Thread by @RamonEspinar

Siempre ví como algo muy digno a quienes salían de la política dejando sus cargos cuando no estaban de acuerdo o perdían una batalla.

Cuando me llegó el momento lo hice así porque siempre había pensado que era lo que había que hacer (y ya hacía tiempo que Podemos pintaba fatal)

Desde luego que jamás en el ejercicio de la portavocía de Podemos en el Senado o de la secretaría general de la Comunidad de Madrid manifesté ninguna discrepancia interna.

Hoy sería tan rígido como entonces, pero en aquel tiempo creía que no debía hacerse. Y nunca rompí filas.

Dimití sin ser explícito, pero dejando claro que romper el partido en tres (Más Madrid y Anticapis) y ponerle difícil la reelección a Manuela Carmena iba mucho más allá de mi lealtad con Iglesias: yo no quería ser quien ejecutaba un suicidio que me imponían contra mi criterio.

Después, pasado algún tiempo, recuperé una actividad que ya tuve mucho antes de Podemos: ir a medios a analizar la actualidad.

Porque me gusta hacerlo, porque estudié Ciencias Políticas y un máster en Análisis Político y porque no veo problema a exponer opiniones en democracia.

Obviamente, con un juicio muy crítico sobre la deriva de Podemos, la de Iglesias y la autodestrucción de un espacio político que es el mío, que voto, del que he participado, que siento con la misma pasión que cualquiera y en el que me dejé algunos años maravillosos.

Aún así, traté de ser prudente.

Hay en mi escritorio un borrador con un libro sobre Podemos que empecé a escribir por encargo editorial y que no salió a la luz por pudor: confrontaba mis buenas intenciones con los errores de otros. Yo buenísimo, malísimos todos. Lo de siempre.

Llevo una hora leyendo mensajes de cuentas dirigidas por el núcleo de Iglesias y la dirección actual de lo que queda de Podemos.

Todos con una línea asquerosa: borrar quien eres y fuiste y convertirte en un cabrón traidor que le debe su vida a Iglesias.

Tardé mucho más de lo prudente en darme cuenta del método de Iglesias con sus críticos y enemigos (entre los que me contó desde el día que le dije que hasta aquí habíamos llegado): tono monacal en la SER y una yihad en las redes. Por supuesto, con mensajes complementarios.

Una mezcla de secuestro emocional de algunos militantes (pocos) y malísimas artes utilizando lo peor de los recursos que internet ofrece: bots, cuentas compradas, granjas y demás morralla.

Siempre intuí de dónde sale eso, nunca me molesté en comprobarlo. Igual hay que hacerlo.

Con la lógica de siempre: hay que armarse contra el enemigo, las cloacas, el IBEX...

Pero las armas siempre utilizadas contra el de al lado, el compañero, el dirigiente que no te ríe las gracias y el periodista que te aprieta.

Lo ha padecido gente que me cae bien, a la que tengo cariño y respeto, y gente a la que no soporto.

Es igual: es injusto en todos los casos porque es utilizar la asimetría con la que peleábamos en la política grande para arrasar una interna convertida en un cementerio.

Y la verdad, se aguanta todos los días sin demasiado problema y dándole al botoncito de bloquear.

Pero hoy, que ya me están lanzando un flame, me van a preguntar los amigos, mi madre, los de la grupeta de la bici y los vecinos. Así que hago este hilo y lo dejo explicado.

Esto es: Iglesias y Podemos han declarado una cruzada contra quien no les obedezca y están solidificando un aparato de comunicación espectacular para arrasar con Yolanda primero y con todos los demás después.

A mí (y a otros) me están cayendo unas hostias por decirlo. Nada más.