🧛🏻♂️ Drácula es el vampiro por excelencia, la criatura de la noche más famosa de todos los tiempos. Y se sabe que Bram Stoker se basó en Vlad III para crearlo pero...
🦇 ¿Y si Stoker hubiese tenido una inspiración más céltica? Bienvenidos a un hilo sobre muertos vivientes.
Los vampiros son criaturas que existen en los mitos y las leyendas de buena parte del mundo, adoptando muchas formas y comportamientos. Pero siempre coinciden en algo: se trata de criaturas regresadas de la tumba. ¿Tiene el folklore gaélico algo así? Pues lo cierto es que sí.
Los Neamh Mairbh son descritos muchas veces como vampiros de origen celta, precisamente porque su nombre en gaélico podría traducirse por "muerto viviente". Sin embargo no son vampiros en el sentido literario de la palabra (como los vampiros góticos), sino mitológico.
Criaturas que tras la muerte regresan al mundo de los vivos por algún tipo de magia oscura o maleficio. Incluso existen leyendas que vinculan a los Neamh Mairbh con la magia negra. Como si durante su vida hubiesen sido poderosos nigromantes convertidos en esto tras la muerte.
El historiador irlandés Patrick Weston Joyce recogió en el siglo XIX una antigua leyenda gaélica que hablaba sobre un ser llamado Abhartach, que podría traducirse por "enano" (dwarf en inglés). Un hechicero de gran poder que causaba toda clase de crímenes y crueldades.
Abhartach era asesinado una y otra vez, pero siempre lograba volver a la vida. Hasta que finalmente, tras consultar a un druida, decidieron enterrar un cadáver cabeza abajo. Y cuentan las historias que en Slaghtaverty. Irlanda, aun permanece el cuerpo bajo un monumento de piedra.
Aquella criatura, Abhartach, era descrita como uno de los Neamh Mairbh, los muertos vivientes que regresaban por obra de la magia negra. En otras versiones de la leyenda Abhartach es un bebedor de sangre que solo puede morir atravesado por una espada hecha de madera de tejo.
Aquí ya se unen diferentes conceptos interesantes:
-Una criatura con poderes mágicos que no puede morir por medios normales.
-Siempre que es asesinada, vuelve a la vida.
-Bebe sangre.
-Puede "morir" si es atravesada por madera de tejo y enterrada boca abajo.
Todo esto ya nos puede ir recordando más al mito del vampiro, o al menos a su versión literaria. ¿Pero qué tiene que ver Bram Stoker en todo esto si su versión del vampiro se basaba en Vlad III, conocido como El Empalador? Tal vez su vampiro no estuviese basado en Vlad...
Stoker conocía parte de la historia real de Vlad III, de su campaña contra los turcos y del principado de Valaquia. Y sin duda emplea esos datos en su novela. Drácula toma su nombre del príncipe rumano y utiliza las tierras de Transilvania para levantar su castillo gótico.
Sin embargo, todo eso es el aspecto formal. Con ello Stoker está construyendo la figura del aristócrata seductor que habita un frío y solitario castillo, no la del monstruo que bebe sangre y regresa de la tumba. ¿De donde pudo sacar esa otra idea? Bram Stoker era irlandés...
Es muy posible que estuviese familiarizado con las leyendas y los cuentos de fantasmas gaélicos. Más y cuando el pertenecía al ambiente literario que bebía de todo ese folklore oscuro. Y de ser así, Drácula sería una mezcla entre el Neamh Mairbh irlandés y el príncipe rumano.
A esta teoría se suscriben investigadores y escritores como Elizabeth Miller, académica especializada en la obra de Stoker, o Bob Curran, escritor especializado en el tema de los vampiros. Ideas que trasladarían el eje cultural del este europeo hasta la isla esmeralda.
¿Cambiaría esto a Drácula? Puede que modificase la estética del vampiro tal y como la conocemos, desplazándola del gótico literario a un punto más mitológico y oscuro. Quizás haciendo más énfasis en la magia negra que en lo romántico. Aunque su esencia vampírica permanecería.
Aquella que habla de vencer a la muerte no a través de lograr la trascendencia, sino de la hechicería, de los pactos con lo demoníaco y con la constante parasitación de la energía de los vivos. Energía vital que no adopta mejor forma que la sangre, porque the blood is the life!
• • •
Missing some Tweet in this thread? You can try to
force a refresh
Desde los tiempos remotos se ha contemplado la existencia, no sólo de lugares de poder, sino también de tiempos de poder. Periodos mágicos insertos en esa rueda del eterno retorno anual y sujetos a los ciclos naturales.
Aquellos que nos precedieron valoraban el poder que desprendían los Solsticios y los Equinoccios, así como otras fechas sagradas cuya celebración puede remontarse a la noche de los tiempos.
Precisamente una de esas mágicas noches de tiempos antiguos, sujeta a los ciclos solares, es de la que ahora procede hablar: La Noche de San Juan.
El 𝑀𝑎𝑙 𝑑𝑒 𝑂𝑗𝑜 es el maleficio más famoso de todos los que existen. Una maldición que es tan antigua como el propio mundo y que se encuentra dentro del folklore y las creencias de casi todos los pueblos.
Y aunque hay quien lo considera una vulgar superstición, lo cierto es que su creencia puede ser encontrada en todos los rincones de la sociedad. Es por esta razón que el Mal de Ojo ha sido uno de los fenómenos más estudiados de la historia.
Porque sí, los maleficios y otros tipos de prácticas mágicas se estudian en serio de forma académica. Las maldiciones se estudian desde la antropología, la etnografía, el folklore, la psicología e incluso la medicina. Muchas áreas porque existen muchas facetas.
Pitágoras, el célebre filósofo del mundo antiguo, pasó a la historia como uno de los mayores matemáticos, cuyo teorema se sigue utilizando en la actualidad. Sin embargo, mucho menos conocida era la dimensión profundamente esotérica que tenía el pitagorismo.
Para los pitagóricos, el origen de todo, el arjé (ἀρχή), era el número. Y todo lo demás se articulaba en torno a este principio. De ahí que las matemáticas fuesen realmente el lenguaje del cosmos. Y junto a esta creencia también sostenían otras relacionadas con el alma.
Si atendemos a los testimonios antiguos, las doctrinas pitagóricas enseñaban que el alma era inmortal y que además podía reencarnarse en diferentes cuerpos tras la muerte. Pensaban que el tiempo es cíclico, no lineal. Y que al igual que cree el animismo, todo está dotado de vida.
En esta frase extraída de Sobre los dioses y el mundo" fundió Salustio toda la esencia de la mitología. Él decía que los mitos, al igual que los dioses que aparecen en ellos, son divinos.
Las esencias de los Dioses no han sido creadas, pues lo que siempre existe nunca ha sido creado. Y del mismo modo tampoco tienen cuerpo ni habitan un lugar físico. Es decir, que los Dioses no residen físicamente en el Monte Olimpo, o en los Cielos, o bajo colinas y túmulos.
¿Por qué entonces en los mitos se les concede un lugar físico a los Dioses? ¿Por qué se les concede un cuerpo físico similar al de los hombres? ¿Por qué se les atribuye un origen y un final? Porque lo importante del mito, como en los dioses, es la esencia divina que transmite.
Cuando los perros ladran a ese algo invisible que se esconde en los rincones de la casa, o a ese viento que agita las hojas secas durante la noche, en realidad ladran a Melínoe. A veces diosa, otras ninfa; oscura y luminosa a partes iguales pero siempre ligada a los fantasmas.
Cuentan los mitos que Melínoe era hija de Perséfone y de Zeus, quien se había disfrazado de Hades para seducir a su esposa. Por tanto, era descendiente tanto de los poderes celestes, como de las fuerzas ctónicas. Esto la convierte también en psicopompo, guía de los muertos.
También solían acompañarla los malos pensamientos, las pesadillas, las alucinaciones. A veces incluso aparece como un aspecto más de la diosa Hécate, quien presenta atributos similares a los de Melínoe. Y lo cierto es que esta diosa también está asociada a la magia.
Ahora, con el frío invernal sobre nosotros, comienza la época de las sombras. Es el momento de los monstruos, el tiempo de los locos. Es ahora cuando los fantasmas y los pecados caminan libremente, porque este y no otro es su momento. El tiempo de las mascaradas.
Pero el tiempo de la máscara no es únicamente tiempo ordinario, por eso es corto y largo al mismo tiempo. Tiene lugar los días mágicos que van desde Navidad a la Epifanía, pero trasciende los límites del reloj y el calendario. Las doce noches mágicas llegan incluso hasta junio.
Todo comienza en Navidad, durante el Solsticio de Invierno, el gran umbral. Monstruos cornudos recorren las montañas, Santa Klaus viaja por los cielos como un brujo del mundo antiguo, y los hombres lobo descienden a los infiernos para combatir a las fuerzas del mal.