Hubo una vez un grupo de arquitectos que consiguió detener una guerra.
No lo hicieron con armas, ni congresos.
Lo consiguieron con espacio.
Hoy, abrimos nuevo hastag: #MiHeimat .
Y lo hacemos con un titulazo: La Paz de Los Basurama @basurama.
Como toda historia bélica que se precie, tenemos que empezar con una fecha y un lugar:
La batalla tuvo lugar en Barcelona del 11 al 21 de marzo de 2009.
Pero lo cierto es que está historia comienza antes, mucho antes.
Comienza en 2001, en el centro de la Escuela de Arquitectura de Madrid (ETSAM).
En aquel lugar, unos estudiantes de arquitectura propusieron un simple juego, un concurso con un premio en pesetas, para aquel que consiguiera hacer... alquimia.
Es decir, conseguir transformar la basura en oro.
O lo que es lo mismo, recoger entre los desechos lo que quieran los estudiantes y convertirlo en algo útil.
Ese edificio donde los alumnos de arquitectura aprenden la pulcritud de una línea recta se llena de ... Montañas de basura.
Literalmente.
(aquí sí está bien utilizado el literalmente, ¿eh?)
Y de ese pequeño juego, de ese concurso de ingenio... nace un colectivo:
Basurama son un grupo de arquitectos, ingenieros y ecologistas que viajan por el mundo realizando intervenciones en lugares públicos... siempre reutilizando objetos de "la basura".
(Pongo entrecomillado lo de "basura" porque ellos dicen que la basura no existe.)
Tan pronto cuelgan miles de prendas en el patio del Conde Duque y las regalan.
Como cuelgan unos columpios chulísimos en un puente de São Paulo.
O se inventan una carrera de carritos hechos con desechos en México.
Pero vayamos al lío, que me emociono y no paro...
La batalla de Barcelona.
Todo comienza aquí, en la Plaça dels Àngels.
Que así por el nombre lo mismo no os suena, pero es que ya nadie la llama así... o por lo menos yo no.
Yo la llamo la Plaza del MACBA ( El museo de arte contemporáneo de Barcelona)
Si habéis pasado por allí, seguro que la reconocéis por dos razones:
Primera, porque es uno de lugares con cielo abierto en el barrio del Raval.
Y segunda: por los Skaters.
Es una plaza llena de gorras planas, calcetines ajedrezados y sudaderas anchas.
Y esta fue la razón de que llamaran a Los Basurama para hacer una intervención allí.
Las plazas son lugares públicos, pero existe un gran sentido de la propiedad y esto provoca tensión.
Como decía aquel tipo a los Estopa cuando querían que no apareciese en un videoclip:
¿Qué pasa? ¿La calle es tuya?
Pues eso es lo que pensaban los vecinos de los Skaters.
Les habían robado su plaza, habían conquistado su territorio.
Y en cierta manera tenían razón.
Las abuelas, con la bolsa de pan en el hombro, no podían cruzar la plaza sin darse algún susto por algún truco mal ejecutado o un salto mal medido.
Así que los vecinos y los Skaters habían abierto una guerra que llevaba años librándose entre aquellos adoquines grises del Raval.
La misión:
La organización de un festival de arquitectura les pidió a Basurama que entraran en aquella plaza e hicieran una de las suyas.
Y les dejaron caer sutilmente que estaría bien que recuperaran la plaza para los vecinos, al menos por unos días.
Basurama tomó el encargo y lo primero que pensaron fue lo mismo que pensaríamos todo si queremos echar a unos Skaters de allí:
Cambiar el suelo.
Pensaron en poner un suelo rugoso donde no se pudiera rodar.
Así, durante el tiempo de la intervención, los Skaters se irían de allí y dejarían a los vecinos en paz.
Pero eso lo pensaron en sus oficinas, en Madrid, sobre planos y fotos.
Luego fueron a ver la plaza...
Y allí se encontraron con una gran verdad:
Era un suelo de puta madre para rodar.
Los Skaters no eran tontos, no habían elegido aquel sitio por su cercanía con el arte moderno, ni por el sol... aquel sitio estaba diseñado para el monopatín.
Aquella rampita de bajada del MACBA, aquel adoquín liso...
Los chicos de Basurama empezaron a deslizarse y fliparon. Se lo estaban pasando mejor que los Skaters...
Entonces surgió la idea.
Pero antes de llevarla a cabo necesitaba recabar sus propias armas, las mismas que utilizaban en cada una de sus intervenciones:
Basura
Muebles, sofás, mesas, utensilios de cocina, tablones... todo valía.
Barcelona pensaba que se estaba deshaciendo de cosas, cuando en realidad, estaban dando munición a un ejército.
Se lo llevaron todo a un taller y comenzaron a clavar, a pegar, a recubrir.
Todo valía.
Todo podía funcionar.
Una canasta de baloncesto, pa dentro. Esto también vale
El día 11 de marzo de 2009, la Plaça dels Àngels amanecía vacía.
Ni vecinos, ni Skaters.
Era el momento perfecto para sembrar sus armas.
Los Basurama salieron de sus furgonetas y empezaron a dejar los sofás, las mesas, los estantes repartidos por la plaza.
El trabajo ya estaba hecho, ahora solo faltaba ver cómo se desarrollaba la batalla.
No hay noticia de quién fue el primero en personarse frente al MACBA, si Skaters o Vecinos.
Pero yo quiero creer que fue un niño, porque los niños siempre son los primeros en llegar a todo.
Me gusta imaginar que aquel niño se subió en uno de los sofás y grito lo que tenía que gritar:
¡SE MUEVE!
¡TIENE RUEDAS
Efectivamente, todo lo que habían recolectado como desechos por las calles de Barcelona ahora tenía ruedas.
Y se movía.
Vaya si se movía.
Eran máquinas perfectas para rodar.
Y así, sin que nadie se diera mucha cuenta, los vecinos empezaron a rodar y abrieron fuego a 10 días de locura en esa plaza.
En la Plaça dels Àngels se hicieron todo tipo de actividades nunca vista.
Carreras de sofá.
Partidos de baloncesto sobre mesas con ruedas.
Un siestodromo móvil (Por favor que se imponga esta actividad en todas las plazas)
(En este vídeo se resume todo y me encantaría subirlo, pero Twitter no me deja porque tiene música.
)
Los vecinos habían recuperado la plaza, pero lo mejor... lo mejor de todo es que:
Los Skaters continuaban allí.
Los Skaters que habían flipado al ver su plaza, su Heimat, lleno de movidas raras.
Sus habituales recorridos por la plaza ahora estaban usurpados y tenían que utilizar otras rutas para sus trucos y piruetas
Pero no se fueron.
Porque comprendieron que les estaban pagando con su misma moneda.
O mejor dicho.
Habían convertido a todos los vecinos en Skaters.
Y a ellos en vecinos.
Entendida la ironía del asunto, decidieron tomar la única solución posible: unirse a la fiesta.
Así, durante unos días, el Gran Tratado de Paz de Los Basurama se firmó.
Esta historia me flipa y me ha flipado siempre.
Pero es que, además, es perfecta para abrir mi nuevo Hastag, #MiHeimat.
Si me habéis leído los últimos hilos os habréis dado cuenta de que me he puesto hablar sobre un meteorólogo del Vallés Oriental, de un granadino que conquistó oriente con el cine...
Porque después de tantos años fuera, vengo con otros ojos, con otra mirada.
Otra forma de ver espacios y lugares por los que he paseado mil veces, como proponen Los Basurama.
Y aunque seguiré hablando de Berlín...
He vuelto a casa y quiero escribir sobre ella.
Así que de vez en cuando, os encontraréis viernes como este en el que hablo de cosas que quizás estén cerca de vuestra casa.
Y si has llegado hasta aquí y has leído todo este rollo, será que te ha interesado un poco.
Así que si quieres, puedes hacer un retuit a este hilo 👇 porque a lo mejor a otra persona le puede interesar.
Quizás una de las personas que más envidio en el mundo de los libros es Sebastian Finsterwalder.
No es un escritor, ni un editor, ni siquiera un librero, es un... es detective de libros.
Es un rastreador de libros robados, pero no unos cualquiera. Libros robados por los nazis.
Mientras escribo estas palabras, estoy sentado frente a mi pequeña librería. Observo mis libros y una idea me revolotea en la cabeza:
La mayoría de estos libros me sobrevivirán.
Con frecuencia se piensa que los libros son objetos frágiles, hechos de papel y tinta... pero son resistentes. Mucho más de lo que creemos.
Por eso, la vida de un libro es larga y es difícil contar su historia.
En el corazón de Berlin hay un edificio que no pasa desapercibido. Resume, entre sus cuatro paredes, la historia de la ciudad en los últimos 100 años:
Guerra.
Hambre.
Techno.
Y diseño.
Hoy en #berlinespobreperosexi: DER BUNKER.
La arquitectura en Berlín es casi una religión. En la ciudad puedes encontrar obras de Mies, Le Corbusier, Chipperfield... pero ninguno me ha impresionado tanto como la primera vez que pasé por delante de "El Búnker".
En Berlín no es tan extraño encontrarse aún búnkeres de la IIGM. Cuando vivía allí, por ejemplo, al final de mi calle había uno.
Lo más divertido de ese búnker es que es indestructible, hubo intentos de dinamitarlo y nada... Así que hay viviendas sobre él.
En Estados Unidos hay cientos de personas viviendo en un centro comercial.
Viven en pisos, encima de las tiendas
Y la culpa de todo la tiene Tiburón, la película.
Os cuento esta historia de urbanismo, cultura y aires acondicionados en este hilo.
Hace unos días leí un artículo (interesantísimo) de Jorge Dioni López (el Jorge bueno) sobre el urbanismo y la importancia de los espacios donde compartimos cultura.
Y acababa haciéndose una pregunta metafórica
¿Se puede vivir en un centro comercial?
Como soy muy tonto, me lo tomé al pie de la letra y busqué si alguien ya vivía en uno. Me imaginaba una historia como La Terminal, en la que un individuo tiene que vivir por razones absurdas en un espacio así.
Pero no.
La gente vive allí porque los centros comerciales quieren.