Hay gente que parece que vive 4 o 5 vidas. Antonio Ramos vivió como 20.
Fue soldado en el fin del mundo.
Creó el primer cine en China.
Fue contrabandista de películas.
Se vio envuelto en un asesinato Hollywoodiense.
Y volvió a España para hacernos un regalo.
Hilo
Dice David Mamet que durante las noches de la prehistoria, como el Homo sapiens no podía cazar, ni recolectar, se reunía en torno al fuego a contar historias.
En el siglo XX, sustituyó el fuego por una pantalla, pero el concepto era el mismo.
Porque las mejores historias siempre ocurren en una sala a oscuras.
Así que apagad las luces, porque la película va a empezar y esta está llena de peripecias.
Supongo que todos habréis escuchado una y mil veces que los hermanos Lumière inventaron el cine...
En mi opinión, inventaron la tecnología para hacer cine.
Pero, yo creo que el cine nació en otro lado.
Nació en las barracas ambulantes. Nació en las carpas de circos, entre mujeres barbudas y osos danzarines. Nació en la esperanza de conseguir una moneda más.
Nació alrededor de una idea: las imágenes en movimiento como espectáculo.
Lamentablemente, la mayoría de esos pioneros que se embarcaron en la aventura de llevar su cinematógrafo de pueblo en pueblo han desaparecido de la historia del cine.
Son una nota a pie de página en un manual universitario.
Como por ejemplo la historia de Don Ramírez un español que a principios del siglo XX viajó a Constantinopla (sí, he dicho Constantinopla) para proyectar por primera vez una película.
Pero el Sultán Abdul Hamid II había prohibido la electricidad en todo el país y era imposible.
(Lo de que había prohibido la electricidad si queréis lo hablamos otro día)
Por suerte, el embajador español consiguió convencer al Sultán para hacer un pase privado en el palacio para que admirara la nueva maravilla de occidente.
El sultán quedó tan fascinado que contrató al propio Don Ramirez para ser su camarógrafo personal y le grabase en sus actos.
Pero se hay una nota a pie de página de esos pioneros españoles que merece contada con detalle es la de Antonio Ramos Espejo:
El español que reinó en el cine mudo chino.
Os dejo un momento para que lo releáis: el español que reinó en el cine mudo chino.
Como toda buena historia, esta comienza con un descubrimiento. El que hizo el profesor Juan Ignacio Toro a principios de los 2000.
Durante una estancia en China, un amigo le comentó que en su asignatura de cine chino aparecía el nombre de un español:
Leimasi (A.Ramos)
El profesor Toro comenzó a investigar y lo que descubrió fue una figura muy importante en Shanghai, que casi nadie conocía en España.
Pero su historia no comienza en China.
Como otros muchos jóvenes españoles del fin del XIX, en su vida se cruzó otro país asiático:
Filipinas
Antonio, como muchos otros españoles, se ofreció como "voluntario" a cambio de una buena suma de dinero para acudir a la Guerra de Filipinas en nombre de otro soldado.
Así su familia ingresaría en Alhama, Granada, un dinero muy necesario para subsistir.
Como todos sabemos, la guerra de Filipinas fue un fiasco y una derrota sin parangón para España.
Pero no para Antonio.
Durante su estancia en Manila descubrió algo que cambiaría su vida:
Un aparato con una manivela que era capaz de reflejar el mundo.
El cinematógrafo.
Aquellas imágenes bailando en blanco y negro.
Aquella luz inverosímil sobre una sábana se coló en la cabeza de Antonio y nunca salió de allí nunca.
La magia del cine le había poseído.
En cuanto terminó la guerra, Antonio se quedó en Manila e hizo el primero de sus negocios:
Compró una cámara a los Hermanos Lumière.
Y con ella tomó las primeras imágenes en movimiento de la historia de Filipinas (lamentablemente se han perdido).
Una película que mostró en su primer negocio en Manila, pero que no tuvo el éxito esperado.
En 1899, Antonio es requerido por el ejército español para combatir una revuelta.
Y Antonio, que es muy listo, coge el primer barco que puede y desembarca en Shanghái.
Y no lo hace solo, con él viaja una idea, un negocio, un sueño: el del cine.
Por si no habéis estado nunca en el Shanghái de principios del siglo XX, debéis de saber que era algo así como el Nueva York actual, una ciudad cosmopolita, llena de nacionalidades y con lugar donde todos soñaban con triunfar.
Por eso Antonio Ramos Espejos viajó allí, porque sabía que si un hombre podía hacerse gigante en aquella época, tenía que viajar a Shanghái.
Allí, con el poco dinero que tenía, alquiló una sala en una famosa tetería, El pabellón del loto verde (nombrazo), y comenzó a proyectar películas todos los días.
Y sin casi darse cuenta, pasó a los anales la historia China, porque inauguró el primer cine del país asiático.
Aquel primario cine tuvo éxito y consiguió el dinero suficiente para poder completar su gran ambición:
El cine Colón.
Un cine como los que conocemos ahora, un teatro destinado a mirar una pantalla. Un lugar con asientos individuales y una sala totalmente a oscuras.
Aquel cine, que después pasaría a llamarse cine Hongkew, fue el gran triunfo de su vida.
El cine revolucionó la vida cultural en Shanghái y le permitió ganar mucho dinero.
¿Y qué haría un empresario como Antonio con ese dinero?
Pues estaba claro ¿no? Reinvertirlo en cines.
Llegó a tener 12 salas en toda china, repartidas entre Shanghái, Macao, Hong Kong y una ciudad que ahora nos suena todos mucho, Wuhan.
Se convirtió en el gran jefe del cine en China. (aquí abajo su casita)
Pero esto no era suficiente para Antonio.
Se dio cuenta de que los espectadores chinos no solían acudir a ver las películas americanas y europeas porque no entendían los intertítulos.
Así que tomó una decisión para su negoció: crearía una productora de películas chinas.
Con ella rodó muchas películas y consiguió establecer una industria propia en China.
Era el momento cúspide de su carrera.
Pero pronto empezaron a llegar las malas noticias.
La primera llegó en forma de inestabilidad política. Los años 20 en Shanghái fueron años convulsos y la vida cultural empezó a languidecer.
La segunda llega en forma de denuncia de Hollywood.
Resulta que los cines de Antonio Ramos conseguían estrenar las grandes películas norteamericanas antes que nadie.
Por ejemplo, The Kid, llegó antes a Shanghái que a Londres.
Como ya podréis suponer, para lograr esos estrenos, Antonio jugaba un poco sucio. A través de una trama de contrabando japonesa conseguía las películas pirateadas y las estrenaba en China.
(¿Os creíais que el Torrent no existía con el cine mudo? Pues sí).
La denuncia no prosperó porque las leyes de propiedad intelectual en China no amparaban este tipo de denuncias.
Así que Antonio se salió con la suya.
O eso se creía.
Al poco tiempo apareció su socio, Bernad Goldenberg, apareció asesinado en la cama.
Nadie sabía quién había sido. Antonio sospechaba que había sido la United Artist que se habían pasado en el castigo, así que dejó el negocio del pirateo.
Cansado y con un negocio a la baja, decidió regresar a España donde se hizo empresario inmobiliario. Siguió con su buen ojo para los negocios y construyó edificios en el madrileño barrio de Salamanca.
Se hizo rico, muy rico.
Tan rico que se dio el gusto de tener un capricho en la Gran Vía.
Ese capricho se llamaba el Cine Rialto.
Sí, ese que ahora llaman teatro y donde vas a ver musicales o al mago Pop sacar palomas de su chistera.
Ese que tiene una de los letreros más míticos de la capital.
Todos esos asientos fueron pagados por un tipo que tuvo un sueño en la otra punta del mundo y que convirtió el cine en lo que hoy conocemos:
Un espectáculo.
Y hasta que el hilo de este viernes. Muchas gracias por llegar hasta aquí.
Espero que os haya gustado el paseo en este #CorraAverlo.
Si os habéis quedado con ganas de saber más de este personaje podéis ver este documental de 20 minutos sobre A.Ramos:
Por si has llegado aquí y eres nuevo en los hilos de los viernes, puedes visitar mi página web y leer otros hilos.
El otro día, estaba charlando sobre libros con @anadal y me hizo una pregunta muy buena:
"¿Has leído algún libro realmente bueno últimamente?"
Le dije que sí.
Y me respondió: "Pues compártelos, porque encontrar libros buenos es muy difícil"
Y eso voy a hacer:
"Hilo de libros realmente buenos que he leído ultimamente"
Empiezo por el último que he leído y que acabo de terminar.
Vives en las cintas que me grabaste de Tob Sheffield.
Una delicia de libro que mezcla el amor y la perdida con toda la música de los 90. Escrito por un periodista de Rolling Stones que habla de su propia vida.
Tasmania de Paolo Giordano
Es del escritor de La soledad de los números primos, en este caso se mete en la cabeza de un periodista científico que ve su mundo caer, tanto exteriormente, como interiormente. Es profundo, muy de personajes, pero se lee como se bebe agua.
Seguimos de paseo por las tipografías de las estaciones de Berlín para conocer su historia.
Hoy viajamos hasta la estación de Anhalter Bahnhof, con una tipografía que todos podemos reconocer fácilmente: es Nazi.
Pero nos tenemos que hacer dos preguntas: ¿Por qué reconocemos esta tipografía como nacionalsocialista? ¿Y por qué se mantiene en esta estación hoy en día?
Para contestar a estas preguntas, nos teníamos que ir a la guerra, pero no a la que pensáis. A una guerra que duró más de 300 años: la guerra de tipologías.
Una guerra que comenzó con un libro.
Bueno con un libro no... con el libro que lo cambió todo: La biblia de Gutenberg.
No fue el primer libro impreso por Gutenberg, pero sí el más importante. Fue el primer texto que se imprimió de forma masiva, es decir, un libro que por primera vez iba a leer mucha gente.
Como Gutenberg quería que sus libros se parecieran lo máximo posible a los libros escritos a mano, decidió utilizar una fuente que fuera similar a los textos litúrgicos (además de que era pequeña y estrecha y le permitía imprimir pocas páginas), por eso eligió la tipo: Textura.
Esta fuente tipográfica se hizo popular, en el sentido de que el pueblo la entendía, por eso cuando en 1517, Martín Lutero clavó sus 95 tesis en la iglesia de Wittenberg, lo hizo con la fuente Fraktur, una fuente que evoluciona de la Textura de Gutenberg:
Así, las nuevas biblias impresas en alemán (y otros idiomas) utilizaban la Fraktur siguiendo los pasos de Lutero.
Pero... Pero..
Las biblias que se imprimían en latín utilizaban la fuente Antiqua, la tipografía que pronto adoptaría el resto de Europa, tanto para el latín como para sus lenguas autóctonas.
Así, durante más de 300 años, las dos fuentes rivalizaron en los países de habla alemana.
Dependiendo de la región y la religión, se adoptaba una y otra.
Hasta que en el siglo XIX llegó la época de las reivindicaciones nacionales y la creación de Alemania.
Por supuesto, dentro del movimiento nacional alemán, se tomó la fuente Fraktur como la tipografía propia de Alemania. Otto von Bismark, el gran precursor de la idea de nación, se vanagloriaba de leer solo textos en Fraktur.
Por eso, cuando Hitler llegó al poder, la tomó como la fuente del partido Nazi.
Todos los textos, carteles y octavillas del nacionalsocialismo, utilizaron la fuente Fraktur.
Era su tipografía... ¿o no?
Porque en 1941, Hitler declaró que esa tipografía era judía (cosa que por supuesto no era) y pedía abandonar esta tipografía.
La razón estaba muy clara, según Hitler "En 100 años, toda Europa leerá en alemán" y no podían hacerlo en la Fraktur que resultaba un obstáculo a la hora de leer.
Por eso prefería la Antiqua, fuente que toda Europa conocía y que permitía hacer llegar su propaganda.
(nota a pie de página, cuando veáis a alguien con un tatuaje nazi con la típica tipografía gótica, le podéis decir que Hitler prohibió esa fuente por judía, por las risas)
Y no es casualidad que Anhalter Bahnhof mantenga esa tipografía. Esta estación fue la gran estación de los años 30 y 40 en Berlín. Se dice que cada dos minutos salía un tren de sus andenes.
Y también fue el lugar más triste de la época.
Desde allí salieron los trenes cargados de judíos berlineses hacia los campos de concentración.
Por eso, cuando la estación fue destruida en la II GM, se rehizo una parada de tren nueva, pero en la superficie se dejó el antiguo pórtico gigante que servía de entrada a la estación, porque para los alemanes, el pasado nunca deber ser olvidado, tanto para lo bueno como para lo malo.
De ahí, que sea habitual encontrar la fuente Fraktur en muchas estaciones de Berlín creadas en aquella época.
Aquí os dejo unas imágenes de las diferentes tipografías, porque en este formato X solo me permite subir una foto, pero os recomiendo que leáis estas historias en IG (@yosoycorra) donde si puedes ver todas las fotos.
Por estas estaciones y algunas más, viajan mis personajes de El escritor y la espía, mi última novela que habla de trenes, espías y, sobre todo, literatura: