Por supuesto, antes de empezar, pasad por aquí y, aunque no os guste mi hilo, pasaréis un rato muy bueno con Morricone: open.spotify.com/album/0hvxA5cm…
Voy a empezar este hilo con una confesión:
Yo, en realidad, no quería ser escritor.
Yo quería ser proyeccionista de cine.
Sin embargo, como nunca encontré a nadie que me pagara por ver películas desde una cabina polvorienta ... Me tuve que inventar esto de escribir, que es lo más parecido,
Ay... pero quién viviera en la cabina de un cine italiano de posguerra.
Por supuesto, la culpa de ese sueño frustrado la tiene "Nuovo Cinema Paradiso".
Si me conociste entre mis 13 y mis 20 años, estoy seguro de que te di la brasa con esta película.
Sin embargo, en todos estos años, jamás conseguí solventar esta pregunta:
¿Por qué empieza de esa manera?
Una vasija con el mar de fondo.
Una cortina que sobrevuela el balcón.
Entonces la cámara empieza a retroceder y vemos una ventana.
Estamos mirando a través de la ventana el mar.
Aquello me parecía extraño, pero qué queréis que os diga, los títulos de crédito a veces son muy distintos de la película.
Sin embargo, aquella imagen tenía algo, un tono muy parecido a la película.
Pero no tenía ni idea de por qué.
Y, como siempre, la respuesta estaba delante de mis narices.
(o más bien detrás de los cristales)
Porque, amigos míos, aunque lo parezca, Cinema Paradiso no es una película sobre el cine.
Ni sobre la amistad (o la paternidad)
Ni siquiera sobre despedidas.
Cinema Paradiso es una película....
sobre las ventanas.
(Aunque no se aprecie a primera vista)
Cinema Paradiso está lleno de ventanas.
¡Lleno!
¿No me creéis?
Pues escuchad esto:
En el guión de Tornatore (el original, el que tiene un final un poquito diferente) hay...
¡72 ventanas!
5 o 6 ventanas podían ser un elemento casual, pero... ¿72?
72 son muchas... pero muchas.
Si revistáis la película vais a alucinar con la de ventanas que vais a encontrar.
Hasta el director, Giuseppe Tornatore, hace un cameo desde una ventana. (Sí, es el que pone el rollo final)
¿Y por qué está obsesión de Tornatore con las ventanas?
Bueno, puede haber muchos motivos:
Porque una ventana puede ser el lugar perfecto para ver una película.
O para hacer ver a otros una película.
O para confesar al amor de tu vida que la amas.
O para esperar debajo "con lluvia, con viento, con nieve, con pájaros que te cagan en la cabeza" a que una ventana se abra y te cambie la vida.
O que narices, simplemente para tirar botellas por la ventana la noche de Año Nuevo.
Pero yo creo que la razón es otra.
Hay algo más simbólico.
Hay algo más unido a la historia de Totó y Alfredo.
Hay algo que está ligado a todos nosotros.
Y nace de una pregunta básica:
¿Qué es una ventana?
Uma Thurman nos lo explica.
Una ventana es un rectángulo (o un cuadrado o cualquier forma poligonal, no nos pongamos exquisitos) que nos permite ver lo que está fuera.
Algo que nos deja ver a través.
Algo que nos deja ver... Más allá.
Nos deja ver la ternura a través de un niño siciliano que cree que su padre muerto es Clark Gable.
(ojo a la ventana)
Nos deja ver el amor que perdimos bajando los escalones de la estación.
Nos deja ver la soledad a través de un adulto que teme volver a su casa.
Nos deja ver aquello que nunca creímos que tendríamos.
Las ventanas están hechas para mirar aquello que nunca hemos visto.
Para mirar y sentir nostalgia de un lugar que nunca hemos pisado
Por eso, el siglo pasado, inventamos el cine.
Queríamos abrir el mundo.
Cada película, una ventana nueva.
En este siglo hemos decidido abrir aún más ventanas.
No nos valían sola las películas, los libros, los cuadros.
Queríamos más.
Y ahora, cada persona tiene su propia ventana.
En 2020 decidí abrir la pequeña de mi salón berlinés para todos vosotros.
Y lo hice con el mismo espíritu que Tornatore en esa primera esa escena inicial.
Mostrar belleza.
Mostrar a gente buena, mostrar a los pequeños héroes de la pequeña historia, mostrar a todos los Alfredos y Totós del mundo.
Y ahora me toca cambiar de ventana. Me toca decir adiós al tilo junto al que ahora escribo.
A los obreros de la reforma interminable de la casa de enfrente.
A Herbert y su furgoneta llena de cacharros.
A la ventana donde mis hijos me despiden cada día, subidos en el quicio.
Pero allá dónde esté, seguiré abriendo mi ventana.
Quizás no haya conseguido ser proyeccionista de cine, pero al menos os podré enseñar el mar de Sicilia junto a un cuenco de limones cada viernes.
Pero eso quiero decir que cierra la temporada por vacaciones... Ni mucho menos.
TENGO MUCHAS SORPRESAS PARA ESTE VERANO.
Hasta que nos volvamos a ver.
Muchas gracias por llegar hasta aquí.
Os deseo unas buenas vacaciones en un pueblito de Sicilia y que os enamoréis, conozcáis al mejor amigo que se puede tener o simplemente... que descanséis.
Fine.
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Lo llevo haciendo toda mi vida.
Veo que mis hijos lo hacen cuando apenas saben hablar.
Y lo único que hago aquí, en Twitter, es contar historias y más historias.
Y sigo sin saber para qué.
La ciencia dice que allá por el Pleistoceno desarrollamos la capacidad de contar historias con un solo objetivo: