Thread by @davidrem

Os voy a contar una cosa que es personal pero pública también. Ayer me tocaba consulta en #SaludMental de la #SeguridadSocial. Nada más entrar, vi que mi psiquiatra estaba mucho más estresada que yo.

Lo primero que me dijo fue: "Lo siento, pero tendrás que ser rápido".

Lo dijo compungida, pidiendo disculpas. Me explicó que esa mañana llevaba mucho retraso.

Le contesté que lo entendía y que no importaba en absoluto. Que seguía fenomenal y que además lo llevaba todo ordenado en la libreta. Seleccioné lo importante y se lo conté sintetizado.

Pero, claro, le pudo el oficio, y con algunos datos se detuvo y me pidió más información. Mientras le hablaba, tenía que ir tecleando las novedades en mi historial, a toda leche, porque además yo hablo como una cotorra. Cuando dejaba de teclear, no paraba de estrujarse las manos.

Al cabo de un rato breve, la llamaron por teléfono para decirle que tenía que acabar la consulta, que me estaba dedicando mucho tiempo y que había mucha gente esperando.

Su cara al mirarme fue un poema de vergüenza.

No sé si habéis estado alguna vez en una sala de espera de Salud Mental. Yo, que por desgracia he pasado mucho tiempo en salas de espera, solo he sentido esa tristeza honda y desesperada en las de oncología. Siempre me pregunto cómo hacen los médicos para no desesperarse también.

Bueno, el caso, es que tras la llamada, sin que ella me dijera nada, cerré la libreta, la metí en la bolsa e hice ademán de levantarme, sonriendo, para que no lo pasara peor.

Mi psiquiatra me paró. Se tapó la cara con las manos dos segundos. Y me pidió que me sentara de nuevo.

Entonces, en un ejercicio flipante, me soltó una retahíla de indicaciones sobre lo que tenía que hacer hasta que lograra darme cita otra vez. Las apunté en la libreta, mientras apreciaba lo atinado de cada consejo.

Le di las gracias. Y también le di ánimos.

"El problema —me dijo al despedirme— es que esto no va a mejorar. En todo caso, va a ir a peor. Y el segundo problema es que ahí fuera casi todo lo que tenemos es gente joven. Algo hemos hecho mal".

Me quedé helado. Tuve que contenerme para no abrazarla.

Igual teníamos que estar hablando de esto, porque creo que resume todo, lo público y lo privado. Hablarlo en las redes, en la calle, en los parlamentos, en las empresas, en los bares, en las familias, en las urnas. En las manifestaciones de protesta que no convocamos.

Por cierto: por la misma consulta, mi psiquiatra privada cobra 130 euros.

Ayer, ese médico de la Seguridad Social, aparte de ahorrármelos, les dio un valor muy superior al del precio.