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Existen numerosas leyendas sobre cómo alguien se convierte en vampiro: una muerte violenta y terrible, la falta de un rito funerario apropiado o una maldición en el momento de morir son comunes. Pero también existe el deseo explícito de ser vampiro. Y ahí entra la magia negra.
Los vampiros son criaturas que existen en los mitos y las leyendas de buena parte del mundo, adoptando muchas formas y comportamientos. Pero siempre coinciden en algo: se trata de criaturas regresadas de la tumba. Stoker no inventa al monstruo, sólo le otorga una nueva cara.
Así, espíritus elementales, númenes y dioses acabaron convertidos o sincretizados con santos en la nueva religión. Cambia la forma, pervive el fondo.
Lo primero que hay que entender es que aunque la meditación forme parte central de algunas religiones, como el budismo o el hinduismo, NO se trata de una práctica vinculada a ninguna religión. Puede ser hecha por cristianos, budistas, paganos o ateos por igual.
Sin embargo, estas tres funciones no han sido igualmente consideradas por todas las culturas ni en todos los momentos de la historia. Las civilizaciones abrahámicas, por ejemplo, han tendido a reducir el sexo a la primera función: la reproducción.
Aquellos que nos precedieron valoraban el poder que desprendían los Solsticios y los Equinoccios, así como otras fechas sagradas cuya celebración puede remontarse a la noche de los tiempos.
Y aunque hay quien lo considera una vulgar superstición, lo cierto es que su creencia puede ser encontrada en todos los rincones de la sociedad. Es por esta razón que el Mal de Ojo ha sido uno de los fenómenos más estudiados de la historia.
Para los pitagóricos, el origen de todo, el arjé (ἀρχή), era el número. Y todo lo demás se articulaba en torno a este principio. De ahí que las matemáticas fuesen realmente el lenguaje del cosmos. Y junto a esta creencia también sostenían otras relacionadas con el alma.
Las esencias de los Dioses no han sido creadas, pues lo que siempre existe nunca ha sido creado. Y del mismo modo tampoco tienen cuerpo ni habitan un lugar físico. Es decir, que los Dioses no residen físicamente en el Monte Olimpo, o en los Cielos, o bajo colinas y túmulos.
Cuentan los mitos que Melínoe era hija de Perséfone y de Zeus, quien se había disfrazado de Hades para seducir a su esposa. Por tanto, era descendiente tanto de los poderes celestes, como de las fuerzas ctónicas. Esto la convierte también en psicopompo, guía de los muertos.
Pero el tiempo de la máscara no es únicamente tiempo ordinario, por eso es corto y largo al mismo tiempo. Tiene lugar los días mágicos que van desde Navidad a la Epifanía, pero trasciende los límites del reloj y el calendario. Las doce noches mágicas llegan incluso hasta junio.
El Joulupukki, literalmente 𝘭𝘢 𝘤𝘢𝘣𝘳𝘢 𝘥𝘦 𝘺𝘶𝘭𝘦, es la versión finesa de Santa Claus. Un personaje que trae regalos a los niños. Pero todas las leyendas tienen un origen y muchos de esos orígenes son más oscuros de lo que pensamos. La esencia del Joulupukki es pagana.
En la antigüedad las sirenas no vivían bajo el mar sino que tenían alas. En épocas posteriores, seguramente a partir de la Edad Media, estas criaturas de la mitología clásica se mezclaron con criaturas legendarias de otras partes de Europa, convirtiéndose en mujeres pez.
Este es precisamente uno de estos cuadros: "Iván el terrible y su hijo Iván el 16 de noviembre de 1581" (Иван Грозный и сын его Иван 16 ноября 1581 года), del pintor ruso Ilya Repin. Una pintura creada entre 1883 y 1885 que ya fue muy polémica desde su nacimiento.
Y con estos fantasmas se avivan también las llamas del debate religioso. No faltan los grupos cristianos que durante estas fechas realizan toda clase de manifestaciones en contra de Halloween.
Pero, ¿son realmente el conocimiento y la sabiduría enemigos declarados de la felicidad? Lo cierto es que, aunque pudiera parecer que la ignorancia es la base de una vida feliz, la auténtica felicidad se le escapa por completo al ignorante. La filosofía y el mito tienen la clave.
En primer lugar, hay que aclarar que los demonios son espíritus angélicos. Es decir, que son seres puramente inmateriales. No tienen cuerpo físico; no tienen rostro, no tienen manos ni piernas, ni tampoco alas, ni cola o cuernos de ninguna clase. Y su esencia es de ángel.
Y entre ellos, frecuentemente olvidadas, han estado las mujeres de luz. Desde las diosas paganas hasta las santas cristianas, pero sin dejarnos atrás a las videntes, las brujas, las poetisas del sufismo y las yoguis del Dharma.
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Representar brujas y hechiceras en el arte no era algo nuevo, pero sí la forma en la que estas aparecían. Con anterioridad, la bruja era representada como un personaje decrépito, como una anciana, como algo monstruoso. Porque la fealdad era un símbolo del mal.
Inquisiciones e inquisidores han existido muchos a lo largo de la historia y no todos ellos vinculados al cristianismo. Y con demasiada frecuencia el devenir nos ha mostrado cómo los perseguidos terminan por convertirse en perseguidores llegado el caso. No es algo del pasado.