En Ecuador, el ritual del wandiay lo realizan cientos de familias indígenas otavaleñas cada 2 de noviembre. El wandiay, es la entrega de ofrendas a los familiares y amigos difuntos.
Dichas ofrendas son alimentos que también se comparten entre los fieles que visitan las tumbas vecinas. Cada 2 de noviembre, desde muy temprano familias indígenas completas vestidas con sus mejores trajes típicos abarrotan el cementerio.
Los hombres y mujeres llegan a las tumbas de sus seres queridos con quipes (bultos) de alimentos, flores, coronas de papel, cruces, velas y comida. Además llevan el ricurishca, que son calderas de comida con papas, granos, carnes, huevos cocidos y frutas.
Este día, las familias realizan la “conversación con los muertos”, y es un espacio donde se les cuenta a los difuntos las penas y alegrías. En la cosmovisión indígena, se cree que los muertos no mueren, sino que pasan a otra vida.
El champús (bebida típica) y el pan amasado en casa es la comida para las almas. Por eso el champús es el alimento ritual funerario de los pueblos del norte. Su preparación consta de una colada con harina de maíz, panela,
hojas verdes de limón y mote. Esta bebida es consumida exclusivamente en noviembre o en los funerales de adultos, y es considerada como la colada predilecta de los muertos.
En este ritual, uno de los personajes que sobresale en medio de la multitud del campo santo, es el rezador, quien viste todo de blanco y en sus manos lleva un recipiente con agua bendita, un rosario y una pequeña campana.
En este sentido, una vecina otavaleña, indica que “el 2 de noviembre es la conexión con los antepasados, con nuestros abuelitos, padres, familiares que están descansando. Y se acostumbra a llevar al cementerio la comida que al difunto le gustaba. En nuestras comunidades,
las familias madrugan para ir temprano al cementerio, ya que se dice que las almitas están esperándonos, y cuando no van los familiares las almitas lloran. Es un reencuentro de los familiares ahí en las tumbas de nuestros seres queridos”.
Según cuentan los mayores, no siempre existió la muerte: "Dicen que en la antigüedad no había muerte y por esta causa, como la gente no moría, se llenó la tierra de tanta gente; tanto así que en esos tiempos no había donde vivir,
ni donde sembrar por lo que la gente hasta sembró en las laderas más altas de los cerros. La gente de esos tiempos tenían dientes de marfil y por eso podían comer hasta las cosas más duras, como la carne con sus huesos.
Por falta de espacio para sembrar, buscaron piedras grandes y planas, pusieron tierra encima y hacían producir los granos. Vivía tanta gente que en estas tierras también las malas costumbres crecieron.
Ante esto, Apunchik Achill Yaya pidió a las nubes que hicieran llover durante días y noches para que esta gente muriera, pero la gente seguía flotando junto a los troncos de los árboles sin morirse.
Nuevamente Apunchik Achill Yaya1 pidió al Sol que mandara fuego a la tierra. Luego de llover agua llovió fuego, y esta vez sí, murió la gente. Pero subiendo al cerro Imbabura y escondiéndose en una cueva lograron salvarse una pareja con su perro.
Cuando terminó la lluvia de fuego la pareja pidió ayuda a Apunchik Achill Yaya porque tenían hambre, pero no fueron escuchados. Entonces la pareja decidió comerse al perro, y el animal dándose cuenta de su suerte, porque pensaba y hablaba igual que nosotros,
aulló lastimosamente mirando al Hawa-pacha2. Al oír esto Apunchik Achill Yaya se compadeció del perro e hizo caer una mazorca de maíz sobre la llapa-mama3. Al ver esto, la pareja cogió rápidamente la mazorca. Una parte se la comieron,
otra parte guardaron para sembrar y solamente la tusa y algunos granos le dejaron al perro. Por eso en la chakra a la mazorca que sólo tiene algunos granos hasta ahora le dicen allku kiru o diente de perro. Luego de comer los granos de maíz,
la pareja se quedó dormida y Apunchik Achill Yaya les quitó de la boca los dientes de marfil, y en su lugar puso maíz blanco. Desde ese momento existe la muerte"4 , señaló en un relato Luis Enrique Cachiguango, escritor de “El ritual funerario andino de adultos”.
“La muerte-wañui es la etapa de transición hacia el chaishuk-pacha5 o el otro mundo. Vida espiritual para la que nos preparamos durante toda esta vida. En la vida cotidiana siempre estamos conscientes de la muerte. Así en fechas especiales como el 2 de Noviembre, Jueves Santo,
San Pedro, Ascensión y también los días Lunes y Jueves de la semana que son dedicados a los muertos, se acude al cementerio para compartir la comida con los familiares fallecidos”.
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