A principios de octubre de 1943, el ejército alemán acudió a Dinamarca para arrestar y llevar a campos de concentración a todos los judíos.
Pero había un problema.
No había ningún judío en Dinamarca.
Esta es la historia de cómo un burócrata nazi rescató a 7,800 personas.
¿Qué es un héroe?
Parece una pregunta de otra época, para otro momento. Pero para mí es fundamental.
Porque ser un héroe es muy complicado, pero no por las razones que pensáis.
Ser un héroe en estos tiempos no consiste en vestirse con una capa y ganar batallas, consiste...
En que nadie sepa que eres un héroe.
Los grandes triunfos de la historia del siglo XX (y puede que del XXI) no fueron vitoreados en grandes avenidas, ni hubo estatuas en su honor.
Las grandes victorias se lograron en pequeñas oficinas de trabajadores con nombres que nadie reconoce.
Como por ejemplo, el nombre de este señor: Georg Ferdinand Duckwitz.
¿Qué quién era Georg Duckwitz?
Seguidme y os contaré la historia de uno de esos héroes que no lo parece.
Empecemos por decir lo que más marcó su vida:
Duckwitz era NAZI.
Pero Nazi de verdad.
Afiliado al partido, firme creyente en la doctrina nacional-socialista y gran admirador de Hitler.
Sin embargo... también era una buena persona.
Creía en la ideología, sí... pero no en cómo se estaba llevando a cabo.
Ya en la década de los 30 se había distanciado del partido, aunque seguía perteneciendo a él.
Como iréis viendo, Georg era sobre todo un tipo pragmático.
Cuando Alemania decidió invadir Dinamarca, en 1940, Georg trabajaba para el Ministerio de Transporte alemán en Copenhague.
Se dedicaba a una de las partes menos épicas de una guerra: Coordinaba el tráfico marítimo.
Aunque debía ser bueno en lo de dirigir el tráfico marítimo, el gobierno alemán le tenía allí por otras razones.
Tanto Georg como su mujer, Annemarie, hablaban fluido danés y tenían amigos en los círculos más sofisticados de la ciudad.
Incluidos muchos políticos locales.
En varias ocasiones, el departamento de inteligencia les pidió informes.
No queda claro hasta qué punto ayudó o no ayudó Georg con esos informes.
El caso es que la vida durante la guerra era "relativamente" tranquila en Dinamarca. Hitler los consideraban un país amigo, así que mantenía poca presión hacia ellos.
No hubo purgas. No había grandes destacamentos militares. Por no haber, no había ni leyes antisemitas.
"Claro, como son Arios como nosotros" debía pensar Hitler.
Pero entonces llegó el año 1943.
Porque una cosa es ser Ario y otra, tonto.
La resistencia danesa empezó a tomar fuerza, mucha fuerza.
Tanta, que los alemanes decidieron hacer unas elecciones libres (único caso bajo ocupación alemana) para tener el poder y...
¡Perdieron!
(Bueno, no solo perdieron. Es que el partido Nazi sacó el 2% de los votos)
Entre huelgas y sabotajes, los alemanes se dieron cuenta de que aquello se les estaba yendo de las manos.
Así que mandaron Werner Best, un antiguo oficial de las SS, como nuevo mandamás en Dinamarca.
Por supuesto, uno de los primeros cometidos de Best en Dinamarca era hacer una limpieza étnica.
Porque ya sabemos que la culpa de todo para Hitler la tienen siempre los judíos.
Pero Best cometió un pequeño error:
Comentó sus planes con uno de sus esbirros. Un señor muy majo con gafitas que se dedicaba a nosequé cosa de barcos.
Efectivamente, se lo contó a Georg Duckwitz.
Y como ya os he contado, Duckwitz podía ser Nazi...
Duckwitz quedó horrorizado, porque él, que se movía por Copenhague como su casa, conocía a mucha de la gente que acabaría en campos de concentración.
Así que ese día, escribió en su diario: "Ich weiß, was ich zu tun habe" (Yo sé lo que tengo que hacer)
Así que a los pocos días, apelando a no sé que problema marítimo con Suecia, viajó a Estocolmo.
Allí no le esperaba ningún coordinador marítimo, sino el mismísimo primer ministro Per Albin Hansson.
Duckwitz le contó todo lo que sabía, todo lo que ya estaba en marcha y todo lo que pasaría si no hacían nada.
"¿Y qué quieres qué hagamos?" Diría el primer ministro sueco. "Nosotros no podemos detenerlo".
Suecia era uno de los pocos países neutrales en la zona.
"No." diría Georg "Pero yo sí"
"Solo necesito una cosa: Dejad que los judíos se refugien aquí, en Suecia".
Y así se lo prometió el primer ministro.
Duckwitz saló disparado hacía Copenhague.
Apenas tenía un par de días para organizarlo todo.
Lo primero que hizo fue hablar con los políticos daneses más importantes del país y les pidió que llamarán a todos los judíos y los escondieran donde pudieran durante unos días.
Toda Dinamarca se movilizó.
Los judíos fueron transportados sobre todo al campo y a bosques donde pudieron esconderse hasta la noche del 2 de octubre.
La noche del viaje.
Esa noche cientos de barcas estaban preparadas en la costa.
Los pescadores daneses llevarían a los judíos a Suecia.
Suecia y Dinamarca están separadas por apenas una hora en barco, pero había mucho riesgo de naufragar.
Y no solo por las condiciones del mar...
Sino porque el mar estaba dominado por los alemanes.
O eso creían.
Nada más comenzar la noche, un barco alemán retuvo un barco danés. Aquellas no era horas de faenar.
Por supuesto, el oficial tenía órdenes de llamar al hombre en Copenhague, al que estaba en una oficina diminuta mirando el tráfico.
Aquel hombre tan majo ¿Cuál era su nombre?
Ah, sí... Georg Duckwitz.
Por supuesto, Georg le dijo que no pasaba nada.
Que mejor volvieran a Copenhague con aquel barco, que aquella noche no iba a haber mucho tráfico y que mejor que dejaran de patrullar.
Y esto lo hizo con todos los barcos que patrullaban aquella noche y las siguientes.
Dinamarca es muy tranquilo, no pasa nada.
Así, durante varias noches las barcas danesas pasaron sin problema hasta Suecia.
Escondidos en ellas el 95% de los judíos del país.
Así, cuando comenzaron las redadas en Dinamarca por parte del ejército alemán, solo encontraron algunos judíos que por enfermedad no habían podido ir en los barcos.
Y mientras todos se sorprendían por la misteriosa huida, en alguna oficina del puerto de Copenhague, un hombre del que muchos desconocían su nombre, se subía las gafas y seguía dirigiendo el tráfico marítimo.
Lo primero es lo primero. Mil gracias a todos por los cientos de comentarios y los miles de retuits, likes y de todo.
Me encantaría poder responder a todos, pero esta vez va a ser imposible porque estoy de vacaciones.
Pero vamos con el primer por cierto… muchos estáis comentando que la historia se merece una peli.
Bueno, es que tiene una peli: Milagro a medianoche. Con Sam Waterston y Mia Farrow.
No la he visto, así que no puedo comentar nada, solo que se centra más en el pueblo danés y en su ayuda a los judíos.
Creo que Duckwitz no sale.
Por cierto número 2:
La pregunta que habéis hecho casi todos: ¿Qué pasó con nuestro héroe?
Pues qué iba a pasar, que le ascendieron.
Hasta el final de la guerra siguió trabajando para la embajada.
Después de conocer su historia comenzó a subir en la escala de diplomático. Primero fue agregado político en Copenhague y cónsul en Helsinki.
Pero lo importante llegó en los 60 cuando después de participar en varios puntos calientes como diplomático, Willy Brandt decidió que fuera nombrado Secretario de estado.
Murió en 1973 de la única forma que podía hacerlo, discretamente.
Por cierto número 3:
Me informa @ArizmendiLaly que hay otra peli danesa sobre el asunto. Por si queréis profundizar, la verdad es que tiene buena pinta.
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Lo llevo haciendo toda mi vida.
Veo que mis hijos lo hacen cuando apenas saben hablar.
Y lo único que hago aquí, en Twitter, es contar historias y más historias.
Y sigo sin saber para qué.
La ciencia dice que allá por el Pleistoceno desarrollamos la capacidad de contar historias con un solo objetivo:
Escribir literatura infantil es de lo más complicado que existe.
Nadie sabe el secreto para encandilar a los niños.
Bueno... casi nadie.
Hubo un hombre que lo descubrió en una isla lejana:
"Where the wild things are"
Hoy, en #CorraAverlo, Maurice Sendak y los monstruos.
"Señor Sendak ¿Cuánto cuesta un billete para ir a "Where the wild things are" (Donde viven los monstruos)? A mi hermana y a mí nos encantaría pasar allí el verano"
La pregunta la lanza un niño de 4 años.
Parece una pregunta inocente, pero no lo es. Es compleja... y mucho.
Porque esa pregunta nos lleva a otra pregunta que... que no queremos hacernos
¿Por qué un niño de 4 años quiere viajar a un país lleno de monstruos de ojos terribles y garras afiladas?