Este domingo se realizará en la República de Cuba el referéndum sobre el nuevo #CodigoDeLasFamilias. ¿Cómo es el proceso? ¿Qué significa esta legislación? ¿Cuál es el contexto?
El #CodigoDeLasFamilias que se propone regiría en muchos aspectos, pero lo más publicitado es que garantizaría el matrimonio igualitario, convirtiendo a Cuba en el 34º país en aprobarlo. Interesante si se tiene en cuenta la complicada historia del colectivo LGBT en este país.
Uno de los últimos cinco estados constitucionalmente socialistas de la Tierra, Cuba ha polarizado a América Latina durante las últimas seis décadas desde la Revolución de 1959. No nos enredaremos con la parte histórica porque queda para otro hilo (más adelante prometo hacerlo).
Lo básico (y ampliamente conocido) es que Cuba no es una democracia. El Partido Comunista de Cuba, único partido legal, controla todos los aspectos de la vida social y política de los cubanos. Habitualmente es enlistado como el país más autoritario y menos libre de América.
Tras la Revolución, el régimen de Fidel Castro revistió una durísima retórica machista y homofóbica, considerando la homosexualidad como "desviada" y un "vicio capitalista". Hay reportes de fusilamientos y encierro de personas LGBT en brutales campos de concentración.
El régimen relajó esta retórica entre 1979 y 1987, cuando la mayoría de la legislación que criminalizaba la homosexualidad fue derogada. Aún así, continuó habiendo varias disposiciones homofóbicas en el Código Penal cubano hasta que fueron retiradas a fines de la década de 1990.
Desde entonces, el régimen pasó más que nada a la ambivalencia y carece de un discurso concreto sobre lo LGBT (fuera de una vaga retórica progresista para limpiar su imagen en el exterior). En general evita la cuestión para no agitar un debate que provocaría divisiones internas.
Lo cierto es que la homofobia estatal en Cuba sigue siendo alta, y es común que los agentes de información del régimen recurran a la orientación sexual (supuesta o real) de activistas o periodistas opositores para desacreditarlos.
Así las cosas, la cuestión LGBT que finalmente deriva en la lucha por el matrimonio igualitario es quizás el debate más polémico y abierto que Cuba ha enfrentado jamás, por el propio cambio que tuvo tanto la sociedad como la postura del régimen castrista. Con eso llegamos a 2019.
El activismo LGBT cubano, aunque con presencia oficialista, se las ha arreglado para mantenerse relativamente transversal (a pesar de que la situación política lo vuelve casi imposible). Un ejemplo fue la primera manifestación LGBT no oficial del #11M de 2019, que fue reprimida.
Ese año reemplazó la constitución de 1976 con una nueva. Se debatió colocar el matrimonio igualitario, pero finalmente se decidió no hacerlo para evitar una oposición generalizada. La constitución fue aprobada con el 90% de los votos, sin que se permitiera una campaña por el NO.
En su lugar, el régimen abolió el apartado que definía el matrimonio como "la unión entre un hombre y una mujer" por "la unión libre entre dos cónyuges", lo suficientemente vago como para que el régimen pudiera legislar al respecto en un nuevo #CodigoDeLasFamilias.
El borrador del #CodigoDeLasFamilias se publicó hace poco más de un año y se realizó un "proceso de consulta popular" que acabó en la modificación de casi un 50% de sus disposiciones. El régimen decidió someterlo a referéndum a pesar de las críticas de grupos LGBT.
Además del matrimonio, el Código metería de un plumazo una gran cantidad de garantías para el colectivo, desde la adopción hasta los derechos de gestación subrogada. También abarca varios derechos de las infancias.
Pero no todo es color rosa por más que el régimen se limpie así.
El debate es increíblemente polémico dentro del mismo movimiento LGBT, porque sería la primera vez que un régimen autoritario garantizaría el matrimonio igualitario. Todos los demás que lo han hecho son democracias consolidadas. Es imposible que no abra sentimientos encontrados.
A esto se suma la vía del referéndum para imponerlo. Hablamos de un régimen que no le ha preguntado a sus ciudadanos nada o casi nada en sesenta y tres años, y se denuncia como hipócrita que elija justamente el derecho de las personas LGBT a casarse para someterlo a votación.
Los activistas LGBT cubanos (oficialistas o no) en general apoyan el Sí (con excepciones). Defienden el logro independientemente del trasfondo político y algunos consideran que haber pasado del campo de concentración al matrimonio es más bien una "claudicación" para el régimen.
La oposición al Código proviene de sectores conservadores, entre los cuales destacamos a la Iglesia Católica, y también de opositores que rechazan el Código por varios motivos o creen que un voto alto al NO ayudaría a deslegitimar al régimen. Pocos opositores apoyan el Sí.
Se denuncia que el Código contiene disposiciones "tramposas" sobre todo en lo relativo a la tenencia de los hijos, reemplazando "patria potestad" por "responsabilidad parental", y la posibilidad de perder la misma por "abandono, incluso dejándolo al cuidado de otra persona".
Más de 200 mil cubanos (un 2% de la población) han emigrado en el último año. Muchos se van sin sus hijos (por los peligros que conlleva), con el objetivo de sacarlos de forma segura después. Se cree que tal disposición podría usarse para retirarles la custodia a los migrantes.
La Cuba actual es distinta a la de 2019. La pandemia devastó económicamente a la isla por la debacle de la industria turística (fuente clave de ingresos) y puso en evidencia las falencias del sistema de salud (cuando hasta entonces Cuba se vendía como una "potencia sanitaria").
La situación provocó un crecimiento considerable de la oposición pública al régimen, deviniendo en un sorpresivo estallido social el 11 de julio de 2021 (#11JCuba), y un intento inédito de organizar legalmente una manifestación opositora en noviembre, reprimido con dureza.
Esto, sumado a lo relativamente abierto del debate de la cuestión LGBT por la ambivalencia del régimen (con opositores dentro y fuera de él), conducen a un extraño resultado: esta es quizás la votación más incierta que se vaya a realizar en Cuba desde el triunfo de la Revolución.
Sin embargo, la campaña ha sido todo menos libre. El régimen se ha movilizado con firmeza por un triunfo del #CodigoSi y ha desplegado la maquinaria estatal para garantizarlo. La propaganda favorable al Sí ha copado absolutamente todos los medios de información estatales.
Sí, Cuba ha cambiado, pero el régimen se niega a aceptar su nueva realidad. Nuevas medidas represivas (un nuevo Código Penal draconiano que restaura la pena de muerte, mayor presencia policial en la calle) anticipan que el final de la dictadura no será, ni mucho menos, pacífico.
No se ha tolerado una campaña organizada y abierta por el #CodigoNo o por el #YoNoVoto. Del mismo modo, se considera que el régimen (que controla todos los órganos de gestión electoral de manera muy opaca, sin presencia de observadores) puede publicar los resultados que desee.
La mayoría de la oposición (que no está organizada y en general se encuentra dividida) ha recurrido al abstencionismo en los procesos electorales debido a que no existe ningún tipo de observación o garantía, ni se permite sufragar a la diáspora. Básicamente #EnDictaduraNoSeVota.
A pesar de esto, algunos grupos de oposición (sobre todo conservadores) han aceptado defender un voto al #CodigoNO (aunque esto pudiera implícitamente sugerir reconocer la institucionalidad castrista como válida). Su enfoque se ha limitado a Facebook y Twitter. #YoVotoNo
Si tomamos por competitivo el referéndum, el voto de los cubanos rurales podría ser interesante. Estos tienden a ser más susceptibles a la propaganda oficial y ser leales al régimen, pero también suelen sostener la antigua retórica machista y conservadora del castrismo primitivo.
El régimen parece tener esto en cuenta y de hecho la referencia al matrimonio igualitario en su "campaña" oficial ha sido dentro de todo limitada (fuera de la alta publicidad en el exterior). Le han dado mayor centralidad a "los derechos que adquirirían niños y ancianos".
Un triunfo del #CodigoSi podría dar cierto aire al régimen y, en cierto sentido, un triunfo del #CodigoNo podría permitirles vender la idea de que Cuba es una democracia. Sin embargo, el modo en la que el régimen se la juega por el Sí da a entender que no contempla tal escenario.
La votación se realizará de 7:00 am a 6:00 pm. El voto no es legalmente obligatorio, pero se suele instar a los cubanos a votar de manera "sugestiva".
En Cuba🇨🇺 es una hora (y 60 años) menos que en Argentina🇦🇷.
#Venezuela🇻🇪 - A 25 de marzo, la situación electoral en Venezuela continúa incierta por la negativa del CNE (vinculado al régimen) de inscribir la candidatura de la principal coalición opositora.
¿Qué está pasando y qué puede pasar?
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Pese a los Acuerdos de Barbados, que en teoría preveían una hoja de ruta para "elecciones libres con observación internacional", el régimen de Nicolás Maduro persistió en inhabilitar a María Corina Machado, que arrasó en las primarias de la Plataforma Unitaria de octubre de 2023.
Machado ha estado entre las figuras más vocales de la oposición al chavismo desde sus comienzos. Representa a un sector de la oposición venezolana más intransigente, que boicoteó las elecciones recientes. Sin embargo, en años recientes ha virado a una actitud más estratégica.
Este domingo la República de El Salvador realizará elecciones generales para renovar su presidencia, así como su Asamblea Legislativa, por el período 2024-2029.
El Salvador es una república presidencial. El presidente (junto a su vicepresidente) es elegido por voto directo para un mandato de cinco años. Si ningún candidato logra más del 50% + 1 de los votos en primera vuelta, se realizará una segunda entre las dos fórmulas más votadas.
La Asamblea Legislativa tiene 60 escaños elegidos por representación proporcional por listas en distritos plurinominales. Su mandato es de tres años, y esta va a ser la primera vez desde 1994 en la que los comicios presidenciales y legislativos se celebrarán el mismo día.
Hoy toma posesión de su cargo el presidente electo de Guatemala🇬🇹, @BArevalodeLeon tras su triunfo en las elecciones de 2023. Sin embargo, a varias horas de terminado el mandato de Alejandro Giammattei, vimos la situación complicarse.
Qué pasó hoy en #Guatemala 🧵👇
Primero el contexto. Guatemala es constitucionalmente una democracia desde la década de 1980, cuando terminaron la última dictadura militar y la guerra civil. Sin embargo, afronta constantes problemas que afectan a sus instituciones, empezando por le índice de corrupción.
En Guatemala rige un esquema, denominado popularmente como "#PactoDeCorruptos", que controla las instituciones, la prensa y la economía. Los partidos políticos son más bien sellos que candidatos vinculados a la élite local emplean como vehículos de control, no representan ideas.
Este domingo la República Argentina celebrará elecciones generales para renovar la presidencia y parte del Congreso de la Nación para el período 2023-2027.
Argentina es una república federal presidencial. El presidente de la Nación Argentina, jefe de estado y gobierno, y su vicepresidente son elegidos por voto directo en fórmula única para un mandato de cuatro años, con posibilidad de una reelección (o sucesión recíproca) inmediata.
Para ser electo se debe obtener en primera vuelta un 45% + 1 de los votos o un 40% + 1 con una diferencia de más de diez puntos respecto al segundo candidato más votado. Si nadie lo logra, se realizará una segunda vuelta entre las dos fórmulas más votadas el 19 de noviembre.
Mañana la República del Ecuador realizará la segunda vuelta de sus elecciones presidenciales, definiendo al presidente para completar el período 2021-2025.
El presidente del Ecuador, jefe de estado y gobierno, es elegido por un sistema de segunda vuelta para un mandato de cuatro años, con posibilidad de una sola reelección. Si ningún candidato suma el 50% + 1 o 40% con una diferencia de 10%, se realizará una segunda vuelta.
Estas elecciones responden al procedimiento conocido como #MuerteCruzada, decretado por el presidente Guillermo Lasso (elegido en 2021) para adelantar tanto las elecciones presidenciales como las legislativas, aunque solo para completar el resto del mandato hasta 2025.
Este domingo la República de Polonia celebrará elecciones parlamentarias para renovar ambas cámaras de su Parlamento, el cual investirá al próximo gobierno de la nación europea.
Polonia es una república parlamentaria. El presidente (hoy Andrzej Duda) es el jefe de estado electo (la última elección fue en 2020), mientras que el primer ministro (hoy Mateusz Morawiecki) es el jefe de gobierno, responsable ante la legislatura, cuyo mandato es de cuatro años.
El Parlamento es bicameral. El #Sjem, cámara baja, tiene 460 escaños elegidos por representación proporcional por lista abierta en 41 distritos plurinominales. El umbral es de 5% para partidos y 8% para coaliciones, pero no aplica para listas que representen minorías étnicas.