llama Qibla y se aprecia perfectamente en ordenación centrípeta de la propia Meca.
En 2018, un operario miró a lo alto del rascacielos en el que estaba trabajando en Nueva York. Algo iba MUY mal: el edificio se estaba inclinando.
A día de hoy, la torre está abandonada y nadie sabe bien qué va a pasar con ella.
Os cuento su historia en #LaBrasaTorrijos
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Desde hace cien años, Nueva York es la ciudad de los rascacielos. Aunque naciesen en Chicago, aunque los más altos estén en Dubai o los más densos se levanten en Shanghái, Manhattan sigue siendo el centro de la religión de los edificios en altura.
Desde los grandes dioses urbanos, como el Chrysler o el Empire State, pasando las torres con la historia más increíble, como el Citicorp Center (guiño), hasta llegar a los finísimos ultrarrascacielos que han vuelto a florecer como agujas hacia Dios.
Bajo el hielo ártico se esconde el espacio más importante de la Tierra. Un almacén indestructible con semillas de (casi) todas las especies comestibles, para que la civilización pueda renacer si llega el Apocalipsis.
En #LaBrasaTorrijos, la Bóveda del Fin del Mundo.
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El 23 de octubre de 2020, la marca de galletas Oreo lanzó una muy peculiar campaña en la que anunciaba la existencia de un búnker en el Ártico donde había guardado la receta original, además de leche en polvo y varias galletas envasadas en mylar.
La campaña se llamaba "Oreo. For All Humankind" y apelaba a una cierta conciencia del apocalipsis de los consumidores a los que iba dirigido. De alguna manera, el búnker estaba preparado para resistir radiaciones, terremotos o el impacto de asteroides.