Esta semana (por fin) ha estallado la primavera en Berlín y la ciudad se ha teñido con el rosa de los cerezos en flor.
¿Cerezos?¿En Berlín?
Sí, la ciudad está llena.
Y todo gracias a un corresponsal jubilado, a una televisión japonesa y (como no) a la caída del muro.
¿Paseo?
Dicen los japoneses que el olor de las Sakuras, la flor del cerezo, es como una niebla que te envuelve y te hace confundir el sueño de la realidad.
Quizás es lo que sintió Tetsuo Terasaki al despertarse el 10 de noviembre de 1989.
Qué gesto tan simple, abrir una puerta y... cuánto había costado.
Tetsuo había sido corresponsal en Berlín durante muchos años, había visto esas puertas cerradas tantas veces...
Que ahora, en la quietud de su casa, no pudo más que llorar ante las imágenes de la televisión japonesa.
Las mismas lágrimas a 9000 km de distancia.
La misma sonrisa bobalicona a 9000 km de distancia.
La misma felicidad a 9000 km de distancia.
Pero entonces, mientras veía en su televisión a los berlineses pasar de un lado al otro, le asaltó una duda:
¿Qué pasaría ahora en ese lugar?
Ese lugar que aún olía a muerte.
Ese lugar lleno de dolor..
Ese lugar con un nombre terrible: la franja de la muerte.
Un espacio para olvido... o para el recuerdo.
Tetsuo comenzó a darle vueltas a su cabeza.
¿Qué se podría hacer con aquello?
¿Cómo resolver aquel problema?
(Me adelanto un poco en la historia.
La ciudad de Berlín sabía que era una herida que tardaría en sanar en la ciudad, así que decidió dejar una cicatriz para que todo el mundo lo recordara.
Así, en toda la ciudad, allá por donde pasaba el muro, hay una hilera de baldosas.
Pero eso Tetsuo aún no lo sabía.
Así que siguió dándole vueltas.)
Entonces, mientras intentaba escuchar sus propios pensamientos, escuchó en la televisión una frase a sus antiguos compañeros:
"Es una nueva época para Berlín"
"Una nueva época"
Algo se encendió dentro de la cabeza de Tetsuo: Es un renacimiento.
Cogió el teléfono y llamó a su antiguo jefe en el canal de Televisión Asahi.
Con voz calmada le dijo:
- Necesitamos mandar cerezos a Berlín.
- ¿Cuántos?
- ¿Cuántos cerezos hacen falta para tapar una herida?
- Muchos.
Aquel día, comenzó la llamada Campaña Sakura.
Durante los primeros meses de 1990, la televisión japonesa Asahi, produjo varios programas benéficos en los que se pedían donaciones para Berlín.
Donaciones para comprar Cerezos.
La campaña fue todo un éxito.
Se consiguieron recaudar 140.000.000 yenes.
Suficiente dinero para comprar casi 10 mil árboles.
Pero, la ciudad ya había decidido que la franja de la muerte sería recordada de otra manera.
Y...
Entonces...
¿Qué hizo Berlín con los 10 mil cerezos?
Inundar la ciudad.
(La imagen de arriba la he sacado de este mapa tan guay que te informa dónde puedes visitar los cerezos en flor en algunas ciudades)
En el corazón de Berlin hay un edificio que no pasa desapercibido. Resume, entre sus cuatro paredes, la historia de la ciudad en los últimos 100 años:
Guerra.
Hambre.
Techno.
Y diseño.
Hoy en #berlinespobreperosexi: DER BUNKER.
La arquitectura en Berlín es casi una religión. En la ciudad puedes encontrar obras de Mies, Le Corbusier, Chipperfield... pero ninguno me ha impresionado tanto como la primera vez que pasé por delante de "El Búnker".
En Berlín no es tan extraño encontrarse aún búnkeres de la IIGM. Cuando vivía allí, por ejemplo, al final de mi calle había uno.
Lo más divertido de ese búnker es que es indestructible, hubo intentos de dinamitarlo y nada... Así que hay viviendas sobre él.
En Estados Unidos hay cientos de personas viviendo en un centro comercial.
Viven en pisos, encima de las tiendas
Y la culpa de todo la tiene Tiburón, la película.
Os cuento esta historia de urbanismo, cultura y aires acondicionados en este hilo.
Hace unos días leí un artículo (interesantísimo) de Jorge Dioni López (el Jorge bueno) sobre el urbanismo y la importancia de los espacios donde compartimos cultura.
Y acababa haciéndose una pregunta metafórica
¿Se puede vivir en un centro comercial?
Como soy muy tonto, me lo tomé al pie de la letra y busqué si alguien ya vivía en uno. Me imaginaba una historia como La Terminal, en la que un individuo tiene que vivir por razones absurdas en un espacio así.
Pero no.
La gente vive allí porque los centros comerciales quieren.