Paulo #Dybala se despidió entre lágrimas de Juventus y muchos debatieron si tendrá el temple para ganarse un lugar en #Qatar2022.
Como siempre, para entender a las personas, no hay algo mejor que conocer su historia.
La de “Curita” nos puede ayudar a pensar de qué está hecho.
Boleslaw Dybala, abuelo del 10, fue una de las tantas víctimas que la Segunda Guerra, y la post guerra, obligó a huir de Polonia. Originario de Krásniow llegó con lo puesto a la Argentina.
El objetivo no era otro que sobrevivir. Y comenzar, una vida nueva, en un país nuevo.
“Mi hermano se fue a Argentina sin conocer a nadie”, contaría su Henryka, la tía abuela de Paulo, en un documental reflejado por LaVanguardia.
El abuelo cruzaría sus caminos con una inmigrante napolitana.
Fruto de ese vínculo nació Afolfo, argentino, cordobés, papá de Paulo
Don Afolfo amaba el fútbol. Era, confeso, jugador frustrado. Y por tanto quería que alguno de sus tres hijos llegue a Primera. Él, un laburante del interior, daba hasta lo que no tenía por su familia.
Gustavo y Mariano no pudieron. Pero el pequeño Paulo parecía diferente.
La descoció jugando para Sportivo de Laguna Larga. Y le llegó la chance de dar el salto a Instituto.
Todos los días, durante años, Afolfo manejó 50 minutos para llevar a su hijo a jugar en la ciudad. Y de vuelta al pueblo, para cenar en familia y dormir.
Llegó el 2008. Paulo tenía 15 nada más. Y una puta enfermedad se llevó a su papá, así, de la nada.
Si perder a tu viejo es difícil siempre, imagínense a esa edad, y en ese contexto. Las prioridades habían cambiado. La vida había cambiado, para toda la familia.
La familia pidió el “pase” y Paulo se volvió a jugar a su ciudad.
Instituto aceptó y “La Joya” pasó a ser jugador del Club Atlético y Biblioteca Newell's Old Boys de Laguna Larga.
Había dolor. Pero mucho talento. La rompió toda y aquel humilde equipo ganó el Clausura ’08.
Paulo Dybala era un chico todavía. Pero en su cabeza estaba cumplir el sueño de Adolfo, su viejo, que a esa altura también era el suyo.
Decidió volver a Instituto, por la gloria. Ya no había nadie que pudiera llevarlo, por lo que la realidad sería diferente: vivir en la pensión.
“Me encerraba en el baño y lloraba a escondidas. Fue duro, pero aguanté porque quería cumplir el sueño de mi papá”, le diría el propio Paulo a Sportweek años después.
El 12 de agosto de 2011, con apenas 17 años, debutó en Primera de la mano Darío Franco.
Sí, sueño cumplido.
El futuro de Paulo Dybala es incierto. Si llegará o no a Qatar no lo sabemos.
Y aunque ningún dolor se compara con otro, hay algo que está claro: no se lo puede subestimar.
Él y su familia son la prueba de eso.
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