Hoy voy a hablaros de un disco que suena a despedida. A homenaje. Pero la persona a la que estaba dedicado no había fallecido: solo había dejado de ser quien era.
Hoy vamos a hablar de amistad, de pérdida y de abismos.
Hoy, en @HistorietaLa , Pink Floyd y Wish you were here.
Es el 5 de junio de 1975 y Pink Floyd está mezclando su noveno disco. David Gilmour acaba de casarse esa misma mañana, pero no importa. Ahí está con los demás en el estudio y es que el disco está siendo de los más complejos de la banda. #PinkFloyd#Wishyouwerehere
Entre otras cosas por un doble choque: de conceptos y de egos, y ambos entre Roger Waters, bajista y líder de la banda, y David Gilmour, guitarrista... y futuro líder de la banda. David quiere un disco; Waters, una obra. Esta tensión será una constante hasta El Muro. #PinkFloyd
El disco ya ha experimentado un par de cambios: desde abandonar una loquísima idea inicial donde no pensaban utilizar instrumentos sino objetos cotidianos, a desechar canciones que acabarán siendo parte del futuro Animals. El de la portada del cerdo volante. #PinkFloyd#Animals
Pero además hubo que superar la sombra del anterior disco, el descomunal "The dark side of the moon", una de las joyas de la corona del grupo, del rock psicodélico y, bueno, de la música en general. Una obra maestra que tuvo a los mandos de la nave a otro genio: Alan Parsons.
Pero Parsons ya no está con ellos, sino que está creando su propia maravilla, el "Tales of mistery and imagination", inspirado en los cuentos de Edgar Allan Poe. Para este disco, Pink Floyd contó con el ingeniero Brian Humphries. #PinkFloyd#AlanParsons
Y entre tanta indefinición, Waters solo tiene clara alguna cosa: quiere un disco conceptual que hable del cansancio que le provoca la industria musical y toda su hipocresía, del agotamiento como banda que arrastran... Pero también necesita hablar de Syd Barrett. #SydBarrett
Syd fue el primer líder y cantante del grupo, al que todos echan de menos. Quizás porque era tan brillante que no dejaba espacio a que Waters y Gilmour se pelearan. Un genio con una mente resplandeciente y quizás por ello mismo algo ajeno a este mundo. #SydBarrett
Había sido el artífice del primer sonido de Pink Floyd en los primeros años, dónde exploraban el mundo psicodélico y que cuajaron en su espectacular primer disco: "The piper at the gates of dawn", inspirado en el famoso cuento "El viento en los sauces". #PinkFloyd#SydBarrett
Un disco que les supuso un gran éxito y les colocó en la escena, pero que también aceleraría la desconexión definitiva de la realidad de Syd Barrett, marcada por el consumo de LSD y la esquizofrenia. Es más, Gilmour entró en principio como apoyo y después sustituto.
Barrett dejaría el grupo antes del 2º trabajo, "A Saucerful of Secrets", y aunque sacaría un par de (extrañísimos) discos en solitario, desde 1969 estaría recluido y ya no tendría contacto con la banda, que seguiría experimentando cada vez más con trabajos como "Ummagumma".
Y la voz, las letras, y el liderazgo implícito quedarían en manos de Waters, mientras que la parte musical sería llevada más por Gilmour y Wright, llevando al grupo de la primera psicodelia a la experimentación que hemos dicho y finalmente al rock progresivo. Fin del repaso. 😅
Volvamos al 75. Waters quería un nuevo disco conceptual, en la estela del "Dark side...", y piensa en una extensa canción. Una suite que deciden partir en dos para, en medio introducir otras canciones, casi como si se tratara de una ópera.
Un concepto con lo que el resto de la banda, sobre todo Gilmour, no están muy de acuerdo, a pesar de que este aportó la excepcional intro del tema, que estaría dividido en 8 partes, cinco al inicio del disco y tres al final. Shine on you crazy diamond.
Una canción que hablaría de Barrett con frases tan gráficas como "Recuerda cuando eramos jovenes, brillábamos como el sol" o "Nadie sabe dónde estás ahora, cuán cerca o lejos" (traducciones mías con mi propio disco en la mano, PERDÓN DE ANTEMANO 😅).
Y que incorpora elementos míticos como la intro citada o el saxofón del final del primer movimiento, tocado por Dick Parry, antes de pasar Wellcome to the machine, que toca el otro tema del disco: la industria musical y sus demonios, cosa que también hace Have a Cigar,...
...que abre la cara B, donde antes de las partes finales de Shine On, encontramos el tema que le da título al disco, unas de las canciones de amistad y nostalgia más hermosas que se le ha escrito a un amigo. Wish you were here.
Ojalá estuvieras aquí.
Y eso pasó.
Ese día, como os he dicho, el grupo estaba, en los estudios Abbey Road, mezclando "Shine on your crazy diamond", buscando el sonido perfecto para el tema, y no es poca cosa: una primera copia se estropeó y hubo que regrabar bastante.
Y de repente del otro lado de la pecera, un tipo calvo, obeso, con las cejas afeitadas, entra a observar y escuchar lo que hacía el grupo.
Waters no sabe quién es. Mason cree que es un amigo de Gilmour.
Pero es él. Es Syd Barrett.
Cuando se lo dicen al grupo quedan impactados. Resulta imposible reconocer en aquel tipo a tu amigo, a tu compañero, al antiguo líder de la banda. Según se cuenta, hubo lágrimas. El shock fue una casualidad, pero también la rúbrica al sentido de todo el álbum.
Barrett les contaría que comía muchas chuletas y por eso estaba así. Estuvo un rato en la celebración de la boda, en la misma cafetería de EMI. Según Mason cuenta en el documental "Inside Out", su conversación era algo incoherente. Y en un momento dado se fue sin despedirse.
"Cómo, cómo desearía que estuvieras aquí. Somos solo dos almas perdidas nadando en una pecera, año tras año. Corriendo por los mismos viejos campos, ¿qué hemos encontrado? Los mismos miedos.
Ojalá estuvieras aquí."
No se puede añadir mucho a unas palabras así.
El disco llevaría portada del artista Storm Thorgerson, habitual de Pink Floyd, AC/DC, Led Zeppelin, y muchos más. Y refleja a un hombre que da la mano a otro que arde en llamas, con el trasfondo de los estudios Warner de Los Ángeles. #PinkFloyd#wishyouwerehere
Y en la contraportada, el otro tema del disco. El empresario despiadado. El hombre-máquina.
De un lado, Ícaro en llamas, del otro, el sistema.
Y una pegatina donde dos manos robóticas se juntan.
El arte del álbum es, en sí, otra obra de arte.
El disco tuvo una recepción irregular. Por un lado, la crítica no lo valoró mucho. Quizás tras haber alabado en demasía el anterior, ahora tocaba despellejar. Pero fue un éxito de ventas, tanto que las copias iniciales previstas se agotaron rápidamente.
Su mezcla de sonidos acústicos y orgánicos de la batería y las guitarras, con sintetizadores y sonidos de radios (la que se escucha al principio de Wish, como sintonizando, era la del coche de Gilmour) lo hacen uno de los discos más completos del grupo, desde mi punto de vista.
Un álbum que nos habla de demonios interiores y exteriores: de los que pueden acabar con una persona llena de talento y de los que pueden agotar a unos artistas que se ven atrapados por una maquinaria impacable. Dame más. Dame otro éxito. Vende. Vende.
Y también, en el subtexto, nos habla de lo que fueron un grupo de amigos y ahora eran, cada vez más, extraños, con un Mason apático, un Wright que acabaría siendo músico a sueldo de sus amigos y el binomio Waters/Gilmour cada vez más roto.
Un sueño que se estaba rompiendo.
Y que todavía, como el eco resplandeciente de un cometa al destruirse, tendría que regalarnos otra maravilla para la historia de la música, barroca, ampulosa, exagerada, pero genial e hiriente. Y que provocaría el final definitivo de aquellos Pink Floyd.
El muro. "The Wall".
Pero la historia de ese disco y de la gira que rompería definitivamente con la relación entre Waters y Gilmour, al menos durante muchos años, es otra historia. Y como decía Michael Ende, "y debe ser contada en otra ocasión" 😉.
Las fotografías de este hilo de #Lahistorietamusical han salido de Getty, de Wikipedia Commons, de Discogs, del archivo de Mick Rock, y algunas las he hecho yo mismo a mi disco de Wish you were here, edición original de Emi-Odeon y que guardo como oro en paño.
Y como ha habido alguna polémica últimamente, deciros que claro que hay magníficos artículos en Internet que os cuentan esta historia. No he venido yo a descubrir nada nuevo. Aquí tenéis un blog super completo que me ha gustado mucho y os recomiendo.
Pero esta historia la conocía yo de antes de existir internet. Por supuesto que cuando escribes algo así refrescas datos aquí y allí. O te vuelves a ver magníficos documentales cómo este de la BBC.
Pero las historias que suelo contar ya las conozco de antes. Puedo haberlas oído en la radio, o en una película o un documental. O en muchas charlas nocturnas entre cervezas y ceniceros llenos con amigos. Esa suele ser mi principal fuente. La mejor. De la red, saco datos.
Y el tono, siempre es mío. Y espero que os guste como cuento las cosas, y no sólo lo que cuento. Y si es así, sólo tenéis que darle al corazón y retuiterme. Y yo seguiré haciendo esto cada jueves (aunque esta semana haya sido en viernes).
¡Hasta la semana que viene con una nueva historieta musical! Y no dejéis de escuchar música. Toda.
Y se me olvidaba! Si queréis saber algo más de la patada metafórica que Waters le daba a la industria y sus tiburones, el amigo @HolleyFuller4 compartió este artículo sobre "Have cigar" en otro día, cuando andaba yo ya preparando el hilo. 😉
En 1973 un genio de la guitarra improvisó un tema casi de relleno.
No sabía que estaba destinada a ser su mayor éxito y el que le daría el reconocimiento internacional.
Algo que solo supo ver un loco visionario.
Hoy, en #LaHistorietaMusical, Entre dos aguas de Paco de Lucía.
Tengo que explicar primero que hay personajes a los que me cuesta hacerles un hilo.
Su grandeza, su trayectoria o su influencia hacen difícil resumir toda una carrera.
Por eso a veces me centro solo en un hito de su historia, como he hecho con Freddie o Bowie a veces.
Y pretender resumir la vida de uno de los grandes genios de la guitarra -considerado por muchos el mejor guitarrista de flamenco y por otros simplemente el mejor- en treinta tuits es un absurdo.
Así que me voy a centrar en un momento determinado de su vida.
Es muy jodido tener una carrera sólida y que esté a la sombra de una de las figuras más icónicas de tu generación.
Sobre todo si es alguien a quien amas.
Pero lo más jodido es que, cuando le pierdes, medio mundo te eche la culpa.
Hoy, en #LaHistorietaMusical, Courtney Love.
Hablar de Courtney Love es hablar de un icono de los 90.
Los escándalos personales, sus choques con los medios de comunicación, su trabajo con Hole, sus incursiones en el cine y hasta su estudiadamente desaliñado aspecto forman un personaje total.
Y luego está lo otro.
Porque seamos sinceros: para muchos, Courtney Love es alguien a quien se le concibe por su mas conocida relación personal.
Como si fuera el personaje secundario de una biografía ajena, surgida de la nada en 1991.
Pero lo cierto es que por aquel entonces ya llevaba mucho camino.
Saber que te vas es algo duro. Pero en esas circunstancias muchos artistas optaron por despedirse de sus fans de la única forma que sabían hacerlo.
Creando música.
Es como hizo David Bowie con Blackstar.
Porque lo sencillo para Bowie cuando supo que tenía cáncer y que le quedaba poco tiempo de vida era haber hecho lo que hacen muchos otros cuando se acerca su final.
Hacer un disco de duetos o un refrito que sonara a un grandes éxitos.
Pero claro, es que hablamos de Bowie.
Por eso, Blackstar no es un disco cómodo.
Surca los caminos del jazz más experimental, algo que no es de extrañar teniendo en cuenta que trabajó con los músicos de María Schneider, pero también es electrónico.