#OrgulloBarroco Siguiendo a @cipripedia, @MarteVelazquez, @Investigart y @elbarroquista, entre otros muchos compañer@s, me gustaría homenajear a todos esos artistas anónimos, o casi, del Barroco, cuyas obras esconden grandes historias, hablándoos de una de mis favoritas:
Su nombre es "Felipe V, la reina María Luisa Gabriela de Saboya y el príncipe de Asturias Luis derrotando al dragón de la herejía", y su autor fue Felipe de Silva. Existen dos versiones de este cuadro: una en el Palacio Real de Aranjuez y la otra, en el Monasterio de El Escorial.
Y, detrás de ellos, se esconde una historia de redención política. Para conocerla, tenemos que volver la mirada atrás, a los primeros años del siglo XVIII, cuando la Guerra de Sucesión Española se encontraba en pleno apogeo.
Durante varios periodos de la contienda que enfrentó a Felipe V, Luis XIV y sus partidarios, por un lado, y al archiduque Carlos, y sus aliados, las necesidades de la guerra obligaron a los monarcas a alejarse de sus centros administrativos durante largo tiempo.
En la zona dominada por Felipe V, en concreto en la capital, Madrid, quedó durante mucho tiempo como regente la esposa del monarca, la reina María Luisa Gabriela de Saboya, que tenía apenas 13 años cuando se casó, con la contienda sucesoria ya en ciernes.
Muchísimos más estudios de los que hay merece esta mujer, que se tuvo que enfrentar a una regencia y al gobierno de territorios en guerra durante su adolescencia. Y ella se encontraba en Madrid, con su hijo Luis, cuando las tropas del archiduque Carlos cercaron la capital en 1710
Iba a ser la segunda entrada del archiduque en la capital durante la contienda. Ante el avance enemigo, la reina, con su hijo de tres años, se vio obligada a dejar la ciudad deprisa y corriendo. Apenas con lo puesto, la reina buscó refugio en el Palacio-Monasterio de El Escorial.
A primera vista, parecía la opción ideal para la reina y su hijo, que habían tenido que salir de Madrid casi con lo puesto. Era un lugar algo alejado de la capital, pero lo suficientemente cerca como para llegar rápido, bien pertrechado y con recursos.
Pero no se había contado con una cosa: que las autoridades eclesiásticas de El Escorial, un monasterio enormemente vinculado a los Habsburgo, se habían declarado a favor del archiduque Carlos, el enemigo de Felipe V por la herencia hispana.
Cuando la reina, con su hijo Luis, llegó al Monasterio, no se le permitió entrar. Los testimonios posteriores vinculados a la corte borbónica hablaron con desesperanza sobre cómo a la reina y a su niño se le negó la entrada a la que era su casa, y tuvieron que dormir al raso.
Aunque lo de dormir "al raso" un poquito de exageración sí que era, era cierto que no se le permitió entrar al recinto del Monasterio, en ese momento tan delicado. Por ello, cuando la Guerra de Sucesión se dio por terminada, y Felipe V se quedó con el dominio de los territorios
hispanos en la Península Ibérica y América, la situación se puso muy complicada para aquellas personas, familias e instituciones que habían apoyado abiertamente al archiduque, o que se consideraba que no habían sido suficientemente fieles a la causa borbónica.
La comunidad religiosa del Monasterio de San Lorenzo el Real de El Escorial, así como algunas autoridades civiles que estaban a su cuidado en nombre del rey, se encontraban, por supuesto, entre aquellos que eran "non gratos" para el nuevo régimen.
La comunidad religiosa de El Escorial, como muchas otras instituciones, trató de dar la vuelta a la situación y congraciarse con el nuevo monarca. Y entre dichos intentos, se encontraba recordar su papel como uno de los símbolos más importantes de la rama hispana de la dinastía
Habsburgo, de la que Felipe V se presentaba como legítimo continuador. Legitimidad, simbolismo y "trabajo religioso" que la comunidad ponía al servicio de Felipe V si este se mostraba dispuesto a favorecerles de nuevo.
Entre los regalos de la comunidad para volver a ganarse el favor del monarca se encontraban estos dos cuadros. Este, que se exhibe actualmente en la escalera de entrada a los Aposentos de los Borbones, se lo quedó la comunidad como "recordatorio".
Aquí aparecen Felipe V, su esposa y su hijo delante del edificio del Monasterio de San Lorenzo El Real de El Escorial. El rey está matando con una daga a un dragón, tarea en la que le acompaña su hijo, guiado por su madre. El dragón representaba la herejía;
herejía que combatía como un rey católico, heredero de reyes católicos, y como sutil indirecta al bando austracista, al que se le había reprochado que había dejado entrar en la península a protestantes con sus aliados ingleses y holandeses.
Junto a Felipe V se encuentra la figura ciega de la Fe, a la que el rey señala. El rey se sitúa entre ella y el dragón de la herejía, casi como su protector, posición que heredaba como rey católico. Al fondo, El Escorial como símbolo de la fe, la religión y la posición ancestral
que el nuevo monarca había heredado. El arcoiris, que aparece sobre ellos, era el símbolo tradicional de la alianza entre Dios y su pueblo elegido, que se transmite ahora a Felipe V, que tiene la bendición de Dios como monarca legítimo.
Y, junto a la Virgen, también protectora, se encuentran San Jerónimo y San Lorenzo, santos muy vinculados al monasterio, y cuya protección también ofrece la comunidad al nuevo soberano. San Lorenzo es a quien está dedicado el monasterio, y consagrada la Basílica, mientras que
san Jerónimo era el patrón de la orden que entonces lo habitaba, los jerónimos. Actualmente son agustinos, pero hasta el siglo XIX la comunidad que lo habitaba era la de los jerónimos. Así, los dos santos más importantes del Monasterio se ponen a disposición de Felipe V y la
nueva dinastía, siempre y cuando, por supuesto, se mantenga la protección real de la que habían gozado con los Habsburgo.
Así, este cuadro de #OrgulloBarroco, tiene una gran historia de redención política tras de sí, adornando las paredes del Monasterio de San Lorenzo el Real de El Escorial, cuyas puertas se cerraron a una reina, y luego se abrieron a un rey, buscando su misericordia.
¿Sabéis que hubo un rey que invitó a sus amantes a su coronación? En el post de hoy, 9 de diciembre, de nuestro particular Calendario de Adviento #caminoalacoronacion, vamos a hablar de "The King's loose box", la "caja ligera" de la coronación de Eduardo VII en 1902.
Eduardo VII fue el hijo varón primogénito de la reina Victoria y, antes del presente rey Carlos III, era el príncipe de Gales que más años estuvo esperando su momento para ascender al trono. Tenía 59 años cuando murió su madre y había sido su heredero desde su nacimiento.
Si alguien sigue pensando que la vida en la Inglaterra victoriana era todo pudor y comedimiento, le recomiendo que lea estudios sobre la vida de Eduardo VII. Su forma de ver la vida, especialmente en el ámbito personal, era muy diferente a la de sus padres.
Hoy, 9 de diciembre, no podemos elegir mejor tema para nuestro Calendario de Adviento #caminoalacoronacion que hablar de dos objetos sacros: la cuchara y la ampolla de la coronación, estando la segunda basada en un águila de oro entregada por la Virgen a Santo Tomás Beckett.
Como ya vimos en post anteriores, la unción del rey con el óleo sagrado es una de las partes más importantes de la ceremonia de coronación. En teoría, significa que ese soberano es elegido por Dios, este le bendice y le protege.
También ejemplifica que dicho rey se convierte en una nueva persona a través de este ritual, una conexión entre el mundo terrenal, sus súbditos, y Dios, como su elegido. Así, este será uno de los momentos cumbre de la coronación y, como es comprensible, tiene sus propias joyas.
La cuestión de la conspiración de Heinrich XIII de ayer tiene mucho que ver con los grupos denominados "Reichsbürger", que son, en esencia, nostálgicos del II Imperio Alemán. Para ellos, el momento de mayor esplendor fue el gobierno de Guillermo II previo a la I Guerra Mundial.
En su versión más extrema, no reconocen el sistema de gobierno actual alemán, que consideran fruto de las consecuencias de la I Guerra Mundial, y que se debería volver a un sistema anterior "idealizado", claro. Para ellos, la monarquía debería también volver, pero no
es el punto principal de su ideología, por lo que los candidatos a dicho trono cambian dependiendo del momento o de aquellos que se presten a colaborar. Sabiendo lo complicado que era el Sacro Romano Imperio, y la cantidad de príncipes territoriales que existían, que superan
¿Conocéis los símbolos vestigiales? Hoy, en el muy tardío post (lo siento, @SonsolesLTHT) del 7 de diciembre de nuestro Calendario de Adviento #caminoalacoronacion, vamos a hablar de dos de ellos que probablemente se vean el próximo 6 de mayo: las espuelas y los brazaletes.
Entendemos por símbolo vestigial aquel que supone un remanente, un tipo de símbolo que ya ha perdido, en buena medida, su función. Su significado ya no es reconocible por aquellas personas que lo ven. Es como la apéndice, pero en símbolo; ya no se entiende, pero se sigue usando.
Ya hablamos durante el entierro de la reina Isabel II, y la proclamación de Carlos III que muchos rituales se adaptan a los tiempos. Son lo suficientemente flexibles como para mantener su esencia principal, pero seguir siendo reconocibles por el público de las diferentes épocas.
¿A quién no le va a gustar un buen cetro? Hoy, 5 de diciembre, siguiendo con nuestro particular calendario de Adviento #caminoalacoronacion, vamos a hablar de los cuatro cetros que se utilizarán durante la coronación de Carlos III y de un quinto...que se encontró en un armario.
Los centros son bastones o, más habitualmente, varas, que simbolizan el poder, la autoridad y la posición como líder de aquella persona que lo lleva. También tiene cierta simbología religiosa, pues aunque veremos que estos cetros son relativamente cortos
(y existen versiones con significado similar aún más cortas en el ámbito militar, con los famosos bastones de mando), su origen está en el bastón que se asociaba a los pastores. Esta idea, que derivó a su vez en los grandes báculos que llevaban algunas autoridades religiosas,
Ayer se anunció que Carlos III será coronado con la Corona de San Eduardo. Por lo tanto, el post de hoy 4 de diciembre, de nuestro calendario #caminoalacoronacion estará dedicado a esta joya, que dista mucho de ser una corona cualquiera y está llena de secretos por descubrir.
La Corona de San Eduardo es enormemente simbólica, y se utiliza en el momento más sagrado de la coronación, cuando el arzobispo la sitúa en la cabeza del monarca tras la unción. Generalmente, el monarca se cambia luego de corona, saliendo ya de la abadía con otra puesta.
Esta corona tiene una larga historia, pero debo hacer dos avisos a navegantes, conociendo cómo son a veces la cobertura de estos acontecimientos, así que vamos a empezar por ahí: