Se trata de un tema en el que la evidencia es muy relevante para contrarrestar las voces que hacen mucho ruido, pero que son inefectivas en su prevención (1/6).
La violencia en parejas adolescentes es un problema social serio que debemos prevenir. Para ello, la realización de un estudio longitudinal es clave, ya que nos permite ver qué factores pueden explicar que un adolescente use la violencia en sus relaciones de pareja (2/6).
Dada la inexistencia de estudios longitudinales en España, nos unimos al “International z-proso Research Network" (zIReN) y al estudio z-proso. Este estudio que lleva siguiendo a 1.400 niños y niñas de la ciudad de Zurich desde el año 2004 (3/6).
¿Y qué hemos obtenido? En primer lugar, que chicos y chicas son víctimas y victimarios en sus relaciones, usando la violencia física y el control del otro de forma similar. Esto mismo modo lo hemos visto ya en parejas adolescentes en España (4/6).
Y que la violencia física por parte de los padres y el acoso escolar o bullying, medidos a los 7 años, son dos predictores muy importantes de la victimización y la comisión de violencia en la pareja adolescente, a los 17 años. El ciclo de la violencia, una vez más (5/6).
Los planes de prevención de la violencia en la pareja adolescente deben mirar a lo que ocurre en la infancia. La violencia contra los niños y niñas es el origen de muchos de los problemas que vemos en la edad adulta. Ignorarlo sólo nos lleva a medidas inefectivas (6/6).
• • •
Missing some Tweet in this thread? You can try to
force a refresh
Los medios, los profesionales y, especialmente, nuestros dirigentes deben dejar ya de incluir la violencia contra la infancia dentro de la violencia de género. No son el mismo fenómeno, no presentan los mismos factores de riesgo, ni se explican por las mismas teorías (Hilo 1).
Incluir la violencia contra la infancia dentro de la violencia de género relega a un segundo plano a los niños y niñas como víctimas y perpetúa la tolerancia social ante la violencia contra éstos, que sigue muy vigente en nuestro país (2).
Incluir la violencia contra la infancia dentro de la violencia de género es una forma de adultocentrismo, ya que aplicamos las teorías explicativas de una forma de victimización adulta a la victimización infantil, sin tener en cuenta sus propios modelos teóricos (3).
Un porcentaje similar de chicos y chicas de la población general son víctimas de violencia en las relaciones de noviazgo en España. El patriarcado y la ideología que lo acompaña no explican la mayor parte de casos de violencia en los y las jóvenes. Hilo breve.
Hemos evaluado a cuatro muestras de jóvenes de 12 a 17 años y hemos podido comprobar que la frecuencia del fenómeno de la dating violence varía en función del grupo de origen. Así, existen contextos de mayor riesgo. Acceso al artículo:
Prevenir la violencia en la pareja adolescente supone intervenir ante esta complejidad, que no se resuelve con ideología sino analizando la realidad de los y las jóvenes españoles. Porcentajes que oscilan de un 2,5% en la población general a un 33,7% en justicia juvenil.
¿Desde cuándo la violencia sufrida por los niños y niñas ha pasado a ser violencia vicaria? ¿Tan poco interés hay en la infancia y la adolescencia que pasan a ser personajes secundarios de la violencia que viven ellos mismos? ¿Puede haber algo más adultocéntrico? (Hilo breve 1)
Jamás antes ni en ningún otro país se ha entendido victimológicamente a la víctima en función de las emociones de otra persona. Sea madre o padre. Un niño o niño que sufre violencia es VÍCTIMA en sí mismo, no porque otra persona sufra por él (2)
Este desprecio absoluto a la victimología infantojuvenil desplaza a los niños y niñas a meros objetos que serán o no víctimas en función de lo que viven y sienten otras personas. Es una violación de todos sus derechos aprobada y repetida en diferentes foros de nuestro país (3).
La victimología es una ciencia compleja y sus estudios e implicaciones en el tratamiento de las víctimas son poco conocidos todavía. Acabo de leer este trabajo sobre cómo etiquetar a una persona como 'víctima' puede tener efectos adversos en su recuperación (breve hilo)
En primer lugar, al etiquetar a una persona como víctima le estamos asignando una identidad estable y difícilmente modificable, que se entiende como un atributo permanente. Por ello, muchas víctimas luchan para ser denominadas 'survivors' o 'thrivers' (1).
En segundo lugar, al etiquetar a una persona como víctima la respuesta social a esta victimización suelen ser expresiones negativas intensas como 'qué horror', 'es terrible', 'lo peor que podría sucederte', que pretenden mostrar empatía pero incrementan su culpa y vergüenza. (2)
Basándonos en evidencias científicas, que por suerte en este tema las hay, también en España, niños y niñas son víctimas de la violencia con una frecuencia similar, si bien las formas de violencia que viven se distribuyen de forma distinta según el género (hilo)
Esto es, las niñas sufren más violencia verbal de sus padres, mientras que los niños sufren más violencia física. Las niñas sufren más tocamientos y los niños más penetración oral. Y así podemos ir analizando la violencia forma a forma. Formas distintas, consecuencias similares.
Entender la violencia contra la infancia como una forma de violencia de género muestra un gran desconocimiento de este ámbito. No es el género lo importante aquí. Es el adultocentrismo. El género debe analizarse para saber la forma de violencia que ha vivido el niño o niña.