Ayer se anunció que Carlos III será coronado con la Corona de San Eduardo. Por lo tanto, el post de hoy 4 de diciembre, de nuestro calendario #caminoalacoronacion estará dedicado a esta joya, que dista mucho de ser una corona cualquiera y está llena de secretos por descubrir.
La Corona de San Eduardo es enormemente simbólica, y se utiliza en el momento más sagrado de la coronación, cuando el arzobispo la sitúa en la cabeza del monarca tras la unción. Generalmente, el monarca se cambia luego de corona, saliendo ya de la abadía con otra puesta.
Esta corona tiene una larga historia, pero debo hacer dos avisos a navegantes, conociendo cómo son a veces la cobertura de estos acontecimientos, así que vamos a empezar por ahí:
El primer aviso es que la corona de San Eduardo y la Imperial State Crown NO son la misma cosa. En ocasiones se confunden, porque la Imperial State Crown es, en realidad, una variante de la de San Eduardo en su diseño, pero son coronas distintas.
La corona de San Eduardo será la que se ponga en la cabeza del rey Carlos III en el momento de la coronación. La Imperial State Crown será la que utilice cuando salga de la abadía y durante el resto de las ceremonias públicas en las que lleve corona durante ese día.
El segundo "aviso a navegantes" es que habitualmente se dice que la corona de San Eduardo se lleva utilizando en las coronaciones desde la Edad Media. Lo que técnicamente no es cierto, porque la corona que vamos a ver el 6 de mayo se creó en 1661...y con matices.
Dicho esto, ¿por qué esta corona es tan importante dentro de la "mitología" de la Familia Real británica? Bueno, pues porque conecta a los reyes directamente con el ámbito de lo sagrado, a través de un antepasado que fue un santo, además de un rey.
Esta conexión entre la sangre de un santo, y sus sucesores en el trono tiene tanta importancia que veremos muchos objetos relacionados con San Eduardo durante la coronación. Por ejemplo, el trono que se utiliza durante la coronación, del que hablaremos en el futuro,
es conocido como la "Silla de san Eduardo", pues aunque no la hizo este rey, ni la usó, se mantenía en su santuario, y por ello, se consideraba vinculada a él y bajo su protección y bendición.
Durante la Edad Media, Moderna y, hasta cierto punto, la Contemporánea también, era muy importante para las diferentes familias de la nobleza y la realeza tener entre sus antepasados a personajes sagrados, mitológicos conocidos por sus hazañas, su valor o sus virtudes.
Al fin y al cabo, buena parte de la base simbólica de este sistema hereditario se centraba en la idea de que las virtudes se transmitían por la sangre, pasando de estos santos, héroes y, a veces, incluso dioses, a sus descendientes actuales, que las reclamaban para sí.
Este sistema era tan importante en la Edad Moderna, por ejemplo, que familias, dinastías e incluso ciudades defendían que descendían de personajes mucho más importantes que otros contemporáneos, para justificar que debían tener precedencia, un puesto, o un lugar mejor.
Esto, llevado a su máxima expresión, sirvió para justificar el poder y la autoridad que ejercían algunas dinastías. Hasta tal punto llegó tal visión, que hubo dinastías que crearon las conocidas comúnmente como "genealogías mitológicas", en las que un rey
defendía que descendía, o estaba vinculado por matrimonio, a una serie de seres de gran importancia histórica, mitológica y religiosa, de una forma difícilmente comprobable y, en ocasiones, teniendo que hacer muchas acrobacias mentales para justificar la relación.
Por ejemplo, los Habsburgo generalmente se consideraban descendientes, entre otros, de Hércules, razón por la cual aparece relacionado con la familia real hispana con cierta asiduidad.
Pero entre sus supuestos ascendientes también se encontraban figuras como Eneas, Carlomagno, el Rey Arturo, Julio César, o incluso Osiris (sí, ese Osiris), como aparece en un rollo maravilloso de la @BNE_biblioteca con la Genealogía de Carlos V:
De hecho, el abuelo de Carlos V, el emperador Maximiliano I, intentó promocionar y legitimar su posición como emperador, y la de su familia como una de las más poderosas de Europa, haciendo referencia a un árbol genealógico bien nutrido de figuras, reales, míticas e inventadas.
Su cenotafio, en la Hofkirche de Innsbruck, estaba diseñado para ser una reivindicación de su poder, como la culminación de una saga repleta de las figuras más importantes de la Historia, con conexiones familiares con los Habsburgo. Inicialmente, se trataría de cientos de
figuras, entre antepasados, santos, y antiguos emperadores, de donde descendía su poder. Si bien no se pudieron crear todas las que quería, porque...pasta, mayormente, las que se crearon hacen del de Innsbruck uno de los conjuntos monumentales más impresionantes de Europa.
Si alguien quiere saber más sobre los planes que tenía Maximiliano I para su sepulcro, y la importancia de la genealogía en sus planes promocionales (teniendo en cuenta que los Habsburgo eran considerados "los nuevos" en el Imperio en esa época), os recomiendo mucho este libro:
Por otro lado, los reyes franceses se consideraban a sí mismos descendientes de Jesucristo, así como de gente como Carlomagno, Alejandro Magno o Julio César (sí, hay figuras "top" que se repiten mucho). Difícilmente se podía ir más alto que Jesucristo, una ascendencia que habían
reclamado desde los reyes merovingios (es que "El Código da Vinci" no inventó nada, la verdad), pero había que rellenar con "más sustancia", y tenían a más antepasados mitológicos en su haber para dar lustre a su linaje.
Pero llegó un momento en que prácticamente todas las dinastías tenían un montón de antepasados mitológicos en su línea. Y empezó a valorarse mucho tener antecesores que se pudieran rastrear que fuesen santos, a poder ser reconocidos.
Así, en la corte hispana se luchó mucho políticamente para que Fernando III de Castilla fuese santificado. En Francia, cada vez tuvo más y más relevancia la vinculación de sus reyes con el monarca Luis IX "el Santo". Los Habsburgo austriacos dieron mucho énfasis a su vinculación
con San Leopoldo III, al que se hizo patrón de Austria en el siglo XVII. En Portugal teníamos a Santa Isabel de Portugal...y en Inglaterra, al rey San Eduardo.
Así pues, todo lo que tuviera relación con San Eduardo no era solo un elemento simbólico, sino también sagrado y legitimador. Así, la corona que había utilizado este monarca era especial, así como otros objetos relacionados con la coronación, que llegaron a ser extraídos de la
propia tumba del monarca. Sus restos fueron trasladados, ya en el siglo XIII, a un santuario especial dentro de la Abadía de Westminster, que también tiene un rol especial en la coronación. Así de importante es, todavía hoy, la figura del único rey canonizado de Inglaterra.
Esta corona supuestamente utilizada por San Eduardo en su coronación fue utilizada continuamente por otros reyes (y por alguna que otra reina, como Ana Bolena) en sus coronaciones o ceremonias simbólicas al menos desde 1220.
Pero, cuando Carlos I fue ejecutado en 1649 y Cromwell tomó el poder, haciendo desaparecer la monarquía, el nuevo gobierno se hizo con todas las posesiones de los reyes, incluyendo las relacionadas con la coronación.
De hecho, el gobierno de la Commonwealth estaba convencido de que todo lo relacionado con la coronación debía ser destruido, como una suerte de "exorcismo" de la monarquía que acababan de derrocar. Desde las vestimentas ceremoniales, hasta los anillos, pasando por las coronas
y los cetros, todo debía ser destruido. Muy pocas cosas sobrevivieron a este deseo del nuevo gobierno de acabar con todas estas reliquias. A la mayoría, incluyendo la corona de San Eduardo, se les arrancaron las piedras preciosas, que fueron vendidas, y el oro y la plata que
las componían, fueron fundidos. Se perdieron para siempre.
Pero cuando se produjo la Restauración monárquica en la figura de Carlos II, el nuevo rey deseaba hacer como si el periodo del gobierno de Cromwell y la Commonwealth nunca hubiera existido, y recobrar todas las ceremonias y objetos simbólicos usados por sus antepasados.
Así, el rey encargó a Robert Vyner la creación de una nueva serie de elementos para la coronación, que sustituyeran a aquellos perdidos, incluyendo una nueva corona. Aunque la idea era que se basaran en los objetos perdidos, no eran exactamente iguales y, por ejemplo,
en la corona de San Eduardo, hay elementos claramente barrocos. Además, como no había suficiente dinero para comprar las piedras preciosas que componían la corona, se practicó algo que se hacía mucho en la época: se alquilaban.
Es decir, se creaba el esqueleto de la corona y las principales piedras se alquilaban a joyeros o nobles. Estas se ponían en la estructura, la corona era utilizada durante el día de autos, y luego se quitaban para devolvérselas a sus dueños.
De hecho, era muy habitual que las piedras preciosas de diferentes joyas se reutilizasen y cambiasen para crear nuevas piezas con el paso del tiempo, especialmente en el caso de piedras heredadas. Pero para joyas que se utilizaban muy poco, o solo una vez,
alquilar las piedras era algo bastante habitual, sobre todo teniendo en cuenta que, cuando los reyes tenían problemas de dinero, ese tipo de piedras eran las primeras que se empeñaban. De hecho, todavía se conservan algunos "esqueletos de coronas" que recuerdan esta práctica.
No fue hasta el siglo XX, concretamente hasta 1911, para la coronación de Jorge V, que la corona de San Eduardo obtuvo sus piedras definitivas. Anteriormente, siempre se alquilaban, se ponían, y luego se quitaban, para la coronación.
Algunas piedras todavía se modifican, pero fue en 1911 cuando adquirió el aspecto por el que hoy se la conoce. También se aligeró un poco su peso, pues era una corona extremadamente pesada, lo que hacía que en varias ocasiones, en vez de que los reyes la llevaran, se ponía en el
altar mayor de la Abadía. Hoy en día pesa algo más de dos kilos y los soberanos suelen practicar con ella, así como con la Imperial State Crown, durante meses antes de la coronación, para no perder el equilibrio bajo su peso durante la ceremonia.
Así, el próximo día 6 de mayo, después de 70 años, la corona de San Eduardo volverá a ser utilizada, recordando toda esta simbología religiosa y mitológica de milenios de antigüedad en pleno siglo XXI.
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¿A quién no le va a gustar un buen cetro? Hoy, 5 de diciembre, siguiendo con nuestro particular calendario de Adviento #caminoalacoronacion, vamos a hablar de los cuatro cetros que se utilizarán durante la coronación de Carlos III y de un quinto...que se encontró en un armario.
Los centros son bastones o, más habitualmente, varas, que simbolizan el poder, la autoridad y la posición como líder de aquella persona que lo lleva. También tiene cierta simbología religiosa, pues aunque veremos que estos cetros son relativamente cortos
(y existen versiones con significado similar aún más cortas en el ámbito militar, con los famosos bastones de mando), su origen está en el bastón que se asociaba a los pastores. Esta idea, que derivó a su vez en los grandes báculos que llevaban algunas autoridades religiosas,
3 de diciembre, y siguiendo con nuestro calendario #caminoalacoronacion, hoy traigo una de mis historias preferidas, con una reina a la que se le negó la entrada a su coronación. Porque hoy presentamos a una pareja que hace que lo de Carlos y Diana parezca un juego de niños.
Estamos hablando del rey Jorge IV de Inglaterra, y de su única esposa (legal), la reina Carolina de Brunswick-Wolfenbüttel. Es una historia de enfrentamientos, intentos de divorcio y escándalos públicos en la Inglaterra de los Hannover que no dejó a nadie indiferente.
Nuestra historia comienza en 1795, cuando el entonces príncipe de Gales, y la princesa Carolina (su primera hermana) se casaron. Pero el matrimonio, ya de entrada, no empezaba con buen pie. El príncipe Jorge, de casi 33 años, era bien conocido por su vida disoluta, su
Hoy, 2 de diciembre, siguiendo con nuestro particular Calendario de Adviento de #caminoalacoronacion, vamos a hablar del Anillo del Soberano, incluyendo una situación en la que la reina Victoria tuvo que esforzarse tanto en quitarse el suyo que casi se rompe el dedo. ¡Veámoslo!
La cantidad de objetos simbólicos, preciosos e históricos que se utilizan en la coronación de los reyes británicos es inmensa. Podríamos pasarnos todo el mes de diciembre hablando de este tipo de objetos y aún así nos faltarían días en el calendario.
Entre ellos, los conocidos como "Anillos de la Coronación" son enormemente importantes, tanto por su valor como por su potencial simbólico. Los Anillos de la Coronación son principalmente dos: el Anillo del Soberano y el Anillo de la Consorte.
Es 1 de diciembre y empezamos un particular Calendario de Adviento, en el que vamos a dedicar un post al día a hablar de la coronación de Carlos III con el hashtag #caminoalacoronacion. Y no hay mejor manera de empezar que con música. ¿Sabéis quién era Zadok, el sacerdote?
Zadok, más conocido en castellano con el nombre de Sadoc, es un sacerdote que aparece en el Antiguo Testamento y que tiene una importancia fundamental para el estudio de las coronaciones, al haber sido el responsable de consagrar como rey al mítico Salomón.
Prácticamente todas las coronaciones de las Edades Media, Moderna y Contemporánea se basaban en este episodio. Pero, ¿qué es una unción, y por qué es importante para la coronación de los reyes de Inglaterra?
@Clemitwd hacía esta pregunta a raíz del post sobre el cumplemuerte de la emperatriz María Teresa. Y la respuesta está en las costumbres y legislaciones sucesorias que observaban los Habsburgo austriacos. Vamos a explicarlo un poquito.
Las legislaciones sucesorias a lo largo de las Edades Media, Moderna y Contemporánea han sido, por un lado, más flexibles y cambiantes de lo que en general se piensa y, por otro, variaban (y varían) de un territorio a otro. Algunas veces mucho.
Algunas dinastías tenían ramas que seguían lógicas sucesorias distintas las unas de las otras, como los Habsburgo o los Borbones. Esto era especialmente evidente cuando un rey no tenía un hijo varón, lo que era la situación "más deseable" desde el punto de vista sucesorio.
Feliz cumplemuerte al gran Carlos II, que falleció un 1 de noviembre de 1700. Un rey con una leyenda negra brutal, que NO era el personaje débil mental que la historiografía decimonónica nos pintó. Para celebrarlo, repasemos algunas de las mejores publicaciones sobre su figura.
Existen actualmente muchos historiadores que se dedican a estudiar la figura de Carlos II desde diversos ángulos. Para evitar que este hilo sea muy largo, solo voy a indicar a cuatro que creo que todo el mundo que se acerca por primera vez a la figura de Carlos II debería leer,
y cuyas obras ayudan a entender importantes realidades del reinado de Carlos II, y cómo surgió la leyenda negra que todavía hoy parece rodearle. No están todos los que son (hay muchos más), pero estos cuatro son imprescindibles.