Hoy voy a contaros algo acerca de la forma en que un islote de la costa cántabra “perdió” su nombre cántabro y a explicar por qué no lo ha recuperado aún. Si te interesan la #Historia, el #PatrimonioLingüístico, la #Etnografía y las #LenguasMinorizadas, sigue este macro hilo💢🧵
… y acompáñame en este viaje de varios siglos centrado en el #cántabru, en la #ToponimiaCántabra, en la #CulturaDeCantabria y en la #PeñaMogru, a la que probablemente sólo conocerás como #IslaDeMouro.
Si buscas información sobre el entorno de la ciudad de Santander, encontrarás textos y fotografías que te proponen observar o acercarte a la “Isla de Mouro”, una isla deshabitada visible desde lugares emblemáticos, como la Madalena, la playa segunda del Sardineru o El Puntal.
No siempre estuvo "deshabitada". Desde diciembre de 1859, la isla tiene un faro, el que aparece en esta fotografía de la Red de Patrimonio Industrial de Cantabria: redpatrimonioindustrialcantabria.org/portfolio-item…. En 1914, esta familia trabajaba allí.
La “Isla de Mouro” está situada a la entrada de la bahía de Santander, se ve muy bien desde el Este de la península de la Madalena (faro y punta “de la Cerda”) o desde El Puntal, y cada vez genera mayor interés entre quienes hacen turismo, y entre quienes practican el buceo.
Así, “Isla de Mouro”, se le llama también a este islote en la página web del Ayuntamiento de Santander y en toda la documentación oficial que generan este Ayto y el Gobierno de Cantabria sobre él: Isla de Mouro, Santander Ciudad, Isla de Mouro, Isla de Mouro…
En algunos libros y páginas web, sus autores/as consignan que antes el lugar tenía otro nombre, el de “Isla de Mogro” (con -o) y/o (los de mayor sensibilidad lingüística) “Isla de Mogru” (con -u). También señalan que, en Cantabria, un “mogru” es un “castro” ¿Es esto así? ⁉️
En 1575, en su “Civitates Orbis Terrarum”, el cartógrafo alemán Georg Braun dice que, en medio de la boca de la bahía de Santander, en lo que se llama localmente el “buccaron” (bucarón/ bocarón), hay cierta peña o roca a la que llaman “la penna de Mogro” ("la peña de Mogro").
En esa obra de Braun, en el segundo volumen, aparece esta magnífica perspectiva de la ciudad de Santander realizada por el dibujante Georg (Joris) Hoefnagel y el grabador Franz Hogenberg que habrás visto en más de una ocasión.
La obra de Braun fue publicada en varios idiomas, y el topónimo aparece siempre como “penna de Mogro”. Lo que sabemos acerca de la toponimia de Santander, y de la lengua que hablaban sus habitantes, nos permite indicar que Braun nos ofrece una versión peculiar…
Escribe Mogro, pero no Mogru/ Mugru, que es lo que podrían decir entonces muchos/as santanderinos/as. Este topónimo está perfectamente documentado en Cantabria #ToponimiaCántabra, donde existen el pueblo de Mogru/ Mogro, también en la costa, no demasiado lejos de Santander, y...
... el pueblo de Mogrovejo, en Liébana.
Así, denominada “peña” y no “isla”, y “de Mogro” y no “de Mouro”, aparece este accidente geográfico de la costa cántabra en numerosos textos anteriores y posteriores a la obra de Braun de 1575. En particular, en bastantes mapas de los siglos XVI-XVIII que mostraré a continuación.
Pero antes, dejadme presentaros a uno los protagonistas de este hilo, el marino y cosmógrafo gaditano Vicente Tofiño de San Miguel (1732-1795), autor del “Derrotero de las costas de España” (1787) y de la “Colección de Cartas esféricas de las costas de España y África” (1788).
Hasta hoy, se ha dicho que Tofiño fue el responsable del cambio de nombre de la isla. Pero… este mapa de 1726, ya incluye el topónimo “Peña del Mouro”. Más que transcribir topónimos de oído, parece que Tofiño pudo haber copiado lo que leyó de algún texto o en algún mapa previo.
En su obra de 1788, Tofiño comete un par de errores a la hora de escribir dos de los topónimos de la costa del entorno de la ciudad de Santander (y algunos más si tenemos en cuenta todos los topónimos de las costas cántabras y cantábricas que incluyó en sus mapas).
Esos topónimos del entorno de Santander son “Mogru” y “El Promontoriu”, que él refleja como “Isla de Mouro” y “El Promontoiro”, un pelín “a la gallega”, que para eso había pasado varios años en Ferrol, de director de la academia de guardias marinas.
En otra parte de su obra, como muy bien señaló hace unos días aquí @Nel_Reyerta, Tofiño escribe “Ysla de Mougro”. Como explicaré, tampoco es el primero que lo hace.
También se ha dicho que el cambio de nombre se le debemos a una mala transcripción del cosmógrafo portugués Pedro de Texeira, pero no he podido ver qué escribe en su Atlas. En el texto que transcribe Casado Soto, Texeira no menciona esta peña o isla cuando habla de Santander.
Pedro de Texeira, al servicio de Felipe IV, era portugués, y por ello se ha estimado que, en razón de su lengua materna, cambió Mogru por Mouro, “moro” en castellano. No he podido consultar la obra original, de modo que si tienes acceso a ella ¡Quizá quieras compartir aquí algo!
Tofiño, como he señalado, no fue el primero que escribió Mouro en lugar de Mogro. Es probable que la corrupción del topónimo pueda haberse originado al escuchar el Mogru local (quizá Mugru) y no el Mogro castellanizado. De hecho…
… además del mapa de 1726, hay dos mapas titulados “Mapa de la villa de Santander y sus contornos que comprehenden la ría y puerto”, que quizá son de 1730, que reflejan un término híbrido: no “Isla de Mouro”, sino “Peña de Mouro”.
Hay también un bonito mapa de 1793, de Josef Fernández Alday, que, junto con lo consignado por Tofiño en 1789, nos permite ver lo que estaba ocurriendo con Mogru, Mugro, Mougro, Mouro… Registra Isla de Mougro por Mogru. Ni Mouro ni Mogru, sino un híbrido ad hoc.
En cualquier caso, cuando se produjeron los errores, “Peña de Mogro” (la peña Mogru/ Mugru, en cántabru), era un topónimo consolidado. En el Archivo General de Simancas se conserva este plano de 1574, un año anterior a la obra de Georg Braun.
En 1781, muy pocos años antes de que Tofiño elabore su mapa de Santander, el ingeniero catalán Juan de Escofet i Palau (1720-1808) elabora en Roses, Girona, un plano del puerto y la ría de Santander de su autoría. Una maravilla en la que consigna “Peña de Mogro”.
En el mapa que hace Agustín de Colossia en abril de 1791, posterior al de Tofiño, el topónimo aparece como “Isla de Mogro” (Biblioteca Virtual de Defensa), un híbrido que mantiene el Mogru original, castellanizado, pero que truca el “peña” por “isla”.
Algunos mapas posteriores a 1788/79 no reflejaron la distorsión que operó el de Tofiño, como el ya mencionado de Colossia, o el publicado en 1797 por Gerónimo de Leoni (Archivo General de Simancas), que dicen “isla/ysla de Mogro”.
En el “Plano que manifiesta la costa, que desde Sn. Pedro de el Mar…”, que no lleva fecha, se ve de nuevo el topónimo “Peña de Mogro”.
Es el mismo topónimo que consigna Eugenio Larruga en 1793 cuando habla de la ciudad de Santander.
En este plano de la junta de obras del puerto, que se conserva en la BNF, sus autores ya han asumido el “cambio de nombre”, y escriben “Isla de Mouro”.
Este de “peña” es el término vernáculo que se emplea en Cantabria para designar a los islotes de cierta entidad. Si son de menor entidad, como los que se encuentran en la costa de Liencris/ Liencres, se les suele denominar “urros” (en singular, “urru”).
En lo que se refiere a Mugru/ Mogru, ya en 1592, el Memorial escrito por Juan de Castañeda, transcrito por José Luis Casado Soto, incluye una “etimología popular”: “Esta peña es llamada la peña de Mogro, porque a imitación del Mogrón de Biria...
comenzando ella a descubrirse en tierra firma, se va escondiendo por debajo de la mar y en medio della se torna a descubrir”. ¿Qué es el Mogrón de Biria?
Además, Juan de Castañeda habla sobre el “pirijil”, al explicar que hay “una hierba que llaman perejil del mar, la cual adobada suelen llevar barriles della a muchas partes de Castilla (…) por ser hierba saludable y para algunos gustosa, y que se halla en pocas partes”.
Mogru se ha relacionado con la raíz *MOR, que haría referencia a las rocas. Para el “Morgovejo” leonés, Fátima Carrera de la Red propone que viene de “mucro” + “vetulus”, punta vieja o altura antigua.
En latín, “mucro, mucronis”, es la extremidad, la punta, y de ahí viene también un término extendido por tierras de hablas leonesas, como “mugrón”, el sarmiento largo de la vid. Lo explica aquí Francisco Molina Díaz: dialnet.unirioja.es/descarga/artic…
La “peña de Mogro” fue un lugar que, como explicaré a continuación, adquirió cierta notoriedad en el siglo XVI, al devenir central en una trama de intrigas y violencia en la corte de Felipe II. Un asunto que acabó con un cántabro asesinado en Madrid.
A finales del siglo XVI existió un plan para fortificar la isla, y se le encargo un proyecto a un ingeniero, Jacomo Palear, Fratín. Aunque se llegó a presupuestar la obra en 1574, nada se hizo. Un croquis de esa fortificación se conserva en la Bibl. Menéndez Pelayo, en Santander
Al parecer, Felipe II firmó de su puño y letra un: “Lo de la Peña me parece bien que se haga, pero en tiempo que los corsarios u otros no la pudieran ocupar”. Pero poco después, firmó que estando como estaban sus asuntos europeos debía olvidar “el fuerte de la peña de Mogro”.
En 1569, Felipe II había nombrado a Juan de Escobedo, de Colindres, alcaide del Castillo de San Felipe, próximo a la “peña de Mogro”. La idea era que convirtiera ese castillo en un arsenal de la monarquía. En esos años, en 1577, Escobedo pidió fortificar la peña de Mogro…
… y Antonio Pérez, el secretario de Felipe II, confabuló contra Escobedo, secretario de Juan de Austria, haciéndole creer al rey que Escobedo pretendía emplear esa isla y su fortificación como punto de partida para una invasión de España por parte de las tropas de su hermano.
Le dijo al rey que una vez se hubieran adueñado de Inglaterra, “se podrían alzar con España con tener la entrada de la villa de Santander, y el Castillo de la dicha villa y con un fuerte en la peña de Mogro”.
Como se puede ver, Antonio Pérez también echó mano del mito de la Reconquista, diciéndole al rey que “cuando se perdió España, desde Las Montañas se recobró”, haciendo referencia al papel de Las Montañas/ Cantabria en ese proceso.
Juan de Escobedo, de Colindres, murió asesinado en Madrid el 31 de marzo de 1578, y ello precipitó la caída en desgracia de la persona que había ordenado matarle, Antonio Pérez, y de la inductora del crimen, la princesa de Éboli. Lo pintó Lorenzo Vallés (Museo del Prado).
A Escobedo se le recuerda hoy en Madrid con una placa en la esquina de las calles de la Almudena y Mayor: “En esta calle mataron al secretario de don Juan de Austria, Juan de Escobedo, el 31 de marzo de 1578, noche del Lunes de Pascua”. En Colindres, Cantabria, tiene una calle.
En 1871, el escritor cántabro Amós de Escalante, que entonces escribía bajo el pseudónimo de Juan García, narró la peripecia en su libro “Costas y montañas”, valorando que al cántabro Escobedo “le faltaba freno en la lengua” y que actuaba “con juvenil petulancia”. Ejem.
Este asunto tuvo cierto eco en obras publicadas en francés, en inglés y en alemán en los siglos XVIII y XIX, en las que aparece una nueva deformación del topónimo: “penna de Mogron”.
En el siglo XIX, el error también pasa a los mapas que se publican en el extranjero.
Aunque el error de Tofiño tuvo lugar a finales del siglo XVIII, el nombre vernáculo del islote se fue perdiendo paulatinamente, y no de forma súbita en aquel preciso momento (ca. 1788/89) o en algún momento anterior, por ejemplo el de los otros mapas que he mostrado.
A pesar de su sensibilidad lingüística, el escritor cántabro José María de Pereda (que no era de Santander, sino de Polancu), en su novela Sotileza (1885), escribe “Isla de Mouro” y “Peña de Mouro”.
En realidad, la consolidación del error tiene lugar en el siglo XX, y sería fácilmente reversible hoy si las autoridades competentes cántabras mostraran hoy algún tipo de sensibilidad hacia nuestro patrimonio lingüístico.
Pero no es el caso. De hecho, el mismo tipo de error que se cometió repetidamente en siglos pasados, aún se comete con excesiva frecuencia en Cantabria. Un ejemplo elocuente es la web del Ayto de Ruente/ Ruenti, que propone dar un paseo en el entorno del arroyo MoscaDOIRO…
… cuando el arroyo se llama en realidad Mosca(d)ORIU (castellanizado, por quien lo castellanice, como Mosca(d)orio). Enseño aquí una de esas castellanizaciones, la del Catastro de Ensenada ca. 1752/53, donde se registra como Moscadorio.
… lo mismo ocurre en Cumillas/ Comillas, no sólo con el nombre de la localidad, que se modificó de una forma similar al de la isla de Mogru, como explicaré con detalle otro día, sino también con el nombre de un accidente de la costa próximo (Ruiloba): la punta del Mira(d)oriu.
Hay una preciosa canción del grupo cántabro Garma (garmafolk.com), titulada Punta Miradoriu, que puedes escuchar aquí: En el video podrás ver la punta, y la costa de Cumillas y de Ruiloba.
A estas alturas os preguntaréis quizá… ¿Cómo es posible que la gente olvide el nombre de un lugar que forma parte de su horizonte visual, que es tan relevante en sus vidas? ¿¿???!! La respuesta está en la #diglosia, la #glotofagia, la (auto) estigmatización de los hablantes…
En realidad, muchos habitantes del entorno de la bahía de Santander continuaron llamándole Mogru/ Mogro a la peña que veían desde sus costas, o junto a la que navegaban y pescaban…
Los ejemplos de la prensa del siglo XIX son muy numerosos.
La prensa cántabra también proporciona numerosos ejemplos del siglo XX. En 1918, el diario “La Atalaya” se hace eco de la llegada a Santander de un submarino alemán, y señala que había embocado “la barra del Oeste entre el Palacio Real y la isla de Mogro”.
En junio de 1921, el diario “El Cantábrico” explica que, en la isla de Ons, sus habitantes, unas cuatrocientas almas, se han convertido “en una especie de Sinn-feiners” y se niegan a reconocer los derechos de su propietario…
… y refiere el anónimo redactor con humor que, “si empieza el movimiento insurreccional en las islas adyacentes”, quizá “vayamos a tener filibusteros hasta en la isla de Mogro y en los demás islotes de nuestra bahía”, y recoge estos versos:
Para finalizar este nuevo hilo sobre el #cántabru y el #PatrimonioLingüístico de Cantabria, quiero subrayar que la sustitución del nombre no se completó en el siglo XVII o a finales del siglo XVIII, como se repite. Si es que no existen hablantes que digan Mugru o Mogru...
... que está por estudiar, este es un proceso reciente que puede revertirse si todas/os y cada una/o de nosotras/os vamos tomando conciencia de nuestro patrimonio común, y volvemos a llamarle a las peñas del mar y a los pueblos de nuestras costas y montañas por su nombre.

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