Alberto Fernández (@alferdezok) y la defensa a ultranza del trigo transgénico HB4 bañado en glufosinato de amonio, un veneno hasta 15 veces más tóxico que el cancerígeno glifosato, y los intereses de #Bioceres, una de las empresas que financió su campaña. Ocurrió esta tarde.
Además de enorgullecerse de haber perpetrado un atropello a la bioseguridad global, Fernández dijo que Mauricio Macri no aprobó el organismo genéticamente modificado durante su presidencia "porque alguien estaba trabajando para Monsanto y no para la Argentina".
Fernández debió decir "no para la Monsanto argentina", que es el status del que hoy hace gala la compañía que controlan Hugo Sigman, Gustavo Grobocopatel y Víctor Trucco, entre otros popes del agronegocio y las farmacéuticas. Fernández fue más allá y hoy se celebró a sí mismo.
Para completar el cuadro nefasto habló de "alimentar (con el trigo fumigado) a millones de habitantes en el mundo que hoy están sufriendo hambre". Y acompañó eso con un "piensen en África ". Fernández, presidente de un país en el que casi el 40% de sus habitantes es pobre.
Fernández, presidente de un país en el que el 40% de las infancias padece desnutrición. Pero nos mandó a pensar en África. Primer mandatario de un estado que se jacta de producir "alimentos" para 400 millones de personas pero incapaz de garantizar 1 plato de comida en cada hogar.
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