Para celebrar el 203° aniversario del @museodelprado voy a hablaros del Lavatorio de #Tintoretto, una de las obras más importantes del Prado y que no pertenece al Prado.
Representa el episodio de lavatorio de los pies de Jesús a los Apóstoles narrado en el evangelio de San Juan. Pero más que en el evangelio, Tintoretto se basa en el libro I Quattro libri de la humanita di Christo de Pietro Aretino (1539).
"Humilladas las rodillas con aquella humildad con la que deberíamos humillar las nuestras, comenzó [Cristo] a lavarles los pies con el agua que echó en la jofaina, con la que los lavaba al caer".
Pero es una obra aparentemente extraña. En un cuadro enorme de más 2 metros de alto y más de 5 metros de largo, Tintoretto coloca la escena principal en la esquina derecha. Pero no hay que olvidar que él pintaba pensando en el lugar donde iba a estar el cuadro.
En 1547 la Scuola del Santísimo Sacramento de la iglesia de San Marcuola de Venecia encargó a Tintoretto El Lavatorio y una Última Cena.
El Lavatorio estaba en el trasepto de la iglesia. Y está pensado para que lo veamos estando próximos al lado derecho.
En este vídeo veréis más claramente el efecto que busca Tintoretto: por arte de magia, las figuras que parecían dispersas al ver el cuadro de frente se ordenan al verlo desde la derecha, resaltándose el episodio del Lavatorio.
Ferdinando Gonzaga, VI Duque de Mantua lo adquirió a principios del S. XVII, colocándolo en el Palacio Ducal de Mantua.
En 1627 el comerciante Daniel Nys lo compra para Carlos I de Inglaterra.
En 1651 en la almoneda de Carlos I es comprado por Houghton.
En 1654 se lo vende a Alonso de Cárdenas para Don Luis Méndez de Haro, quien se lo regala a Felipe IV.
Se destina al Escorial y Velázquez lo coloca en la Sacristía.
En 1936 a estallar la Guerra Civil es despositado en el Museo del Prado por la Junta Delegada de Incautación, Protección y Conservación del Tesoro Artístico Nacional.
Desde 1943 queda establecido su depósito en el museo, pero perteneciendo a Patrimonio Nacional.
Es una obra muy "física", con los apóstoles haciendo verdaderos esfuerzos para descalzarse, realizando posturas muy naturales, pero trabajosas. Muy terrenales.
Más que un episodio bíblico, parece un taller de zapateros, haciendo verdaderos esfuerzos en su mecánico y artesanal trabajo.
Comparad a los Apóstoles con estos zapateros de Jost Amman, de Panoplia omnium illiberalium mechanicarum aut sedentarium atrium (@britishmuseum, 1568).
Velázquez, gran admirador de la obra, dijo de las posturas de los Apóstoles:
"Son de vivísima aptitud todas, según a lo que atiendan".
Pero no todo el mundo pensaba igual.
El viajero irlandés Joseph Henry dijo:
"Parece esmerarse en elegir el momento más inoportuno posible; sus cabezas son bajas y viles; sus actitudes vulgares y generalmente ridículas. [...] Retrata a uno de los discípulos tendido en el suelo, mientras otro le arranca la media".
El fondo arquitectónico también es misterioso. Está tomado directamente de la ilustración de Sebastiano Serlio (1545) para la Scena tragica de Vitruvio.
Si superponemos las dos imágenes, encajan perfectamente (reconstrucción de Isabel Solís Alcudia).
¿Pero por qué una escena trágica?
Porque tras el Lavatorio y la Última Cena vendrá la Pasión de Cristo. La Tragedia por excelencia.
Detrás de la figura de Cristo hay una imagen misteriosa. Se trata de una representación de la Última Cena. ¿Por qué?
Porque enfrente al Lavatorio estaba (y está todavía) en la iglesia de San Marcuola la Última Cena de Tintoretto. Es un espejo.
Otra imagen característica de la obra es el perro del primer término, probablemente un bracco italiano.
El perro está tomado de la obra Dos perros de caza atados a un árbol, de Jacopo Bassano (@MuseeLouvre), realizada el mismo año que el Lavatorio.
En este cuadro destaca el uso de la perspectiva. Es un escenario en el que podríamos estar.
Las radiografías muestran que lo que primero pintó fue el escenario arquitectónico. Luego añadió las figuras.
Dejo vídeo del vaciado del cuadro por @DavidBokeh:
"Dificultosamente se persuade a que es pintura, tal es la fuerza de sus tintas y disposición de su perspectiva, que juzga poderse entrar por él y caminar por su pavimento enlosado de piedras de diferentes colores".
Pero hay otro aspecto de la obra que llamó poderosamente la atención a Velázquez, y fue clave en su obra maestra:
"Entre las figuras hay aire ambiente".
El instrumento de cohesión de la obra es el aire. Es la armonía de la obra.
Velázquez aprendió de Tintoretto esta idea y la aplicó en su obra maestra. Y de paso, homenajeó al Lavatorio añadiendo también un perro en primer término y un espejo.
Existe una copia de la obra en @theshipley. Tras varias estudios se considera la del Prado realizada en primer lugar, por la presencia de pentimenti o el dibujo subyacente en la radiografía. Aunque para algunos el debate sigue. Comparad ambas versiones.
He puesto varios vídeos del Prado porque hacen una labor didáctica espectacular en redes, especialmente en Instagram. Seguidlo, no os arrepentiréis.
Y finalmente quiero agradecer a @MarteVelazquez el haberme ofrecido participar en este aniversario y ser el motor del #Prado203. Siente de verdad lo que es el Prado y nos arrastra con él.
Seguid el hastagh #Prado203, porque hay verdaderos hilazos hoy. Disfrutadlos.
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Fueron uno de los descubrimientos arqueológicos más importantes a nivel mundial de 2023.
Los fragmentos de esculturas encontrados en la excavación de Casas del Turuñuelo pusieron rostro a la cultura de Tarteso. Y así fueron conocidos:
Los rostros de Turuñuelo (@ArqueologicoBa).
En la primavera de 2023, concretamente el 14 de abril, en la excavación de Casas del Turuñuelo, en Badajoz, por @IAM_CSIC, aparecieron cinco rostros desgajados.
Este descubrimiento fue un hito: hasta ese momento se consideraba a Tarteso una cultura anicónica.
En el relleno de la llamada Habitación de las gradas, un amplio espacio donde se encuentra la entrada principal del edificio de Casas del Turuñuelo y orientado a la salida del sol, se encontraron los cinco rostros fragmentados junto a un lote de marfiles etruscos.
Este dibujo cuenta una historia que a ojos del S. XXI puede no sorprendernos demasiado.
Pero que en el S. XVII un joven pintor vaya a conocer a una anciana artista, que además le saca más de 60 años, no era algo habitual.
#8M
En 1621, el joven Antoon van Dyck viaja a Italia. Tenía 22 años y ya arrastraba una considerable carrera a sus espaldas, después de haber recibido varios encargos del rey Jacobo I de Inglaterra y de su corte.
Retrato de Thomas Howard, segundo conde de Arundel (@GettyMuseum).
Van Dyck pasaría en Italia siete años. La mayor fuente de información de ese viaje es el Cuaderno Italiano (@britishmuseum), formado por unos doscientos folios de dibujos de estampas, obras de otros artistas, nuevas ideas y en algunos pocos casos personas que conoció en el viaje.
Hay un nuevo invitado en el @museodelprado que se va a quedar los próximos 2 años.
Vamos a conocer las obras que forman parte de La galería de arte Cornelis van der Geest, de Willem van Haecht (1628, Rubenshuis).
Durante el S. XVII surgió en Amberes el género de los Constkamers, donde se muestran las colecciones de arte de orgullosos mecenas.
Como Cornelis van der Geest, aquí retratado por Van Dyck (c1620, @NationalGallery).
Durante la visita de los archiduques Alberto e Isabel a Amberes entre el 15 y el 27 de agosto de 1615, estos conocieron la galería de arte de Cornelis van der Geest.
El coleccionista encargó esta pintura conmemorativa trece años después de la visita.
En Desayuno en la cama (1897, @TheHuntington), Mary Cassatt realiza un retrato muy cercano y tierno de su familia. Vamos a conocerla.
#Maestras
La bebé es Ellen Mary Cassatt, hija de su hermano menor Joseph Gardner Cassatt.
Mary Cassatt retrataría a su sobrina muchas veces y con diferentes técnicas. Como el óleo Ellen Mary con un vestido blanco (c1896, @mfaboston) o el precioso pastel (c1899, @metmuseum) donado por la propia retratada al Met.
La mujer de la cabra, de Maruja Mallo (1929, @FundacionBarrie) cuenta, casi sin enterarnos, los logros que llegaron a alcanzar las mujeres a principios del S. XX y la ruptura que esto supuso con la tradición anterior. De esto y de un poco de poesía vamos a hablar aquí.
#Maestras
En 1927, animada por su amiga la poeta Concha Méndez, la pintora viaja a Tenerife, donde su padre había sido destinado (era administrador de aduanas). Y es allí donde pinta esta obra en 1929 (de ahí su otro título: La isleña).
Hay múltiples elementos del paisaje tinerfeño en la composición, tanto las montañas escarpadas como el puerto amurallado con palmeras. Destaca en el lado derecho una gran planta de aloe vera.
Preciosa y poética la paloma con la cola de abanico.