📽️ Aún tengo bastante que pulir, pero así está quedando la visualización interactiva en que estoy trabajando estos días.
El vídeo muestra las obras públicas adjudicadas a la empresa constructora cántabra COPSESA.
Me ha llamado la atención que una obra se extiende hasta… ¡2041!
Parece una mera reparación de baches en una carretera y el importe no llega a 50.000 €… Sin embargo el dato oficial que publica el Estado lo confirma: el plazo de ejecución son ¡20 años!
Tiene toda la pinta de ser un error en los datos. 🤷♂️
Otro más.
He aquí una porción de los contratos públicos actualmente en ejecución por esta compañía. Cada barra roja es una adjudicación y representa la fecha de inicio y la duración estimada del contrato. Se aprecia cómo van finalizando en 2024, 2025…
Un tercer y último caso, en este caso de la empresa vasca IBERMÁTICA, SA.
Tengo aún mucho que mejorar en la estética y la usabilidad de este trabajo, pero sirva como ejemplo de una visualización alternativa a las clásicas e infumables tablas de adjudicaciones de obras públicas…
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Analizar informáticamente la contratación pública es complejo por dos razones:
1. La complejidad de la Ley de Contratos del Sector Público 2. La mala calidad de los datos que publican los órganos de contratación
En este hilo voy a ahondar en ello y poner un ejemplo.
Sobre lo primero poco se puede hacer: la ley es compleja porque la contratación pública es compleja: hay miles de órganos de contratación, desde empresitas públicas hasta ministerios, comprando desde caramelos a fragatas de guerra.
Hay licitaciones, pliegos, acuerdos marco, presupuestos, modificaciones, regulaciones armonizadas, programas de financiación, lotes, divisas, condiciones, sistemas dinámicos de adquisición, criterios objetivos y no objetivos, requisitos técnicos, financieros…
Estuve leyendo sobre Ludwig Wittgenstein, un notable filósofo del s. xx. Llegué a él saltando desde Bertrand Russell; ambos eran filósofos y matemáticos.
A veces unas hebras tan dispares se trenzan en raros personajes como estos o como Kurt Gödel.
Soy un profundo ignorante de casi todo. Y la filosofía no es una excepción. A falta de conocimiento y de inteligencia, trato al menos de guardar el fuego de mi curiosidad.
Así llegué a la obra capital de Wittgenstein, su Tratado lógico-filosófico.
Del Tractatus se dice que, pese a su brevedad, es una de las obras más complejas de la filosofía de los últimos cien años.
Me lancé a la piscina de hojearlo con tanto atrevimiento como falta de convicción. Y tal y como intuía, no entendí nada. Ni cinco minutos resistí el asalto.
El observatorio anunciado hoy por la @SEDIAgob llueve sobre lo mojado por el Observatorio de Emprendimiento Digital del año pasado. Que en realidad es —ojo— un observatorio creado por otro observatorio, el @ONTSI. #inception
Éramos treinta y tantos en aquel aula de COU. Y cada cual peleaba como podía contra el sopor de la sexta hora de clase. Los más, con la mirada clavada en un punto imaginario, solo de cuerpo presentes. Alguno tomando apuntes.
Yo hablaba ora con mi par a un flanco, ora al otro.
El profesor de Física, la barba decidida, imparte en pie la materia como su evangelio un mesías.
La Ley de Boyle.
O la de Dalton.
O la de Ohm, qué más daría.
Nombres de hombre para las leyes naturales.
En las aulas del instituto milénico dos son los atributos de la más alta magistratura: la mesa del profesor y el privilegio de su silla acolchada: confortablemente acolchada la banqueta, ergonómicamente alcolchados los dos brazos.
Y como en los despachos siguen haciéndose los longuis… Pues he desplegado la más mortífera arma del exiguo arsenal del ciudadano contestatario: los memes y el sarcasmo. Este es el corto que rodé y presenté a los Goya para visibilizar esta pelea. 👇😂