🧵🧵🧵 En México, todos sabemos dónde vive el criminal de la colonia o de la comunidad. No es un secreto, así que ¿por qué las autoridades no los detienen?
La primera vez que viajé a Tenancingo, Tlaxcala —“el semillero de los padrotes— me sorprendió que todos en el pueblo podían indicarme la casa del tratante más sanguinario, el que secuestraba niñas y las obligaba a prostituirse en CDMX.
Le decían “El Santísima Verga” y en 2010 tenía una mansión pintada de naranja y blanco a dos casas del palacio municipal.
Todos sabían su domicilio y hasta su número celular, incluido el alcalde. También era conocido su "oficio" de enamorar niñas.
A pesar de eso, “El Santísima Verga” pudo hacer una fiesta de despedida para los demás padrotes del municipio, anunciar su retiro, tomar un taxi al aeropuerto de Toluca y volar hacia Estados Unidos para jubilarse con el dinero de la explotación sexual de menores de edad.
Recordé su historia después de ver el video de José Alfredo Hurtado Olascoaga, “El Fresa”, presunto líder de la Familia Michoacana, en el que reconoce que todos en San Miguel Totoloapan, Guerrero, conocen su domicilio.
Justo a una cuadra del palacio municipal donde despachaba el perredista Conrado Mendoza Almeda, asesinado junto con, al menos, 19 personas más en una emboscada aún sin resolver que podría ser autoría del propio Hurtado Olascoaga o del grupo armado “Los Tequileros”.
Una historia similar ocurrió hace unos días: entre los seis terabytes de información confidencial del gobierno que el colectivo de hackers Guacamaya filtró a reporteros destacan una serie de fotografías aéreas realizadas por las Fuerzas Armadas en una zona montañosa en Sinaloa.
Las imágenes exhiben el rancho de un capo del Cártel de Sinaloa —su nombre no puede ser mencionado para no afectar una investigación en curso— y cuyo domicilio ha sido por años conocido desde Badiraguato hasta Mazatlán.
La ubicación exacta la han conocido aliados, vecinos y autoridades por años.
Hoy, se sabe, el capo abandonó el rancho de tejados verdes sabiendo que su propiedad estaba al descubierto, tras años de ser un secreto a voces.
Y es que en México, al parecer, los domicilios de los capos del crimen organizado son un dato conocido, público y nada secreto, pero por alguna razón las autoridades no parecen enterarse de un dato tan sensible y necesario para arrestarlos.
En Tezonco, Hidalgo, por ejemplo, todo el pueblo sabía que mirando al norte de las canchas de futbol del pueblo se veía en lo alto una mansión con la estatua de un caballo relinchando, señal de que ese era el “escondite” —es un decir— de Heriberto Lazcano Lazcano, el sádico “Z3”.
(Paréntesis: si quieren leer la historia de Heriberto Lazcano en Tezonco, pueden dar clic acá en una crónica que escribí en 2014 y que publicó @ladobemx)
En Villagrán, Guanajuato, no había vecino que no supiera que la casa más lujosa de la comunidad de Sarabia, la de la enorme palapa que cubría una piscina azul, era la residencia de uno de los hombres más buscados por la 4T: “El Marro”, líder del Cártel Santa Rosa de Lima.
¿O a poco nadie en Choix, Sinaloa, sabía que el nuevo vecino de la comunidad de San Simón era el mismísimo “Narco de narcos”, Rafael Caro Quintero, el más buscado por Estados Unidos en territorio mexicano y al que los pobladores por meses alimentaron y cuidaron?
En la Sierra de Amula de Jalisco todos conocen los domicilios de Nemesio Oseguera, como todos en Arcelia, Guerrero, podían ubicar la casa de descanso del asesinado capo “Señor 100”.
O en CDMX, las vecindades de tortura de la calle República de Uruguay que administra La Unión.
Del mismo modo que en Nuevo Laredo no se necesita un mapa para llegar hasta la guarida del “Juanito”: basta preguntar por la colonia Victoria para saber las coordenadas de la familia de Juan Cisneros Treviño, el nuevo jefe del Cártel del Noreste.
En México, millones saben dónde vive el capo. El que extorsiona, el que mata, el que vende droga, el que reparte dinero, el que jura amar al pueblo que ahorca.
Las autoridades no necesitan intervenir teléfonos ni sofisticados sistemas de vigilancia: basta preguntar en la calle.
O, mejor dicho, basta querer detenerlos. Porque de que pueden, pueden.
Pero no quieren.
¿En sus comunidad también es un secreto a voces dónde vive el jefe de plaza?
🧵🧵🧵Desde que estalló la guerra en Culiacán el 9 de septiembre, Los Chapitos han reordenado su estrategia. 10 caudillos se han formado adelante y atrás de ellos para respaldarlos contra el duro ejército del "Mayo" Zambada.
¿Quiénes son esos 10? Se los cuento aquí:
Primero lo primero: @dominga_milenio accedió a una lista elaborada por @SEDENAmx, que rastreó a las 10 personas que lideran la ofensiva de Los Menores.
Esta es la contraparte de los 11 capitanes del "Mayo" que pelean contra Chapitos. Pueden leer aquí:
Estos 10 caudillos de Los Chapitos lideran a combatientes con alma de mártires, tienen arraigo en zonas estratégicas, contactos de alto nivel y millones para fondear la guerra, según este documento creado en instalaciones militares.
🧵🧵🧵 Abro HILO con una breve historia a propósito de la marcha ciudadana convocada por la organización Culiacán Valiente para exigir paz en la capital de Sinaloa.
Un relato corto sobre la esperanza y la participación ciudadana.
Esta historia arranca en algún momento de 2010, cuando La Laguna —una región que abarca municipios de Coahuila y Durango— es la zona más violenta de México a causa de una disputa entre el Cártel de Sinaloa y Los Zetas.
Los Zetas habían llegado a La Laguna siete o seis años antes, según el informe “Reconquistando La Laguna”, pero mantuvieron la cabeza agachada.
Reclutaron policías y militares hasta que en 2007 irrumpieron públicamente con cartas a empresarios para que se “alinearan”.
🧵🧵🧵 Es domingo, así les voy a contar otra historia: la de un narcotraficante desconocido que cambió para siempre al país.
Estoy casi seguro que no conocen su nombre, pero él ha cambiado la vida de todos nosotros. Se los garantizo.
En el mundo del narcotráfico, el nombre de Carlos Rosales Mendoza dice poco. Casi nada.
Tal vez, si hubiera nacido en algún estado fronterizo, o en Sinaloa, sería tan reconocido como Joaquín Guzmán Loera, pero el azar lo hizo nacer a las orillas de Tierra Caliente, en el municipio de La Unión, Guerrero.
Ahí, a medio camino, entre Zihuatanejo y Lázaro Cárdenas, la ubicación le impedirá ser un capo de talla mundial, pero sí fundar uno de los cárteles más sanguinarios, hoy convertido en múltiples brazos armados.
🧵🧵🧵 Les voy a contar una historia. Una de esas que sólo pasan en México. Tiene de todo: narcos, santos, resucitados, traidores y perdonados. Y la caída del "tercer cártel" nacional con todo y su beato criminal.
Abro HILO con el auge y caída de Los Caballeros Templarios.
Hace diez años, en los caminos que cruzan Tierra Caliente, entre los estados de Michoacán, Guerrero y Estado de México, campesinos y narcotraficantes desarrollaron un extraño hábito.
Hincarse a media vereda.
Entre la maleza, inocentes y criminales se persignaban y depositaban una ofrenda sobre la tierra antes de continuar su camino: semillas y flores o dólares y carrujos de marihuana.
El punto de genuflexión lo indicaba una estatuilla de cerámica cocida en la región purépecha.
🧵🧵🧵 Escribí este domingo en @dominga_milenio / @Milenio sobre un idea que he machacado entre cercanos y desconocidos: el Cártel de Sinaloa ya no existe.
Expongo acá mis argumentos y quisiera leer qué opinan. Esta historia arranca con un funeral.
México no lo supo el 11 de diciembre de 2023, pero algo comenzó a romperse para siempre en el seno de la familia más poderosa en la Sierra Madre Occidental.
El Cártel de Sinaloa comenzó a morir la tarde en que María Consuelo Loera Pérez, la matriarca, descansó en paz.
Sin ella, era imposible detener una guerra interna por el control de la mafia más poderosa. Y ese golpe levantaría disputas y heridas profundas por todo el país.
🧵🧵🧵Ahora que El “Mayo” Zambada expuso, a través de su abogado, que el día de su arresto tenía agendada una cita en Culiacán con el gobernador Rocha Moya, quiero contarles una anécdota que ejemplifica la narcopolítica en #Sinaloa.
Abro HILO.
Disclaimer: esto no es un reportaje, no es una nota informativa. Es una anédcota que resultó de mi cobertura a las elecciones estatales en Sinaloa de 2021.
Como dicen en Estados Unidos: take this with a grain of salt.
En aquel año, dos hombres se peleaban la gubernatura: el morenista Rubén Rocha Moya y el opositor y priista Mario Zamora. Ambos con curul en el Senado y licencia para ir a la batalla electoral.