Igual una cosa es llevar tacones por monumentos pedregosos, que igual mueres... pero más allá de eso, y de que cada cual viste como quiere, las fotos son y pueden ser parte de la experiencia de un viaje. No solo como un recuerdo o por "postureo" (que lo hay más allá de las fotos)
Las fotos te permiten captar lo efímero, el momento que llega y pasa en un suspiro, pero también te obligan a estar atentos a esos detalles, a lo pequeño, a la luz cambiante, al segundo en que nada pasa, y al segundo en que pasa todo. Un gesto congelado en el tiempo.
Por otro lado, te obliga también a pensar en qué estás viendo, más allá de la inconsciencia. A pensar cuánta luz hay, de dónde viene, a pensar en la composición de lo que ves y en sus colores. Te obliga a ver qué pasa en primer plano y qué pasa de fondo. A analizar.
También te hace mirar de otra forma al resto de participantes, protagonistas de sus propios momentos y sus propias vidas. A los que te cruzas un instante para no volver a ver jamás. A quienes comparten experiencia contigo, ajenos a ti.
Te permite jugar con la metáfora. Con lo que no estaba allí realmente. Con qué quieres ver tú, aunque nadie sea irrelevante. Te permite ver más allá.
Por otro lado, nunca olvidemos que, también, más allá de lo frívolo, nos permite captar momentos con quienes mañana puede que no estén. Retener piezas de vida, de alma. Una chispa de lo que fue y lo que pudo ser. Nunca despreciéis la fotografía.
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Resulta que hoy es el #DiaMundialDelGato, así que voy a contaros una historia. Una de cementerios, santuarios, regresos al mundo de los vivos y recuerdos.
Empieza en Roma, en el cementerio acatólico. Uno precioso, en el que se respira paz.
Uno en que podemos encontrar la tumba de Keats, "uno cuyo nombre está escrito en el agua", y los ángeles conviven con restos arqueológicos y kanjis. Un cementerio en que la paz tiene guardianes: los gatos del santuario, que también tienen sus tumbas.
El caso es que allí, también, se encuentra la tumba de Gramsci. El del Partido Comunista Italiano, encarcelado por Mussolini y que murió por una mezcla de la cárcel y la tuberculosis. Muy romántico todo.
Ciertos machotes muy machotes se horrorizan porque se diga que las mujeres pintaron y cazaron en la prehistoria. Por supuesto, solo recibirás la callada por respuesta cuando preguntes por qué piensan que lo hacían solo hombres.
No, no saben. No, no han leído. Les molesta que se hable de mujeres, simplemente. Les molesta no ser los machotes cazadores por herencia que querrían ser. Les molesta no ser los hijos perdidos de Conan. Les molesta sentir que pierden su lugar en la cima.
De hecho, las representaciones "poco realistas" de muchos dibujos animados son eso, representaciones de aspiraciones de ellos, no una sexualización como con ciertos personajes femeninos. Su intento de sentirse menos mediocres a través de una especie de derecho divino a mandar.
Los tatuajes han tenido muchos significados. Han sido elementos curativos, identitarios, pruebas guerreras o pura estética. Y entre ellos destaca los de una mujer, la Princesa de Ukok, que llegó a nosotros, tras casi dos milenios y medio, preservada en el hielo de la estepa.
La enterraron vestida con lujo y detalle, en una tumba de alto rango, pero, bajo sus vestidos, lucía una multitud de tatuajes, con motivos animales estilizados y casi geométricos. Desde ciervos a peces, de cabras a felinos, cuyo simbolismo se nos escapa en gran medida.
Pertenecía a un pueblo escita, ese conglomerado de grupos q se extendió desde Siberia al Mar Negro, un pueblo de jinetes y arqueros. Y, dentro de su grupo, debió ocupar un rango elevado, como líder o sacerdotisa. Con ella, enterraron a sus caballos. siberiantimes.com/other/others/n…
Por cierto, si alguien confunde criticar las presiones sociales y el contexto social con criticar las elecciones personales en la vestimenta... Igual debería darle una vueltita a muchas cosas.
No, por cierto, tampoco está bien cuando se hace con gente que no te cae bien o está en el polo ideológico opuesto. Es la misma dinámica. Igual que desear que violen a un violador sigue siendo cultura de la violación.
Uno de los problemas a la hora de estudiar las fuentes antiguas, en general, pero las médicas y científicas en particular, son las aparentes contradicciones. Un ejemplo sencillo (y hoy costoso) el azafrán. Que les vale para una cosa y la contraria y un poco para todo.
Se usaba, según Paladio, para añejar los vinos. Y para "aliñarlos". De hecho, el láudano, además de vino y opio lleva azafrán. Eso sí, no conviene pasarse, porque, en dosis altas, es mortal o puede provocar trastornos mentales permanentes. Y así lo recuerdan Dioscórides o Galeno.
Se usaba también como afrodisíaco, y algunos estudios recientes le han encontrado utilidad en el tratamiento de la disfunción eréctil y algunos problemas de lubricación vaginal. Aunque, en realidad, puede que tenga poco que ver el uso antiguo con estos estudios.
La percepción del tiempo es curiosa. A veces, un museo sobre el metro parece folklórico, una idea peregrina sobre algo moderno, algo que empezó en 1919 y finalizó en 1966. Antes de ayer, pensamos. En cambio, lo “medieval” parece malo. Pero pensemos un poco…
Los romanos exhibían a sus cautivos en los triunfos. Los paseaban para que la gente los viera. Qué barbaros. Sin embargo, se nos olvida que en 1958 había un zoo humano en Bélgica, en que exponían a congoleños. Mientras, mantenían el trabajo esclavo y cortaban manos como castigo.
Ota Benga, exhibido en un zoo estadounidense tan solo quince años antes de que abrieran la estación. Se suicidó en 1916. En Portugal, en la Exhibición de 1940, también hubo un zoo humano. Francia e Inglaterra tampoco fueron excepciones en esos años en q la estación estuvo abierta