Hubo una época en el Twitter educativo en la que todos tratábamos de sumar. En el que se compartía, se hacían saraos educativos y se criticaba y reivindicaba, sí, pero de manera constructiva.
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También se cuestionaba a los vende humos, sí, pero siempre se confiaba en la educación, en la didáctica y en la colaboración.
Desde hace unos pocos años, unos pocos, empezaron a ridiculizar la innovación educativa.
Desde hace unos pocos años, unos pocos, empezaron a ridiculizar la innovación educativa.
Rizaron el rizo de tal manera que si haces algo diferente eres un payaso. Te ubican en un sitio que tú nunca has estado. Te asocian con multinacionales solo porque hables de competencias o de innovación.
Nunca has dicho que la teoría no sea importante, sino que hay que aplicarla y trabajar de otra manera. Pero da igual. No puedes opinar porque eres un pedabobo.
Reniegan de la educación como ciencia y disciplina. Son pocos pero hacen mucho ruido. Te ves entre la sorpresa y el miedo bloqueando a algunos que tienen perfil docente.
Es cierto que parte del Twitter educativo original sigue, y hay mucha gente maravillosa que comparte y genera colaboraciones. #ClaustroVirtual es un buen ejemplo de eso.
Pero, como todo, hay determinadas líneas rojas que no se pueden pasar.
Pero, como todo, hay determinadas líneas rojas que no se pueden pasar.
La pedagogía es una disciplina. Es la profesión de muchos que tratamos cada día de mejorar. Lo haremos mejor o peor y habrá de todo como en todos sitios. Pero el negacionismo educativo es peligroso. Mucho. Y en esto, tampoco podemos dar un paso atrás.
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