Una cosa que me gusta de los libros es que parecen débiles... cuando en realidad son objetos muy resistentes.
¿Alguna vez habéis tratado de destruir un libro?
Pensaréis que es solo papel.
Con un poquito de fuego, con mucha agua u otro líquido pueden perecer.
Pero los libros siempre tienen un aliado inesperado.
Tú y yo.
Porque los libros pertenecen a la humanidad (de hecho el ser humano es el único animal que usa marcapáginas).
Son tan nuestros que podemos llegar a llorar ante su muerte igual que lloramos en el funeral de un familiar.
Y por eso, solamente las personas que no pertenecen a la humanidad.... irían contra los libros.
Como, por ejemplo, este tipo: Alfred Rosenberg.
Quizá una de las peores personas que haya existido nunca.
Rosenberg fue Nazi antes que Hitler y uno de los gerifaltes del Tercer Reich.
Pero ha pasado a la historia por crear una de las organizaciones más oscura del siglo XX: La Einsatzstab Reichsleiter Rosenberg (ERR).
Una organización destinada a saquear todo territorio conquistado.
Pero no se quedaba con comida o bienes para el ejército.
El ERR saqueaba cultura.
Entre 1940 y 1945 robaron museos, galerías y, por supuesto, a los coleccionistas judíos.
Crearon una gran "colección" apropiándose de cuadros, esculturas y cualquier objeto artístico por toda Europa.
Sin embargo, hubo un robo que nadie se esperaba y que dejó a los investigadores perplejos.
El ERR robó...
Sus propias bibliotecas.
Desde 1933, comenzaron con un proyecto para quedarse con todos libros de (y sobre) judíos de las bibliotecas de toda Alemania (especialmente de la central de Berlín).
Durante 12 años estuvieron barriendo cada estantería para "tomar prestados" libros escritos por autores judíos.
Y supongo que estaréis pensando que su destino era acabar en hogueras, purgas de libros, prohibiciones...
Pues no.
El ERR tenía un plan mucho más ambicioso (y absurdo):
Descubrir en esos libros evidencias de que existía una conspiración judía para dominar el mundo.
Pero su plan (además de algunas lagunas de raciocinio elemental) tenía un problema:
No sabían yiddish o hebreo.
No podían leer aquellos libros.
Por eso crearon algo que.... me sigue poniendo los pelos de punta mientras lo escribo:
Una librería secreta en el gueto de Theresienstadt.
Una librería secreta con un único objetivo:
Buscar y encontrar en los textos judíos pruebas para apoyar el Holocausto.
Allí, un grupo de intelectuales elegidos por el propio Rosenberg tenían que buscar razones para su propio exterminio.
Una auténtica atrocidad.
Al principio, la mayoría de libros llegaban desde Berlín.
Aunque poco a poco comenzaron a llegar de otros puntos ocupados: Francia, Checoslovaquia, Polonia...
Aunque hubo un lugar del que llegaban menos libros que del resto.
Ostensiblemente menos.
Ese lugar era Vilna (o Vilnius), la capital actual de Lituania y por aquella época parte de Polonia.
Vilna, antes del comienzo de la guerra, había sido el gran foco intelectual judío del este de Europa.
Muchos intelectuales vivían allí y sobre todo era el hogar de YIVO, una organización para la preservación de la cultura judía.
Cuando los Nazis llegaron a Vilna en 1941 se encontraron "La biblioteca de Alejandría" de la cultura judía en la sede de YIVO.
Había miles de libros, pero también diarios, carteles, fotografía, tratados religiosos, etc.
Los últimos 500 años de historia judía, casi nada.
Para ello, igual que en Theresienstadt, reclutaron a cinco intelectuales.
Cinco amigos
Cinco personas que cambiaron el curso de los acontecimientos.
Por eso quiero nombrarlos uno a uno.
Shmerke Kaczerginski, poeta y músico de Vilna.
Zelig Kalmanovitch, director de YIVO.
Rachel Krinsky, una reconocida profesora que hablaba muchas lenguas.
Herman Kruk, exdirector de la biblioteca Varsovia, de donde había huido de los Nazis. Era conocido como el Profeta del Gueto.
Y Abraham Sutzkever, un famoso poeta y el gran intelectual del grupo.
Por supuesto, estos no son simples personajes en esta historia.
Son personas muy especiales... y por eso se hicieron llamar de una forma especial:
"The Paper Brigade" (La brigada del papel)
¿Y por qué se pusieron ese sobrenombre?
Porque como grandes humanistas que eran no estaban dispuestos a salvar cualquier tozo de papel.
Ellos no serían los jueces de aquellos libros.
Ellos serían los rescatadores de libros.
Como escribiría años después la única mujer miembro de esta brigada:
"Los libros, como nosotros, estaban en peligro de muerte. Nosotros podíamos ser sus últimos lectores."
Así que los cinco tomaron una determinación.
Defenderían tanto como fuera posible aquellos libros.
Primero comenzaron con la mejor táctica que se les ocurrió. Una estrategia sencilla, pero efectiva:
Leer lento.
Entre todos establecieron un sistema para leer cuanto menos posible... sin que se notara que no estaban leyendo, para no ser castigados.
Algo así como los escolares que no quieren hacer sus tareas.
La estrategia funcionaba, pero, aun así, se seguían destruyendo libros.
Muchos libros.
Había que hacer algo más. Lo que fuera.
Entonces Abraham Sutzkever hizo la pregunta. La pregunta que les rondaba a todos la cabeza desde hacía un tiempo:
¿Seríais capaces de arriesgar vuestra vida por un libro?
Supongo que ya sabéis cuál fue la respuesta.
Y así comenzó el rescate de "The Brigade Paper"
Los libros más importantes, los más valiosos, eran ocultados a los Nazis.
En cuanto podían los escondían en pequeños escondrijos dentro del edificio de YIVO.
Los más ligeros y transportables (trozos de papel, libros pequeños) se los metían entre las ropas y se los llevaban al gueto o los daban a los partisanos.
En un bonito juego de espejos...
Los saqueadores de libros eran saqueados por los lectores que ellos habían elegido.
¡Qué bonita ironía!
Sin embargo, muchos de sus compañeros judíos del gueto no lo entendía.
Estaban poniendo en riesgo sus propias vidas por... papel.
Pero aquello no era solo papel, era vida.
Era la vida de sus abuelos, era la vida de un legado de cientos de años, era su mundo.
Los nazis no solo querían acabar con los judíos, querían acabar también con su recuerdo.
Y que mejor testigo del tiempo que un libro.
Por eso era preciso salvarlos, porque no era libros lo que estaban salvando.
Estaban salvando su pasado, su futuro.
Se estaban salvando a sí mismos.
Durante años estuvieron escamoteando libros a los Nazis.
Sin que se dieran cuenta. Sin nunca ser castigados.
Estas cinco personas, no solo sobrevivieron al horror de la guerra, al infierno de ser judíos bajo un gobierno Nazi, a la muerte.
También ayudaron al resto de la humanidad.
Por eso sus vidas, las de los cinco, nunca se pudieron desligar de aquellos libros.
Cuando los Nazis salieron de la ciudad de Vilna, los cinco se afanaron en recuperar todo lo que se había escondido.
Aquí los tenéis con carreta llena de libros y un busto de Tolstói que habían ocultado (no los puedo querer más).
Rescataron obras únicas como dibujos de Marc Chagall o diarios de grandes escritores lituanos que se hubieran perdido para siempre.
Por suerte, todo lo que salvaron descansa hoy en la sede YIVO de Nueva York.
Fijaos en el número de cajas de la foto. Y esto es solo una muestra.
Pero lo mejor, lo más bonito de todo, es que en 2015, en honor a estas 5 personas, todos los documentos salvados se subieron a Internet.
Tantas que si tengo tiempo esta semana iré publicando durante la semana hilos sobre cositas que no me han cabido en el hilo de hoy.
Como siempre, se agradecen retuits y likes en el primer tuit del hilo (aquí abajo 👇 ) o cualquier historia sobre ladrones de libros, rescates de novela o... lo bonito que está Vilna en verano.
Los lápices no suelen ser útiles en la guerra: son frágiles, se rompe la punta, necesitan un sacapuntas cada poco tiempo.
Pero este, el Cumberland 103 de la compañía Derwent, fue uno de los mayores inventos de la Segunda Guerra Mundial.
Porque salvó muchas vidas.
Tira del hilo
Toda esta historia comienza con un sermón.
Un sermón en la iglesia Evangelica Open Brethen en Leeds.
Estamos en 1939 y la situación es tensa. Reino Unido y Francia acaban de declarar la guerra a Hitler, tras la invasión alemana de Polonia.
Todos los ministerios se preparan para la guerra. Uno de los más Valioso es el Ministerio de Abastecimiento, que se encarga de todo el material necesario para el ejército.
Dos de sus empleados se sientan en los bancos de esta iglesia, esperando el sermón dominical del párroco.
Las cajas de carretes Kodak son reconocibles en todo el mundo por su tono amarillo.
Sin embargo, en los 60, esta caja provocó perdidas increíbles en la compañía.
Y también generó uno de los mayores avances del siglo XX en diseño.
Y todo por el color.
🧵 de #MaterialNarrativo
(Antes de empezar os recuerdo que todas estas historias que cuento por aquí (más otras que no cuento en Twitter) podéis encontrarlas en mi pódcast Material Narrativo:
Podría ser un lápiz azul cualquiera, pero no lo es.
Esa mina azul es parte de la historia de Portugal, tanto de la buena como de la mala.
Porque este lápiz escribió la censura del país y también su libertad.
Un hilo de #MaterialNarrativo
(Antes de continuar, os informo de que podéis apoyar mi proyecto Material Narrativo adquiriendo en mi tienda algunos de los objetos sobre los que hablo en el pódcast, como el Olímpico 291: jorgecorrales.es/tienda/
l 11 de abril de 1933, bajo la dictadura de Salazar, se publica una reforma de la Constitución Portuguesa. En ella, se asegura la libertad de pensamiento.
Pero con un matiz:
Leyes especiales regularán el ejercicio de la libertad de pensamiento.