Pero nunca tuvo suerte. Le ofrecieron un contrato pero la familia se opuso. Luego, la vida le encaminó por donde se supone que debía ir: entrenador de caballos.
En los 70, ya con un hijo y divorciado, cantar era una afición de fin de semana.
Aunque lo fuera todo para él.
Tanto que en el 75, Jimmy se arriesga, vende parte de su negocio y se va a Hollywood a intentar triunfar.
Volvería sin éxito al año. Después grabó un par de discos con una compañía local.
El problema era que sonaba demasiado a Elvis y en las radios lo rechazaban por eso mismo.
Hemos dicho que todos tenemos ilusiones en la vida. Para algunas personas la suya es el dinero. Ganarlo, amasarlo, guardarlo.
No suele ser gente que produzca nada: suelen enriquecerse con el trabajo de otros.
Como el otro protagonista de nuestra historia: Shelby Singleton.
Shelby era productor y en 1969 se hace con el catálogo de Sun Records. Pero ojo: Mercury, que era la compañía de Elvis, no eran tontos y se habían quedado los masters de aquellos años.
(O sea: Shelby podía usar las canciones del joven Elvis pero no las grabaciones originales.)
A lo que se dedicó en los siguientes años fue en relanzar los viejos discos de los 50 de Sun Records.
Básicamente algo parecido a lo que se hace ahora: nuevas ediciones, con un cambio aquí y algún añadido allá, además de material inédito.
Y entonces ocurre.
El Rey muere.
La conmocion es mundial. Miles de fans hacen cola en Graceland para despedir a su estrella. Casi de inmediato comienzan los rumores: que si el ataúd pesaba menos, que si el nombre de la lápida...
La gente no quiere creer que el Rey ha muerto.
Pero ya solo les queda su música.
La fiebre por los discos de Elvis los hace desaparecer de las tiendas. La gente se lanza a comprar cualquier disco, cualquier grabación.
Shelby está desesperado.
Él tiene el catálogo de Sun Records, lo que incluye los primeros años de Elvis pero no tiene las grabaciones.
No puede usar grabaciones originales de Elvis, pero tiene muchas más que sí como por ejemplo, Jerry Lee Lewis.
Y tiene una idea: montar un disco de duetos falsos de Jerry con Elvis. Solo necesita una voz como la de Elvis.
Y entonces conoce a Jimmy. Y le ficha de inmediato.
Por aquel entonces Jimmy cantaba los fines de semana con su banda en clubs y garitos de carretera. No tenía gran éxito pero sí unos seguidores fijos.
Y un día le ve una mujer y piensa "tengo que contarle esto a mi amiga".
Porque su amiga era escritora. Y había creado a Orion.
Gail Brewer Giorgio había escrito una novela que contaba la historia de un cantante famoso que, harto del estrellato y la prensa, finge su muerte en su rancho de Dixieland para llevar una vida anónima.
Un personaje inspirado en el reciente fallecimiento del Rey del Rock.
Cuando se conocen, la autora está emocionada. En sus planes está rodar una película y Jimmy es perfecto para el protagonista.
Pero cuando Shelby sabe de todo esto, se le enciende la bombilla.
Jimmy no va a hacer de Orion. Jimmy va a SER Orion.
Solo hace falta... una máscara.
La gente está dispuesta a creer que Elvis no ha muerto. Démosle a Elvis.
Jugando con el engaño, siguiendo el argumento del libro, Shelby orquesta un mito.
No dicen que Orion sea Elvis. Solo lo sugieren. La máscara además de disimular diferencias añade misterio.
Y funciona.
Funciona a un nivel increíble. Los concierto de Jimmy/Orion se vuelven multitudinarios.
Cuando saca su primer disco, Reborn (con una portada original descartada mucho más evidente) se ha vuelto un fenómeno de masas.
Los periódicos se hacen eco de la leyenda de este "Elvis".
Pero, ¿como era posible? Era evidente que este tipo era diferente: más joven y alto, diferentes ojos, diferentes facciones...
¿Como podía alguien creerse ese engaño?
Fácil. Por la fe de los fans, que querían creer... y la voz de Jimmy.
Oidle. Solo eso.
El parecido de la voz era tan asombroso que incluso los escépticos olvidaban lo descabellado del asunto. Y en las entrevistas Jimmy mantenía el suspense con evasivas.
De repente, lo que tanto había buscado estaba en sus manos: fama, público, mujeres.
Y al principio Jimmy disfruta todo aquello. Seguidores que recorren el país siguiéndole, fans (♀️) que se hacen fotos con él o se cuelan en su camerino, conciertos con miles de personas.
Pero al cabo de un tiempo, empieza a no sentirse tan a gusto. Empieza a odiar la máscara.
"La gente no me aplaude a mí, sino a un fantasma", llega a decir.
Al principio puedes aceptarlo, pero a la larga te pesa.
Y además, no podía quitarse la máscara PARA NADA. Shelby le obligaba por contrato a llevarla hasta para comer en un restaurante, por si había prensa.
(Como os habréis notado, Shelby Singleton tenía pocos escrúpulos.
Ya con el disco de duetos de Jerry Lee Lewis había estado a punto de ser demandado por Mercury. Para la contraportada del Reborn utilizó sin permiso el prólogo del libro de Gail.
No iba a dejar escapar a Orion).
Los siguientes años Jimmy siguió siendo Orion, dividido entre lo que disfrutaba en los conciertos y lo difícil que se le hacía mantener la farsa.
Shelby lo tenía claro: sin antifaz no había truco. Discos y giras (hasta por Europa) se sucedieron a costa de la autoestima de Ellis.
Hasta que en un concierto en el año 82 Jimmy revienta. Y se quita la máscara frente a todo el público.
La decisión de Shelby es implacable: se acabó. Sin máscara no hay Orion y él no quiere a Jimmy Ellis.
Los siguientes años, Jimmy seguirá con su nombre. Pero ya no es lo mismo.
Parte del problema fue que ninguna compañía "seria" quería saber nada del hombre que había actuado bajo un truco tantos años.
Otros lo veían ya como algo pasado de moda. En los 80 actuaría bajo diferentes nombres artísticos y producido por gente dudosa sin mucho éxito.
Parece que lo de aprovecharse de él era habitual porque de la ingente cantidad de discos suyos que vendió Sun Records, Shelby Singleton no le dio royaltis. Cero.
Y al final, a inicios de los 90, volvería a actuar como Orión, quizás desengañado de no conseguir nada.
Terminó volviendo a su ciudad natal donde montó una cadena de tiendas.
Y con mucha menos repercusión siguió actuando los fines de semana. Menos público, menos seguidores, en garitos más pequeños.
Pero dicen que al menos, era feliz. Era él. Me gusta pensar eso.
Desgraciadamente a veces las historias no tienen un buen final y esta es una de ellas.
El 12 de diciembre de 1989, en una de las tiendas que regentaba, un atracador acabó con la vida de Jimmy Ellis y su mujer.
La estrella de Orión se apagó definitivamente.
Si esta historia tiene una moraleja se resume en un famoso proverbio oriental: Ten cuidado con lo que deseas porque puedes conseguirlo.
Jimmy Ellis sólo era un chaval de Alabama que quería cantar. Y tenía un don para hacerlo. Pero no como él quería, sino siendo otro.
Si os ha gustado esta historia os recomiendo que veáis el documental "Orion: The man that would be King".
Es difícil de encontrar y yo al final he tenido que alquilarlo en Vimeo. Pero son los 3'5€ que más he aprovechado en mucho tiempo. Merece la pena.
Las fotos han salido de Wikipedia Commons, Discogs y del increíble archivo de la página oficial de Orion.
Y me despido con un detalle que me he guardado para el final. Esto riza el rizo de la historia.
Todos se preguntaban al oir a Jimmy cómo era posible lo de su voz. Si hasta Mercury pensó, con el disco de duetos, que Shelby había usado masters que no tenía derecho a usar.
Pues bien. Aquí os dejo el último detalle increíble de esta historia: Jimmy era adoptado. Los Ellis fueron la familia que le acogió tras años pasando por instituciones. Su verdadera madre fue madre soltera.
De su padre no se sabe nada. Solo su nombre.
Se llamaba Vernon.
Sí. Como el padre de Elvis.
Ahora mirad estas fotos que comparan a Vernon Presley con un adulto Jimmy Ellis y empezáis a imaginar. Y no, Mississippi y Tennessee no están tan lejos. 😅😅
Si os ha gustado la historieta de hoy ya sabéis que solo tenéis que darle al corazoncito y retuitearlo. ☺️☺️
Y os pido disculpas por haberla publicado un día tarde. Intentaré no volver a irme de cervezas un miércoles.
Si sois nuevos y no lo sabéis, todos los jueves tendréis un nuevo hilo. Y todos los publicados los podéis encontrar en este índice.
¿En serio puede ser buena idea confrontar en TV a un multimillonario liberal con una banda de rock de mensaje anticapitalista y que salga bien?
Pues en Saturday Night Live pensaron que sí. 🤦
Bienvenidos a la 2ª temporada de #LaHistorietaMusical. Hoy, Rage Against the Machine.
Este hilo ha estado en duda varias semanas, tengo que decir antes que nada.
Desde inicios de verano tenía claro que quería empezar con los RATM por la coincidencia este jueves con su concierto en Málaga.
Y entonces Zach de la Rocha se hace pupita y cancelan la gira europea 😲
Así que empecé a darle vueltas a cambiar el primer hilo de esta segunda temporada de #LaHistorietaMusical. Y entonces Andalucía Big Festival anuncia sustitutos y se lía.
Y como me gustan los líos, pues dije venga, los Rage se quedan.
De todos es sabido que Lady Diana Spencer, además de intentar aportar un toque más fresco a la corona inglesa (spoiler: salió mal), a través de sus acciones benéficas, estableció fuertes lazos y amistades con muchos cantantes y artistas de la época.
Un grupo de rock es como una familia. Se disfruta, se convive, se crea, se sufre, se vive todos juntos. Es más que una amistad. Como las amistades, algunas veces se rompen, y otras, duran toda la vida.
Pero un grupo también es la forma de vivir de sus músicos. No se trata solo de dinero: es que eres bueno, es tu forma de vivir y quieres seguir haciéndolo. Aunque tu amigo ya no esté; tú sigues vivo, y tras el duelo, quieres seguir tocando.
Situémonos en la Bahía de San Francisco a inicios de los 80; algo está cambiando en la música, aunque pase en garitos y garajes y no se esté notando: como suele pasar, es cosa de chavales a los que no les hacen demasiado caso.
Pero de un momento a otro, todo va a estallar.
En aquel momento, el rock había evolucionado hacia la exageración y la complejidad, bien musicalmente, con los grupos progresivos y sus discos-concepto, o estilísticamente, con el glam-rock.
Todo era demasiado impostado. Algo falso. Poco natural.