El 13 de agosto de 1521 finalizaba el sitio de Tenochtitlan, con la captura y rendición de Cuauhtémoc, el último gobernante azteca, siendo apresado por el bergantín de García Holguín cuando trataba de huir. El final de una de las mayores epopeyas de la Historia. #501AñosdeOrgullo
«…y así, preso este señor, luego en ese punto cesó la guerra, a la cual plugo a Dios nuestro Señor dar conclusión martes, día de San Hipólito, que fueron 13 de agosto de 1521 años».
Hernán Cortés, tercera carta de relación a Carlos I. También cuenta que el sitio duró 75 días.
«Prendióse Guatemuz y sus capitanes en 13 de agosto, a hora de vísperas, día de señor San Hipólito, año de 1521, gracias a nuestro Señor Jesucristo y a nuestra Señora la Virgen santa María, su bendita Madre, amen».
Según Bernardino de Sahagún, basándose en fuentes mexicas, éstos creyeron que Cuauhtémoc se dirigía con las canoas a aceptar las ofertas de rendición, por lo que «comenzaron á decir toda la gente mexicana», «ya va nuestro señor rey á ponerse en las manos de los dioses Españoles».
Cuando Cuauhtémoc fue llevado ante Cortés, éste le pidió que le sacrificase, «Señor Malinche (…) toma luego ese puñal que traes en la cinta y mátame luego con él».
Cortés le dio ánimos y le dijo «que no tuviese temor ninguno». Sería ejecutado en 1525 por preparar una rebelión.
Esta imagen del Lienzo de Tlaxcala representa el encuentro entre Hernán Cortés y Cuauhtémoc, seguramente el penacho de plumas de Cortés representa su liderazgo. Arriba se lee una frase en nahua: «Con esto se acabaron los mexicas».
Así lo describió Bernal Díaz del Castillo:
El camino hasta ahí había costado mucho, los hombres de Cortés habían tenido que enfrentarse a varios pueblos en gran inferioridad numérica, entre ellos a Tlaxcala, y habían estado a punto de ser masacrados en Cholula, Tenochtitlan o los llanos de Otumba.
«Entre el despojo que se hubo en la dicha ciudad, hubimos muchas rodelas de oro y penachos y plumajes, y cosas tan maravillosas, que por escrito no se pueden significar, ni se pueden comprender si no son vistas…».
Hernán Cortés, tercera carta de relación.
Penacho mexica:
Durante el sitio, como en otras ocasiones, como Cholula, los españoles trataron de evitar que sus aliados masacraran a la población:
«…teníamos más que hacer en estorbar a nuestros amigos que no matasen, ni hiciesen tanta crueldad, que no en pelear con los indios».
Cortés.
Hernán Cortés llegó a combatir en primera línea, como ya había hecho en numerosos combates, e incluso estuvo a punto de ser capturado:
«...y a Cortés ya le tenían muy engarrafado seis o siete capitanes mejicanos (...) estaba herido en una pierna».
Bernal Díaz del Castillo.
Hernán Cortés cuenta en su tercera carta de relación que hacia el final del sitio de Tenochtitlan, su ejército estaba compuesto por unos 900 españoles y más de 150.000 indígenas. Pero es muy posible que en realidad se refiriera al número inicial de españoles, muy similar.
Según Hernán Cortés, al empezar el sitio contaba con 86 jinetes, 118 ballesteros y arcabuceros, «setecientos y tantos peones de espadas y rodela», 3 cañones «gruesos de hierro», 15 cañones «pequeños de bronce», y más de 50.000 guerreros indios aliados. Además de 13 bergantines.
Según Bernal Díaz del Castillo, al empezar el sitio los españoles eran 84 «de a caballo», 650 «soldados de espada y de rodela, e muchos de lanzas» y 194 ballesteros y arcabuceros, con más de 24.000 indios aliados.
Fue la mayor batalla de la Historia de América y marcó el inicio de la construcción de Nueva España.
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En 1944 la Dirección General de Marruecos y Colonias publicó los resultados de una investigación sobre la inteligencia de los nativos en la Guinea Española, confirmando su “inferioridad intelectual” respecto al blanco. El libro fue reeditado por el CSIC en 1953.
“Nosotros hemos querido solamente demostrar lo que ya estaba en el ánimo de todo colonial: la limitada capacidad mental del n****”.
“…la capacidad mental del n**** no llega nunca a adquirir el desarrollo suficiente para la comprensión de conceptos abstractos que rigen la convivencia del europeo medio”.
Existe una línea de subversión cultural que falsifica la historia del Imperio Español y manipula la idea de Hispanidad para justificar el inmigracionismo y la tercermundización España. Los más izquierdistas lo hacen intencionadamente, otros se dejan arrastrar por el...
desconocimiento o por el miedo a ser llamados racistas, o proyectan su mentalidad y complejos actuales en el pasado. A la mayoría realmente les costaría imaginar la importancia de raza y sangre en la sociedad imperial, aquí encontraréis algunos ejemplos:
La idea de que tenemos que aceptar las nefastas consecuencias de la inmigración porque “en el Imperio Español no importaba el color” o “la Hispanidad es la mezcla de razas” (tendría mucho más sentido decir que es la jerarquía racial) es sencillamente aberrante y antihistórica.
Juan Bautista Alberdi (1810-1884) fue un destacado liberal argentino y un furibundo antiespañol (a pesar de su origen), llegando a defender que Argentina debía alejarse de España incluso en la lengua, porque «desde la República, somos hijos de la Francia…».
Sin embargo…
Tras viajar a Europa y conocer España en 1843, Alberdi comprendió que América había sido poblada por «la más hermosa de las razas europeas, la noble raza española (…) No ataquemos a la raza española, porque eso es lo que somos, ni su obra, porque es el mundo que habitamos…».
En España «estará por largo tiempo nuestra gran capital: no nos gobiernan ya sus reyes (…) pero el yugo de su acción anterior, la influencia de su poder pasado, nos es tanto más difícil sacudir (…) radicados hasta en la forma de nuestros cráneos y la sangre de nuestras venas…»
Los fueros medievales españoles castigaban con la pena capital a las mujeres que se acostaran con musulmanes o judíos, así como también incluso a los infieles que se acostaran con prostitutas cristianas. Veamos algunos ejemplos…
Imagen: ejecución en Alemania.
«Si alguna christiana fiziere forniçio con judio o con moro o con onme de otra ley, seyendo fallados en el lecho, o si les fuere sabido por pesquisa derecha, amos sean quemados»
Fuero de Soria, leyes similares se encuentran también en los fueros de Béjar o Iznatoraf.
Sepúlveda:
Según el Fuero de Tortosa «a la mujer cristiana le correspondía la muerte en las llamas, mientras que el judío o el musulmán habría de ser arrastrado por bestias, en una ceremonia del castigo particularmente degradante».
También existían estas leyes similares en Navarra:
En las investigaciones de Limpieza de Sangre en la América Española los testigos declaraban cosas como:
«…ambos limpios de toda mala rasa, de Indio, negro, ni Mulato».
«…ha sido havido conocido y reputado por hombre blanco sin maculas ni mescla de mala rasa…».
En «El vasallo Instruido» (1789), dedicado al virrey de Nueva Granada, se lee que del nacimiento depende el carácter, y que los españoles (incluyendo a los criollos) «representan el más distinguido carácter en el pueblo americano, gloriándose de ser originarios de la Europa».
En 1612 el presbítero Fernández de Ribera se postuló para notario inquisitorial en Jodar (Jaén), como era habitual, se enviaron investigadores a su pueblo para comprobar si «todos y cada uno» de sus antepasados «an sido y son Christianos viejos, limpios, de limpia sangre, sin…».
El Imperio Británico promocionó el mestizaje en Australia o Canadá desde mediados del siglo XIX, buscando disolver a los nativos mediante su asimilación total en la sociedad británica, algo que nunca hizo el Imperio Español.
En Australia, las autoridades británicas sustraían a niños aborígenes y mestizos de las comunidades nativas para su educación en internados, misiones o adopción por familias blancas, buscando su asimilación y futuro matrimonio con blancos.
Se consideraba que los aborígenes estaban condenados a la extinción y que sólo podrían sobrevivir integrándose racialmente entre los colonos.