En el enfrentamiento en los potreros de Langdon entre las tropas de la Confederación y el ejército porteño, que tuvo lugar el 2 de junio de 1853 durante el sitio de Buenos Aires, el entonces coronel Bartolomé Mitre fue herido de un balazo en la frente.
Eran tiempos en que Buenos Aires enfrentaba a la Confederación, y la primera estaba sitiada por las tropas del general Hilario Lagos, cuando apenas clareaba el nuevo día, el general José María Paz, mientras inspeccionaba las líneas de defensa desde los altos de Defensa
y Brown, en la casa del inglés Brittain, detectó una nueva trinchera que avanzaba sobre los tenues límites de las fortificaciones. En una noche, los sitiadores habían avanzado un buen trecho sobre las líneas porteñas. El general Paz señaló esa línea e indicó a Mitre su tarea.
Este no tardó en ponerse en marcha y a las ocho de la mañana dirigía sus soldados hacia el campo de batalla. Avanzaba Mitre al frente del regimiento, seguido por su hermano Emilio y el comandante Arenas a cargo de la artillería, hacia el llamado potrero de Langdon, lugar donde
se encontraba la Cárcel de Caseros. Mitre, de a caballo, impartía las órdenes para que Arenas comenzase el hostigamiento con la artillería, cuando bruscamente un golpe terrible lo arroja al piso. Su cara y su chaleco se bañaron de sangre. Mitre yace herido.
Ahí se da cuenta que el golpe en realidad había sido un balazo que había impactado en su frente. La bala fue amortiguada por una escarapela que Delfina de Vedia, esposa de Bartolomé Mitre, había tejido días atrás en el quepis de su marido pero igualmente le impacto en su frente.
"Sostenedme. ¡Quiero morir de pie, como un romano! Fueron las palabras que alcanzó a pronunciar a los soldados, entre ellos a sus ayudantes Franklin Bond y Ortiz de Rozas, y Felipe de Ezcurra Ortiz de Rozas, ambos sobrinos de Juan Manuel de Rosas, que se acercaron a auxiliarlo.
Felipe de Ezcurra no supo que decir ante esta exclamación. Sólo se limitó a revisar la herida, y a comentar un tímido “No es nada”, a lo que Mitre observó: “Sin embargo, es como si tuviera el proyectil adentro”.
Para levantar el ánimo de las tropas, que lo creían muerto, Mitre montó a caballo pero las fuerzas le flaquearon y decidió retirarse del campo a pie. Aun así saludaba y alentaba a la tropa. En su camino a las líneas porteñas encontró a su hermano Emilio, a quien le dio el mando.
Al comandante Arenas le impartió algunas órdenes pero para entonces su voz era un susurro y sus palabras inentendibles. Mitre fue enviado hacia el cuartel de del 2 de línea, ubicado en la plaza Concepción, donde se le practicaron las primeras curaciones.
Al rato se hizo presente el doctor Ireneo Portela, destacado médico y político, amigo de Mitre desde los tiempos de Montevideo. Portela había sido uno de los únicos siete legisladores porteños que habían votado contra la suma del poder político de Rosas, y eso le valió el exilio.
El diagnóstico que dio Portela fue preciso: “Hay fractura del frontal y es gravísima. La masa cerebral esta oprimida por el hueso roto. Es preciso operar ya mismo o morirá".
Mitre fue transportado a una casa del actual barrio de Constitución para la operación. Para tener una idea de cual era el ambiente que el comprometido estado de Mitre causaba en la ciudad sitiada, baste mencionar que uno de los camilleros era Pastor Obligado,
gobernador del Estado de Buenos Aires entre 1854 y 1858. El general José María Paz, ministro de Guerra del gobernador Manuel Guillermo Pinto, al enterarse del pronóstico reservado de Mitre dijo: “Prefiero perder un ejército completo que perderlo a Mitre”.
Hacia esa casa se dirigió Portela, acompañado por el doctor Juan José Montes de Oca, decano de la Facultad de Medicina, el doctor Pedro Ortiz Vélez y el doctor Hilario Almeyda, hábil cirujano en jefe del ejército argentino durante la guerra del Paraguay.
Almeyda comenzaría con la cirugía y le salvaría la vida al futuro presidente. Antes de que Mitre cayera inconsciente durante la operación (que se hizo sin anestesia) alcanzó a decirle a sus médicos, todos ellos conocidos de muchos años: “Ustedes me tratan peor que el enemigo”.
La exitosa cirugía dejó una cicatriz estrellada en la frente de Mitre y la falta de hueso permitía la transmisión de los latidos de las meninges, especialmente cuando el general debatía con vehemencia.
La cicatriz obligó al general Mitre a reemplazar el quepis o la galera por el chambergo, caracterizándolo a tal punto que era raro verlo a Mitre sin su sombrero. Su chambergo se convirtió en símbolo. Lo usaba tanto con el uniforme como con el frac o el traje de calle.
Se cuenta que el Emperador Pedro II de Brasil atento al protocolo, no se atrevía a pedirle que le mostrara la herida pero estaba interesado en ver la herida y dio vueltas, discretamente, para examinar la cicatriz de guerra. Finalmente, le pidió verla y le preguntó si le dolía.
“Ni un simple dolor de cabeza” dijo con una sonrisa Mitre “Por eso receto siempre un balazo en la frente a los que padecen de dolor de la cabeza”.
Los dibujos de la célebre entrevista con el general Francisco Solano López durante la guerra del Paraguay lo muestran a éste con un quepis rojo cuajado en laureles y plumas, mientras Mitre luce una sobria levita militar sin galones y su infaltable chambergo.
Así se lo vio en Cepeda, Pavón, durante su presidencia, en la guerra del Paraguay, en la revolución del 74, y en todos los acontecimientos políticos de los que fue principal actor.
Existen fotografías de Mitre con más de ochenta años, caminando solo por las calles porteñas, recibiendo el afectuoso saludo de la gente y luciendo el infaltable chambergo que tapaba su cicatriz.
Durante su funeral en enero de 1906, el chambergo que solía usar el general fue ubicado arriba del ataúd que llevaba al prócer y durante la multitudinaria procesión al cementerio de la Recoleta permaneció allí.
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“La República Argentina, que sera algún día una gran nación porque tiene la ambición, la fe y todas las condiciones necesarias de climas, tendencias, leyes y espacio para ello, no olvidará jamás que el estado de progreso y prosperidad en que se encuentra en esos momentos se debe en gran parte al capital inglés”.
Palabras de Julio Argentino Roca durante el banquete servido en honor al día de la Independencia de la Argentina en la localidad de Richmond (en Gran Bretaña) el 9 de julio de 1887.
Ese 9 de julio de 1887 se celebró en el hotel Star and Garter un gran banquete en honor al día de la Independencia de la República Argentina, donde más de 350 personas se reunieron en un salón cuya mesa principal estaba decorada con banderas argentinas, bajo la presidencia de Edward Baring, lord de Revelstoke, el directivo más importante de la casa Baring Brothers.
La lista de invitados al banquete incluía a muchos británicos que tenían lazos con la Argentina, como los casos de Frank Parish (hijo de Woodbine Parish, quien sirviera como diplomático británico en Buenos Aires entre 1825 y 1832), John Coghlan (ingeniero que trabajó durante 30 años en los ferrocarriles de la Argentina), entre otros altos empresarios británicos. También concurrieron una docena de argentinos, entre ellos Máximo Terrero y Manuelita Rosas, hija del ex gobernador porteño Juan Manuel de Rosas, el ministro argentino en Londres, Luis Domínguez, Victorino de la Plaza, asesor económico argentino en tierras británicas, Alejandro Paz y otros.
En julio de 1943 la revista estadounidense LIFE volvió a la Argentina y fotografió la situación en la que se encontraba el país luego del golpe de estado del 4 de junio. Las primeras fotografías corresponden al acto realizado el 9 de julio, en conmemoración del día de la Independencia.
En el acto del 9 de julio se mostraban los símbolos que representarían al gobierno de la revolución de 1943, las Fuerzas Armadas y la Iglesia Católica. En la primera fotografía se lo distingue al coronel Juan Domingo Perón, en ese momento estrecho colaborador y del general Edelmiro J. Farrell y funcionario del Ministerio de Guerra.
Algunas fotografías más del acto del 9 de julio de 1943. 1/2
La Ciudad de Buenos Aires retratada por el fotógrafo suizo Samuel Rimathé hacia finales del año 1890, en una Buenos Aires aún convulsionada por los hechos de la Revolución del Parque en julio de ese año. 1/6
El 19 de junio de 1884 falleció Juan Bautista Alberdi en la ciudad de Neuilly-sur-Seine, Francia. Fue el autor intelectual de la Constitución Nacional de 1853 y uno de los mayores exponentes del liberalismo hispanoamericano.
Alberdi nació en la ciudad de San Miguel de Tucumán el 29 de agosto de 1810, siendo hijo del comerciante y político vasco Salvador Alberdi y de la criolla Josefa Aráoz y Balderrama, hija de una de las familias más importantes de la provincia, quien falleció en el parto. El padre de Alberdi participó activamente de la lucha por la independencia, desempeñando un importante papel en la defensa del norte argentino ante los ataques realistas, además de ser el "mejor amigo" del general Manuel Belgrano. Su contribución a la lucha por la independencia impulsó a que el Congreso de Tucumán acordara en su sesión del 29 de octubre de 1816 concederle formalmente la ciudadanía argentina.
Su padre falleció en 1822, cuando Alberdi tenía tan solo 11 años, por lo tanto quedó al cuidado de sus hermanos mayores. Un año después se trasladó a Buenos Aires cuando, bajo el impulso del ministro porteño Bernardino Rivadavia, se fundó el Colegio de Ciencias Morales, bajo la tutela de la flamante Universidad de Buenos Aires y fue becado para educarse en aquel colegio. Allí fue compañero de jovenes como Esteban Echeverría, Marco Avellaneda, uan María Gutiérrez, Vicente F. López, José Mármol, Marcos Paz, Félix Frías, Carlos Tejedor, Miguel Cané y otros.
El 16 de junio de 1955 tuvieron lugar los bombardeos a Plaza de Mayo que llevo a cabo la Marina de Guerra, con la dirección del contraalmirante Samuel Toranzo Calderón, con el objetivo de asesinar al presidente Juan Domingo Perón.
Pero, ¿Por qué pasó? ¿Cuáles fueron los factores que desencadenaron el hecho?
Hacia octubre del año 1954 el país vivía en una cierta paz en el ámbito de las relaciones de las fuerzas políticas luego de la política de conciliación limitada que había sido inaugurada por el presidente Perón alrededor de junio de 1953, luego de los atentados terroristas del 15 de abril del mismo año cuando militantes de partidos opositores explotaron dos bombas entre el público que había ido a escuchar el discurso de Perón en la Plaza de Mayo y de la quema, por parte de fuerzas de choque peronistas, de la Casa del Pueblo, el Jockey Club y las sedes de los partidos Radical y Demócrata.
El 11 de noviembre de 1953 el Poder Ejecutivo elevó una ley, que sería promulgada por el Congreso Nacional en diciembre, que otorgaba una amnistía a los dirigentes políticos presos desde mayo. La ley de amnistía hacia una distinción entre delitos políticos cometidos por civiles y los cometidos por miembros de las Fuerzas Armadas, al margen de otra distinción en el rubro de los transgresores gremiales. Los civiles, la mayoría de dirigentes de los partidos, recibieron una amnistía total, mientras que la de los militares era decidida por el Poder Ejecutivo y la de los sindicalistas se las consideraría individualmente. Con estas medidas Perón quería asegurarse de que ninguno de los liberados volviera a socavar su control de los sectores que más le importaban: las Fuerzas Armadas y el movimiento obrero.
El 12 de junio de 1880, el gobernador de Buenos Aires, Carlos Tejedor, se levantó en armas contra el gobierno nacional del presidente Nicolás Avellaneda y se produjeron los primeros choques entre tropas nacionales y provinciales en la Chacarita, en medio del conflicto por la sucesión presidencial y por la federalización del territorio de la Ciudad de Buenos Aires, hasta ese momento, capital de la provincia.
El periodo presidencial de Avellaneda había comenzando el 12 de octubre de 1874, en medio de la revolución contra el gobierno nacional que encabezaba el general Bartolomé Mitre luego de las denuncias de fraude electoral que sus partidarios vertieron contra el presidente Sarmiento. Una vez derrotado el movimiento revolucionario de Mitre, el presidente Avellaneda tuvo que soportar una tenaz oposición de los elementos vencidos en la forma de una abstención revolucionaria hasta que en 1877 se obtuvo la llamada "Conciliación de los Partidos".
La "Conciliación de los Partidos" había sido promovida por el presidente Avellaneda y por ella el mitrismo abandonaba la abstensión revolucionaria que había mantenido desde 1874 y se alineaba con el autonomismo, el fin de la nueva política tenía que ver con lograr que Adolfo Alsina lograra suceder a Avellaneda en 1880 en la presidencia. Fruto de este acuerdo político fue la designación de Carlos Tejedor, autonomista alsinista, como gobernador de Buenos Aires con el apoyo del mitrismo.