Lo llevo haciendo toda mi vida.
Veo que mis hijos lo hacen cuando apenas saben hablar.
Y lo único que hago aquí, en Twitter, es contar historias y más historias.
Y sigo sin saber para qué.
La ciencia dice que allá por el Pleistoceno desarrollamos la capacidad de contar historias con un solo objetivo:
Sobrevivir.
Aquella tribu que contaba mejores historias, tenía mayor capacidad de sobrevivir.
El ser humano asimila mejor la información mediante la narrativa que con datos e informaciones.
Si os digo que junto al río hay un terrible animal, con garras afiladas y unos dientes del tamaño de mi brazo, creo que os lo pensaréis dos veces antes de salir...
Y cuanto más y mejor sea mi narrativa, mejor podréis evitar los peligros.
Sin embargo, hace miles de años que salimos de las cavernas y aquí seguimos contando historias.
Pero ¿Para qué seguimos contando historias si ya no hay monstruos que nos acechan?
De esa pregunta nace la película "The Fall" de Tarsem Singh.
Un homenaje al cine, a los actores secundarios, pero sobre todo, un homenaje al arte de contar historias.
A esto que no encontramos nombre en español y llamamos Storytelling.
The Fall comienza con dos caídas.
La de Roy, un doble, un actor que protagoniza caídas, golpes y muertes en el Hollywood del cine mudo.
Y la de Alexandria, una niña inmigrante que mientras trabaja recogiendo naranjas, cae y se rompe un brazo.
Los dos se encuentran en un hospital.
Ambos lesionados.
Ambos sin nada que hacer.
Así que Alexandria, aburrida, se cuela cada día en la cama de Roy, lesionado de la espalda, para que él le cuente historias.
Pero Roy sí tiene claro para qué le cuenta historias a Alexandria.
Tiene un plan.
Tiene un objetivo.
Y Alexandria será sus piernas y sus manos para conseguirlo.
Y hasta aquí puedo leer.
Si queréis saber cuál es el plan de Roy, tendréis que ver la película.
Porque a mí lo que me interesa es hablar de cómo Roy crea sus historias.
Las historias de Roy comienzan como una escapatoria del Hospital para Alexandría.
Crea mundos de piratas con una pata de palo, indios que se tocan una ceja cuando están nerviosos y bandidos españoles.
Cosas como estas:
Pero según avanza la película nos vamos dando cuenta de que, en realidad, Roy no está contando una historia tan exótica.
En realidad está contando la vida de Alexandria.
Toma elementos de su vida cotidiana y los exagera, los adultera, hasta convertirlos en algo muy alejada de la realidad.
Así, por ejemplo, su padre se convierte en un bandido español en busca de venganza:
La enfermera Evelyn en una princesa prisionera por el malvado gobernador Odius,
Y así una larga listas de personajes y elementos.
Algo así como el Mago de Oz... pero por mil.
Pero entonces llega la parte más interesante de la película y la que más me gusta.
Al comenzar a contar la historia de Alexandría...
Roy, el contador de historia, sin darse cuenta, comienza a contar su propia historia.
Su propia vida.
Su propia caída.
Es entonces cuando la película da un giro interesante (voy a ahorrarme los spoilers, porque estoy seguro de que muchos no lo habéis visto aún) porque hace un homenaje precioso a los contadores de historias.
Porque, en realidad, cuando contamos una historia queremos creer que estamos haciéndolo para otra persona. Queremos creer que con cada palabra, con cada frase ingeniosa, conseguiremos su interés, su amor o sus halagos.
Pero no es así.
Como Roy comprende al final de la película.... una historia solo sirve para una cosa:
Para contarnos a nosotros mismos.
Detrás de cada palabra, de cada frase, de cada idea, estamos escondidos nosotros, los que contamos la historia.
Igual que un bandido se esconde detrás de su máscara.
Igual que yo ahora mismo.
Podríais pensar que estoy escribiendo un hilo sobre la película "The Fall", pero en realidad, os estoy hablando de mí.
De mi incapacidad para comunicarme cara a cara.
De mi patológica tendencia a esconderme tras mis personajes.
Pero lo mágico, lo absolutamente mágico de la película, es que Roy, el personaje caído, el hombre depresivo, una vez es capaz de contar su historia...
Se levanta.
Y Quizás la ciencia tenga razón.
Quizás Roy y yo contamos historias por la misma razón:
Para sobrevivir.
Porque a lo mejor ya no nos acechan monstruos ahí fuera, pero sí dentro de nosotros.
Y la única forma que tenemos de evitarlos quizás sea esta.
Contar una historia.
Muchas gracias por llegar hasta aquí.
Hoy me he cortado mucho de dar detalles sobre la película, porque es una peli que no se conoce mucho, pero, aunque irregular, merece mucho la pena verla.
Si la veis, podéis comentar por aquí qué os ha parecido.
Y por supuesto se agradecen likes, retuits en el primer tuit del hilo o cualquier historia que queráis contar.
Mil gracias por leer mis hilos.
Yo nunca podría ser un Roy si no os tuviera como Alexandria al otro lado de la pantalla.
Esta es mi historia, pero también la vuestra.
Esto ha sido todo por hoy, pero si os interesan las historias sobre cómo contar historias, tengo más hilos guardados aquí.
Acabo de descubrir que el libro más prohibido de la historia es...
¡Un cuento infantil sobre una familia de pingüinos!
Con Tango son tres
Un libro infantil que ha sido prohibido en bibliotecas y países por hablar de algo tan normal como la homosexualidad.
Hilo 👇👇👇
Una mañana de domingo, el dramaturgo y escritor Peter Parnell, leyó una noticia en el New York Times que le resultó curiosa:
Dos pingüinos machos del Zoo de Nueva York se apareaban en la época de celo.
Peter se lo comentó a su pareja, Justin Richardson, un psiquiatra especializado en desarrollo sexual infantil, y pensaron que esa era una forma muy sencilla de explicar la homosexualidad a los niños.
Quizás una de las personas que más envidio en el mundo de los libros es Sebastian Finsterwalder.
No es un escritor, ni un editor, ni siquiera un librero, es un... es detective de libros.
Es un rastreador de libros robados, pero no unos cualquiera. Libros robados por los nazis.
Mientras escribo estas palabras, estoy sentado frente a mi pequeña librería. Observo mis libros y una idea me revolotea en la cabeza:
La mayoría de estos libros me sobrevivirán.
Con frecuencia se piensa que los libros son objetos frágiles, hechos de papel y tinta... pero son resistentes. Mucho más de lo que creemos.
Por eso, la vida de un libro es larga y es difícil contar su historia.
En el corazón de Berlin hay un edificio que no pasa desapercibido. Resume, entre sus cuatro paredes, la historia de la ciudad en los últimos 100 años:
Guerra.
Hambre.
Techno.
Y diseño.
Hoy en #berlinespobreperosexi: DER BUNKER.
La arquitectura en Berlín es casi una religión. En la ciudad puedes encontrar obras de Mies, Le Corbusier, Chipperfield... pero ninguno me ha impresionado tanto como la primera vez que pasé por delante de "El Búnker".
En Berlín no es tan extraño encontrarse aún búnkeres de la IIGM. Cuando vivía allí, por ejemplo, al final de mi calle había uno.
Lo más divertido de ese búnker es que es indestructible, hubo intentos de dinamitarlo y nada... Así que hay viviendas sobre él.
En Estados Unidos hay cientos de personas viviendo en un centro comercial.
Viven en pisos, encima de las tiendas
Y la culpa de todo la tiene Tiburón, la película.
Os cuento esta historia de urbanismo, cultura y aires acondicionados en este hilo.
Hace unos días leí un artículo (interesantísimo) de Jorge Dioni López (el Jorge bueno) sobre el urbanismo y la importancia de los espacios donde compartimos cultura.
Y acababa haciéndose una pregunta metafórica
¿Se puede vivir en un centro comercial?
Como soy muy tonto, me lo tomé al pie de la letra y busqué si alguien ya vivía en uno. Me imaginaba una historia como La Terminal, en la que un individuo tiene que vivir por razones absurdas en un espacio así.
Pero no.
La gente vive allí porque los centros comerciales quieren.