En la Edad Media existían en Europa cientos de unidades políticas. Dije bien, cientos. Y de esa fascinante fragmentación surgió el genio político, cultural y económico de nuestra civilización. (1/7)
Taifas, ciudades-estado, reinos y principados eclesiásticos convivían sin gran problema en el espacio europeo (los problemas serios vinieron después cuando confrontaron grandes Estados) (2/7)
y esta variedad permitió el desenvolvimiento de libertades, de cultura y de mercados que construyeron buena parte de lo que somos. (3/7)
Pero todo este esplendor fue borrado con la llegada de los modernos Estados nacionales, que para legitimarse tuvieron que borrar y también denigrar este pasado. (4/7)
Las taifas, por ejemplo, en la historiografía hispana, son difamadas como una era de caos y confrontación que no se corresponde con lo que fueron realmente: una era de gran esplendor cultural y prosperidad económica. (5/7)
Los historiadores de los modernos Estados "nacionales" europeos hicieron algo semejante con sus reinos y principados medievales e hicieron todo lo posible por borrar su memoria o por infravalorarlos. (6/7)
Siempre me hizo gracia, por ejemplo, que el orden de los reyes de España corresponda con el de los reyes de Castilla, como si no hubiese otros reinos en la configuración del actual Estado español. (7/7) #PaleoLET
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