¿A quién no le va a gustar un buen cetro? Hoy, 5 de diciembre, siguiendo con nuestro particular calendario de Adviento #caminoalacoronacion, vamos a hablar de los cuatro cetros que se utilizarán durante la coronación de Carlos III y de un quinto...que se encontró en un armario.
Los centros son bastones o, más habitualmente, varas, que simbolizan el poder, la autoridad y la posición como líder de aquella persona que lo lleva. También tiene cierta simbología religiosa, pues aunque veremos que estos cetros son relativamente cortos
(y existen versiones con significado similar aún más cortas en el ámbito militar, con los famosos bastones de mando), su origen está en el bastón que se asociaba a los pastores. Esta idea, que derivó a su vez en los grandes báculos que llevaban algunas autoridades religiosas,
como los abades o los obispos. En su base, estamos hablando de la simbología, tan utilizada en diferentes ámbitos del cristianismo, del "Buen Pastor". En este caso, es el rey el que tiene la autoridad de guiar a su pueblo, como su cabeza y líder.
Y el pueblo (o sus súbditos, según se mire, pues es una simbología muy de Antiguo Régimen, anterior al concepto de "ciudadano"), a su vez, tiene la obligación de seguirlo. Por lo tanto, en su base, el cetro es símbolo de poder, autoridad, liderazgo y legitimidad.
Durante la coronación del 6 de mayo, se espera que veamos cuatro cetros distintos. Dos de ellos serán utilizados en la coronación de Carlos III y, otros dos, serán entregados a la reina Camilla durante la suya. Será la primera vez que veamos estos dos últimos por televisión.
Empecemos, pues, por la coronación de Carlos III. Los dos cetros que se van a utilizar son aquellos creados por Carlos II para su coronación en 1661, con modificaciones y añadidos posteriores, claro. Si os acordáis de lo que decíamos ayer respecto a la corona de San Eduardo,
tras la ejecución de Carlos I en 1649, el gobierno de Cromwell destruyó la mayoría de los objetos relacionados con las coronaciones. Por desgracia, los cetros tradicionales que se llevaban utilizando desde la Edad Media sufrieron el mismo destino;
fueron fundidos y sus piedras preciosas, vendidas al mejor postor.
Así pues cuando se produjo la Restauración de la monarquía, y Carlos II mandó crear nuevas joyas para, su coronación, también encargó dos centros que sustituyeran a los perdidos. El primero que vamos a ver, y más importante, es el llamado Cetro del Soberano con una Cruz.
Este maravilloso cetro, creado en 1661, sufrió importantes alteraciones a principios del siglo XIX y luego en el siglo XX, momento en el que se incorporó el magnífico diamante que lo corona: el Cullinan I, también llamado la Gran Estrella de África.
Para los que no conozcan este diamante, el Cullinan está considerado como el diamante natural más grande que se ha encontrado en la Historia. Se halló en una mina de Suráfrica en 1905 y toma su nombre del entonces dueño de la mina, Thomas Cullinan.
Aquí el amigo, un personaje para nada inocente, era un magnate de los diamantes que amasó su fortuna en la Suráfrica conectada al imperialismo y al colonialismo británico. Lo puso a la venta poco después de encontrarlo, pero era tan caro que nadie lo compró durante algunos años.
Finalmente, tras varias bajadas de precio, fue comprado por el gobierno de la llamada Colonia del Transvaal, un territorio ocupado militarmente por los británicos a principios del siglo XX en el sur de África.
Su presidente se lo regaló al rey Eduardo VII, con el deseo de ganar su buena voluntad (y su influencia) a favor del gobierno de la zona. Se considera todavía hoy parte del patrimonio personal de los monarcas, trasmitida desde este rey y su nuera, la reina Mary, hasta Isabel II.
El rey mandó cortar el diamante, dando lugar a diferentes piezas de diferente consideración y valor. Algunas de ellas forman parte de la Imperial State Crown, de la corona de consorte de la reina Mary, y se han lucido como diferentes broches y partes de collares.
De hecho, el diamante que aparece en este centro se puede quitar, y varias reinas lo han lucido en solitario como broche, o como parte de collares. ¿Os imagináis llevar puesto un diamantaco de semejante calibre?
Volviendo al cetro, el Cullinan I es lo más llamativo de esta joya, pero también está hecho de oro, zafiros, diamantes, rubíes y esmeraldas. Como hemos mencionado, representa el liderazgo y el buen gobierno del rey (relacionado con la analogía del buen pastor que veíamos antes),
así como el poder que posee desde ese momento en adelante. También representa su poder temporal, sancionado por Dios, pues no nos olvidemos que está coronado con una cruz.
Junto con este cetro, al monarca se le da un segundo, que recibe el nombre de "Cetro del Soberano coronado por una paloma".
En este caso, nos encontramos con un cetro más sencillo, pero no por ello menos lujoso. Hecho principalmente de oro y diamantes, está coronado por la imagen de una paloma blanca. Dicha paloma representa al espíritu santo, haciendo referencia al papel religioso que tendrá el rey
como jefe de la Iglesia. Pero también pretende cumplir el rol que tendría el desparecido cetro de tiempos de Guillermo el Conquistador, que recibía en las crónicas el nombre de "Cetro de la Equidad y la Misericordia".
Se consideraba que entre las características que debía tener un buen gobernante se encontraba la justicia, y la capacidad de ser misericordioso con sus súbditos cuando se pudiera. Por lo tanto, los dos cetros también representan las dos caras de una misma moneda política.
Por un lado, el primer cetro, el del Cullinan con la cruz, representaba la autoridad, la legitimidad y el liderazgo, lo que también implicaba la capacidad de castigo cuando así se requería. En contraste, este cetro se vinculaba a la piedad, la merced y la equidad, lo que también
se relacionaba con la capacidad del monarca de utilizar una "mano blanda" y de perdonar y ayudar a sus súbditos si el caso así se lo permitía. Dos características básicas para entender el buen gobierno, ejemplificadas por los dos cetros que se dan al monarca en la coronación.
Los otros dos cetros que veremos se los darán a la reina Camilla. Estos cetros fueron realizados para la primera reina que fue coronada después del periodo de la república de la Commonwealth y Cromwell, que no es la primera reina consorte que hubo desde entonces.
La esposa de Carlos II, el que sustituyó todas las joyas de la corona perdidas, se casó con la infanta portuguesa Catalina de Braganza (para frustración y cabreo variado del rey Felipe IV). Sin embargo, esta reina era católica y lo continuó siendo durante su matrimonio.
Como hemos ido viendo a lo largo de estos posts, la coronación es una ceremonia donde hay un elemento religioso muy importante. Por lo tanto se consideró que una reina católica no podía participar de unos rituales anglicanos tan determinantes, y no se la coronó.
Sin embargo, las reglas del juego de la coronación cambiaron en el reinado siguiente. El hermano y sucesor de Carlos II, Jacobo II, era católico y su esposa, María de Módena, también lo era. Por lo tanto los rituales se adaptaron para que estos dos monarcas no anglicanos pudieran
llevar a cabo este ritual. Eso también significaba que Jacobo II tuvo que encargar para su esposa los objetos rituales propios de las consortes, que también habían sido destruidos durante la época de Cromwell, y que Carlos II no había tenido necesidad de sustituir.
De hecho, se conservan la mayoría de los objetos de la coronación de María de Módena, algo que no ocurre con muchos otros objetos ceremoniales relacionados con las consortes. Los cetros que recibirá la reina Camilla serán los que se hicieron para la reina María de Módena.
Como si se tratase de un ritual-espejo (como muchas de las ceremonias de las consortes son en realidad), el primer cetro con el que nos encontramos recibe el nombre de "Cetro de la Reina Consorte coronado por una cruz".
Este cetro, creado en 1685, ha sido utilizado por todas las reinas consortes que se han coronado desde esa fecha. Hecho de oro y diamantes, era una de esas joyas cuyas piedras preciosas se alquilaban para la coronación, y luego se sustituían por trozos de cuarzo transparente.
Este cetro representaba la autoridad, la legitimidad, y la posición de poder de la reina consorte, al igual que el Cetro del Soberano coronado por una cruz (el del súper diamante) lo hacía para el rey. Poder igualmente sancionado y protegido por Dios, por supuesto.
De la misma manera, el segundo cetro recibe el nombre de "Cetro de Marfil de la Reina Consorte". Como el segundo cetro del rey, se encuentra coronado por una paloma, símbolo de nuevo del Espíritu Santo. Pero con una sutil diferencia. A ver si os dais cuenta...
Veámoslo más de cerca...
Exactamente. La paloma del cetro de la consorte tiene las alas plegadas, mientras que la del cetro del soberano las tiene desplegadas. Esto significa que aunque la consorte también tiene la bendición de Dios, y una conexión especial con él (pues también es ungida con óleo sagrado
y bendecida especialmente durante su coronación), no es la "jefa" ni recibe la autoridad eclesiástica que sí se le concede a su marido, al que le debe sumisión y obediencia, como jefe de la Iglesia y como rey.
De nuevo, en este caso, frente al otro cetro que apelaba más a la autoridad, este se vinculaba más a la merced, y al papel de intercesora entre los súbditos y el rey que se le concedía a las reinas consortes, haciéndose hincapié en la piedad, la misericordia, y el, perdón.
Estos son los cuatro cetros que se utilizarán el próximo día 6 de mayo. Pero...hemos mencionado un quinto. ¿De dónde sale ese quinto centro, que estuvo tan olvidado durante décadas que acabó considerándose perdido, y se encontró, de casualidad, en un armario?
Para eso, tenemos que volver a nuestros amigos Jacobo II y María de Módena. Jacobo II fue un rey que acabó siendo destronado y lanzado al exilio con su familia, al mismo tiempo que se estaba negociando para que su hija mayor, Mary (nacida de su primer matrimonio con Anne Hyde) y
marido, el estatúder de Holanda Guillermo III, vinieran a ser reyes en su lugar, bajo ciertas condiciones (y hubo también una ayudita del ejército de Guillermo por ahí, todo sea dicho).
Después de la llamada Revolución Gloriosa en 1688, Guillermo III y Mary II fueron proclamados (y coronados) reyes de Inglaterra y Escocia. Pero ninguno de los dos era consorte del otro, sino que ambos eran soberanos de pleno derecho.
Esto provocaba un problema en lo que a las joyas de la corona se refería, pues ambos reyes debían tener el mismo nivel simbólico en la ceremonia. El cetro de la paloma era algo a considerar,
porque simbólicamente ella era también jefa de la Iglesia y reina de propio derecho, por lo que no estaba debajo de la autoridad eclesiástica simbólica de su marido. Así que eso había que arreglarlo. ¿Cómo se consiguió? ¡Pues creando otro!
Este quinto cetro recibe el nombre de "Cetro de la reina Mary II con paloma". Como podéis ver, esta paloma tiene, una vez más, las alas desplegadas y aparece como una nueva versión del "Cetro de la Equidad y la Misericordia" de Guillermo el Conquistador que ya hemos mencionado.
Este es el cetro de una reina propietaria, no de una consorte. Se hicieron otros objetos específicamente para coronar a Mary II como reina de pleno derecho, pero pocos más se han conservado, y se adaptaron algunos que había utilizado su madrastra.
Pero quedó claro en todo momento que Mary II no era coronada como consorte, sino como reina con tantos derechos como su esposo.
Pero claro, hay pocos usos para un set completo de joyas de la corona "repetidos". La situación tan específica de Guillermo III y Mary II no se volvió a dar, y sus sucesores, tanto mujeres como hombres, se coronaron con las joyas de Carlos II, y las reinas consortes, con
los objetos que se hicieron para María de Módena. Por lo tanto, muchas de esas joyas se reutilizaron, o se perdieron con el paso del tiempo. La mayoría de ellas...menos este cetro.
El cetro se mantuvo en la Torre, y se preocuparon por restaurarlo, y mantenerlo enjoyado (en un inicio, sus joyas también habían sido "de prestado") pero nunca volvió a utilizarse para una coronación. De hecho, durante un tiempo se consideró perdido, pues los encargados
de la conservación de las joyas de la Familia Real no supieron dar razón de él. Con el tiempo, se redescubrió en un armario de la Torre de Londres y se reincorporó a la colección, donde hoy permanece, y se puede visitar.
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Feliz #CumpleMuerte a la princesa Diana de Gales, que falleció el 31 de agosto de 1996. Primera esposa de Carlos III y madre de su actual heredero, hablamos en el pasado de que su matrimonio se podía analizar perfectamente con parámetros de Antiguo Régimen. ¿Vamos a ello?
Obligatorio disclaimer: este es un análisis de una historiadora política y de las dinastías reales, aplicando patrones matrimoniales que ya estaban en desuso para los 80, pero que casas muy tradicionales seguían implementando. Y sin duda la británica lo era. Mi teoría aquí
es que el matrimonio de Diana y el entonces príncipe de Gales Carlos, pese a la retórica moderna y de amor que lo envolvió en un principio, se adapta a esquemas cortesanos tradicionales. Es el último gran matrimonio dinástico por conveniencia de las monarquías europeas.
El día 2 de abril fue el #CumpleMuerte del emperador Fernando III de Habsburgo. Dejaba como heredero a un chaval que todavía no había cumplido los 17 años, rodeado de tiburones, y con un tío que trataba de convencerlo para que lo dejara todo y viajase a Madrid...a casarse. 🧵
Nos encontramos a mediados de los años 50 del siglo XVII. En la Monarquía de España reina Felipe IV, en medio de una crisis sucesoria brutal. El único hijo varón que había tenido de su primer matrimonio con Isabel de Borbón, Baltasar Carlos, había muerto repentinamente en 1646.
Su muerte dejó a Felipe IV con una única hija legítima, la infanta María Teresa, como su directa heredera. La infanta tenía solo ocho años cuando murió su hermano mayor y Felipe IV, al que se le habían muerto al menos nueve hijos para entonces, sabía que era muy poca garantía.
Sobre este tweet, quiero matizar una cuestión. A Carlos II no es que le costara andar, es que era un niño muy pequeño cuando sucedió al trono. Ese mini-carruaje lo tenemos que interpretar como un juguete, como una suerte de triciclo.
De hecho, a Carlos II le hicieron adulto antes de tiempo, en lo que a su presentación, vestimenta y comportamiento se refiere. El cuerpo del rey era el de un niño, pero seguía siendo el soberano. Y se tenía que adaptar a su cargo lo máximo posible.
Una de las cuestiones que apoyan este hecho, además de su participación constante en eventos de la corte (donde nunca vais a ver un documento de la época que diga que le costaba andar, y sí muchos en los que acababa corriendo detrás de los enanos) es su ropa.
#FluzoAstronomia Si el soberano era conocido como "el rey sol", era habitual que la reina fuera considerada la "Luna", siguiendo la idea de la simetría y de que el hombre y la mujer gobernantes eran dos caras de la misma manera. Mirad este retrato de Mariana de Austria.
En este fantástico retrato de Martínez del Mazo, vemos a la reina Mariana de Austria como regente de su hijo, Carlos II, tras la muerte de Felipe IV en 1665. En el fondo vemos una estatua tapada por un cortinaje negro.
La sala del fondo era la llamada Sala Ochavada, que albergaba la serie de siete esculturas de bronce llamada "Los Planetas", de Jacques Jonghelinck. Uno de los "Planetas" era la Luna, que es la escultura que aparece aquí con la cabeza tapada por el cortinaje negro.
Recuperamos nuestro hashtag #coronitas para hablar de la abdicación de la reina Margarita II. En esta ocasión, no habrá coronación pero, en el pasado, reyes anteriores sí la tuvieron. Así que hablemos de las coronaciones de los reyes daneses a través de sus magníficas joyas.
La mayoría de las joyas relacionadas con las coronaciones de los reyes de Dinamarca se encuentran en el castillo de Rosenborg, aunque vamos a contar algunas cosas vinculadas al palacio de Amalienborg, la residencia oficial de la familia real danesa.
Antes de pasar a las coronaciones en sí, y en cómo se realizaban, necesitamos tener en cuenta tres cuestiones relacionadas con la muchas veces complicada configuración política, dinástica y territorial de Dinamarca a lo largo de su dilatada historia:
Feliz #CumpleMuerte a Inés de Castro, amante del rey Pedro I de Portugal, que falleció asesinada por orden del padre de su amado en 1355. Si queréis conocer su historia, repleta de conspiraciones, políticas dinásticas, venganza y un amor de leyenda, quedaos conmigo 🧵.
Viajamos hasta el siglo XIV, donde alrededor de 1320, en un momento que no conocemos con exactitud, nace Inés de Castro. Ella era hija del poderoso Pedro Fernández de Castro, cuya vida también daría para una película, o varias. Pedro era hijo de una hija ilegítima del rey
Sancho IV de Castilla, y bisnieto, por tanto, de Alfonso X "El Sabio". Su padre había muerto luchando contra el infante Felipe, medio hermano legítimo de su esposa, y Pedro pasó buena parte de su infancia en Portugal, criándose con el conde de Barcelos, Pedro Alfonso de Portugal.