A ver, esto no es verdad. De hecho, entre los romanos, se reconocían dos géneros... pero solo un sexo (si hablamos en términos modernos). El cuerpo era único, y si salía bien, salía hombre, y si estaba a medio cocer, salía mujer. Era solo una cuestión de grado.
Aun así, el binario era un poco meh, y pensaban que era completamente natural que a una señora le saliera pene y se apuntara al ejército o que el señor Aresconte hubiera nacido sin el mismo. Ni que un efebo se convirtiera en mujer.
Es más, reconocían dos géneros para SU sociedad, pero griegos y romanos sabían q otras culturas tenían divisiones diferente. Así, por ejemplo, nos cuentan q los escitas tenían tres géneros. También los sacerdotes de Cibeles, que se castraban, se situaban fuera del género binario
Cuando los conquistadores varios llegaron a América se dieron cuenta de que la división binaria tampoco era tan universal como creían. En América del Norte muchas sociedades tenían más de dos géneros. Los Dos Espíritus, muchas veces con carácter sagrado. Les despreciaron.
Aun hoy tienen mil problemas para integrarse legalmente porq Estados Unidos impone un género binario que, simplemente, no les cuadra. Lo mismo pasa con los hijras en la India, usados para la prostitución. Somos NOSOTROS quienes hemos impuesto el binarismo. researchgate.net/publication/31…
Más allá de los Dos Espíritus, otras sociedades tienen más de dos géneros. Tenemos a muxes en méxico, fa'afine en Samoa, vehine mako de las Islas Marquesa... en Siberia, los chukchee, de hecho, tienen más de tres géneros. ¿Sus categorizaciones valen menos que las nuestras?
Ahí entra la segunda parte. A ver si vamos a descubrir que la ciencia tiene sesgos. Igual que con la racialidad, la ciencia ha creado una serie de categorías que son CULTURALES, no hechos objetivos y asépticos. Son nuestra forma de ordenar el mundo, ni más ni menos.
Y, al igual que con la racialidad, ni coincide en todas partes el número de categorías, ni por qué se crean, ni dónde se pone el limite. Que tú eres blanco aquí, pero racializado en Estados Unidos, por ejemplo. Y, como categorías culturales, además, se cargan de significado.
Que la ciencia haya dicho que igual se colaron con lo de las razas no quita que sigan teniendo un significado cultural y unas discriminaciones en torno a ello. "Yo quiero abolir la raza" "Solo existe una raza, la humana" o "Yo solo veo personas" son perogrulladas.
Así que no, no siempre ha habido "dos sexos", ha habido menos y más. Y, no, tampoco las realidades trans las inventó Butler.
Dejemos de naturalizar conceptos culturales como si fueran la esencia de la humanidad. Porque apesta y esa SÍ es la base de la opresión que sufrimos.
Si os interesa el tema, además de lo que he colgado, es interesante el libro de A. Surtees y J. Dyer "Exploring Gender Diversity in the Ancient World", o la de J. A. Nieto, "Transexualidad, intersexualidad y dualidad de género"
Bueno, el señor ha demostrado cómo combate la masculinidad tóxica prefiriendo quedarse con la duda a pedir algo por favor a una mujer. Pero igual el resto queréis saber.
Sí, las mujeres trabajaron en la mina. No, no podían legalmente en muchos casos. Sí, pelearon por ello.
En Asturias, por ejemplo, no tenían permitido bajar o barrenar, pero trabajaban transportando material, lavando... y sí, alguna vez timaron al sistema susituyendo a sus maridos muertos en la mina.
Muchas trabajaron allí, cobrando menos que sus compañeros. elvalledeturon.net/historia/miner…
Tenemos que irnos a los últimos años del siglo XX y a un recurso al Constitucional para que dejaran oficialmente a las mujeres bajar a las minas asturianas. Llevaban luchando mucho tiempo. Y luego bajaron a la mina cada vez más, pese a la discriminación: elvalledeturon.net/historia/miner…
La epigrafía es maravillosa cuando se trata de estudiar una sociedad. Nos indica de qué se sentían orgullosos sus ciudadanos, a quién honraban y a quién adoraban, nos muestra escenas de cotidianeidad e intimidad, y también de ostentación. Pero...¡ay! siempre hay un pero...
Mucha de esa epigrafía es funeraria, y eso significa que estamos viendo un último adiós. Y, a veces, solo podemos intuir parte de la historia. Como aquí, una madre y su hija, que acaricia o tiende un juguete a su perrillo, quizás una última vez. Timakratea ¿es la madre o la hija?
O podemos ver el último adiós de una esposa y su esposo, un último gesto de cariño. Un "no te preocupes, te espero al otro lado". Quizás, aunque el matrimonio no pretendía se un nido de amor, a veces, pese a todo, lo había.
Not otro día sin que una supuesta feminista me malgenerice porque si no le doy la razón debo de ser un hombre, y diciendo que las mujeres son inferiores físicamente y seres de luz. No, gente, el feminismo no es esto.
Bueno, miento, una parte del feminismo sí ha sido así siempre porque, sorpresa, el ser mujer no te quita otro tipo de privilegios, ni el poder ejercer violencia. Estos mismos argumentos se usaron contra las lesbianas en la época de la Segunda Ola, en la Lavender Menace.
Y por referentes, no creáis. La mística de la feminidad, de Betty Friedan es una maravilla de libro, pero ella era...err... cuestionable. Y sí, ejercía violencia, y sí, decía q otras mujeres eran "reproductoras del patriarcado" y una amenaza en los espacios no mixtos y cosas así.
Hay pocos elementos que se hayan asociado a la feminidad que se hayan considerado positivos en el patriarcado, pero algunos se han construido como especialmente negativos. El principal: la menstruación, una sangre venenosa que convertía a la mujer en un peligro.
Concebida por los médicos como un desecho, debido a que la mujer no podría "cocer" adecuadamente la comida, se consideraba un elemento tóxico. También se consideró que el momento más fértil, por otro lado, era justo después de la "limpieza". Cracks, máquinas, genios.
De ahí el concepto de menotoxicidad. La menstruación era peligrosa. Podía estropear espadas y espejos, matar abejas y topillos, hacer abortar a las yeguas, agostar las viñas, causar rabia o matar a los hombres que tuvieran relaciones con una menstruante.
Resulta que hoy es el #DiaMundialDelGato, así que voy a contaros una historia. Una de cementerios, santuarios, regresos al mundo de los vivos y recuerdos.
Empieza en Roma, en el cementerio acatólico. Uno precioso, en el que se respira paz.
Uno en que podemos encontrar la tumba de Keats, "uno cuyo nombre está escrito en el agua", y los ángeles conviven con restos arqueológicos y kanjis. Un cementerio en que la paz tiene guardianes: los gatos del santuario, que también tienen sus tumbas.
El caso es que allí, también, se encuentra la tumba de Gramsci. El del Partido Comunista Italiano, encarcelado por Mussolini y que murió por una mezcla de la cárcel y la tuberculosis. Muy romántico todo.
Igual una cosa es llevar tacones por monumentos pedregosos, que igual mueres... pero más allá de eso, y de que cada cual viste como quiere, las fotos son y pueden ser parte de la experiencia de un viaje. No solo como un recuerdo o por "postureo" (que lo hay más allá de las fotos)
Las fotos te permiten captar lo efímero, el momento que llega y pasa en un suspiro, pero también te obligan a estar atentos a esos detalles, a lo pequeño, a la luz cambiante, al segundo en que nada pasa, y al segundo en que pasa todo. Un gesto congelado en el tiempo.
Por otro lado, te obliga también a pensar en qué estás viendo, más allá de la inconsciencia. A pensar cuánta luz hay, de dónde viene, a pensar en la composición de lo que ves y en sus colores. Te obliga a ver qué pasa en primer plano y qué pasa de fondo. A analizar.