Queridos lectores:
Hoy no va a ser un hilo normal de viernes.
Hoy vengo a contaros algo muy especial.Algo que llevo callándome un tiempo.
Me marcho de Berlín.
Vuelvo a casa.
Hoy,en #berlinespobreperosexy ¿Por qué te vas, Jorge? ¿Y por qué hay una foto de una nave espacial?
Bueno, empecemos por responder a la segunda pregunta, porque solo llevo 2 tuits y ya estoy empezando a lagrimear.
¿Qué leches hace una nave espacial en este anuncio?
Es que no es una nave espacial cualquiera, es la Lunark.
La Lunaark es una nave muy diferente a todas las que conocéis.
Porque no la ha creado ninguna agencia espacial, ni ningún gobierno.
La ha creado un estudio de arquitectura.
El estudio SAGA Space Architects es el único estudio (que yo conozca) que se ha especializado en construir cosas en el espacio.
No me lo estoy inventando, existen y hacen cosas muy chulas.
La gente de SAGA piensa que, de aquí a unos años, habrá misiones espaciales que tengan que quedarse un tiempo a vivir en otros planetas, otros satelites.
Y aunque no soy astronauta, no me hace falta para saber que vivir enlatado durante meses en un cacharro de 2x2 es... cuanto menos jodido.
(Para los que hayáis visto "For all mankind", solo dos palabras "Hi Bob")
Así que este grupo de arquitectos han puesto todo su empeño en intentar mejorar la vida en el espacio.
Pero...¿Cómo?
Pues han empezado por pensar en la pregunta más obvia y la más difícil de contestar
¿Dónde metemos una casa-nave espacial?
Pues en el maletero. Como en cualquier viaje.
La Lunaark, se puede plegar para que quepa nada y menos y poder llevarla a donde quieras.
Gracias a un diseño basado en el arte del origami, se puede plegar y desplegar.
Vamos, que te la puedes traer de vuelta a la tierra.
Pero la idea, la gran idea de estos arquitectos no tiene que ver con arquitectura, tiene que ver con...
La humanidad.
Al estudiar los problemas de los astronautas en el espacio se dieron cuenta de que había un enemigo que silencioso que los doblegaba, que podía ser más nocivo que cualquier tormenta solar.
Ese enemigo es el...
A
B
U
R
R
I
M
I
E
N
T
O
Yo no lo sabía, pero al parecer si no estimulas el cerebro (incluso de un adulto) empieza a tener problemas.
Y no estoy hablando de estímulos como una charla filosófica o una disertación sobre la moral kantiana.
Estoy hablando de lo básico: luz, sonidos, olores. Todo aquello de lo que se nutre nuestros sentidos.
Así que la gente de SAGA han puesto todo su empeño en un objetivo:
Engañar al cerebro.
Es decir, suministrarle los mismos estímulos que si estuviera en la tierra.
Hacerle creer que en realidad está en casa.
Por eso han contratado a Louis Poulsen, quizá la firma más famosa de lámparas del mundo, para que diseñe un sistema lumínico que imite las fases de luz terrestre.
Así consiguen que los ritmos circadianos no se desboquen.
También cambian la temperatura, el sonido... ¡Hasta el olor!
Una perfumería francesa ha diseñado diferentes olores que va cambiando según las estaciones del año en la tierra.
Así han conseguido un sistema por el cual hacen más humana la experiencia fuera de la tierra.
Y los resultados lo avalan.
Sebastian y Karl Johan, dos de los trabajadores de SAGA, se marcharon a la parte más recóndita de Groenlandia y estuvieron metidos en el Lunaark durante 6 meses en 2020 (no fue mal año para aislarse).
Y aunque hubo problemas, descubrieron que habían conseguido engañar al cerebro.
(También es verdad que nunca salieron de la tierra)
Vale, Jorge... Lo de la nave está muy chulo. Pero ¿Qué tiene que ver contigo y tu marcha de Berlín?
Bueno, no tiene que ver exactamente conmigo.
Tiene que ver con el Jorge Corrales de hace 12 años.
Aquel que salió por primera vez de su casa.
Aquel que llegó a Copenhague absolutamente cagado y perdido en su primer día, se hizo esta foto.
Pero es que aquel chaval no sabía lo que se le venía encima.
El fin de semana pasado volví a al lugar donde me hice esa foto.
Todo había cambiado, justo al lado de ese banco mirando al mar habían construido un edificio enorme, el Centro de Arquitectura de Dinamarca.
Y dentro de aquel edificio, una nave espacial.
Cuando me subí a Lunaark me di cuenta de una cosa, aquello no era una nave espacial.
Aquello era la representación perfecta de mi vida como inmigrante.
Como envidio a la gente que ha conseguido integrarse en la vida de otro país. Esa gente que habla con el pronombre nosotros cuando habla de su sociedad... Yo aún sigo hablando de "Los alemanes", como si yo no viviera aquí.
Porque en realidad no vivo en Berlín, vivo en mi pequeña nave espacial de 2x2.
Vivo desde hace 12 años poniendo parches a mi cerebro. Intentando hacerle creer que está en casa:
Es hora de recoger la nave, plegarla y volver a casa.
¿Y qué pasará con #berlinespobreperosexy? No lo sé, cuando mi nave aterrice en Madrid, os lo diré.
Lo que es seguro es que cada viernes escribiré un hilo.
Quién sabe, lo mismo encuentro algo en el camino a casa.
Hasta aquí el hilo más personal que escribiré nunca. Pero creía que os lo debía.
La próxima semana seguiremos hablando de Berlín y estad muy atento al siguiente hastag: #GoodbyeToBerlin
Pero no nos pongamos tristes, porque hoy es viernes y el cerdo ya está aquí.
Que tengáis un muy buen fin de semana. Yo voy a disfrutar del sol berlinés.
Por cierto número 1:
Muchas gracias a todos los que me estáis escribiendo en comentarios y por privado. Especialmente a la gente que estáis fuera de casa y os sentís muy aludidos por el hilo.
En cuanto tenga tiempo intentaré contestaros uno a uno.
Además, quería agregar al hilo que tengo muy claro que soy un privilegiado. Un inmigrante muy privilegiado.
Sé que viajo en primera clase y tengo la suerte de poder volver a casa. A todos aquellos para los que no es tan fácil, un abrazo grande.
Por cierto número 2:
Si vais a CPH (ya sabéis #Copenhagueesricaperosexy) tenéis que visitar el Danish Architecture Center porque es una pasada.
Además de exposiciones muy guays, tiene un tobogán para bajar desde la planta de arriba...
Y las mejores vistas de Copenhague desde las terrazas del restaurante.
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Lo llevo haciendo toda mi vida.
Veo que mis hijos lo hacen cuando apenas saben hablar.
Y lo único que hago aquí, en Twitter, es contar historias y más historias.
Y sigo sin saber para qué.
La ciencia dice que allá por el Pleistoceno desarrollamos la capacidad de contar historias con un solo objetivo:
Escribir literatura infantil es de lo más complicado que existe.
Nadie sabe el secreto para encandilar a los niños.
Bueno... casi nadie.
Hubo un hombre que lo descubrió en una isla lejana:
"Where the wild things are"
Hoy, en #CorraAverlo, Maurice Sendak y los monstruos.
"Señor Sendak ¿Cuánto cuesta un billete para ir a "Where the wild things are" (Donde viven los monstruos)? A mi hermana y a mí nos encantaría pasar allí el verano"
La pregunta la lanza un niño de 4 años.
Parece una pregunta inocente, pero no lo es. Es compleja... y mucho.
Porque esa pregunta nos lleva a otra pregunta que... que no queremos hacernos
¿Por qué un niño de 4 años quiere viajar a un país lleno de monstruos de ojos terribles y garras afiladas?