¿Sabíais que existía la figura del "Campeón del rey" que se dedicaba a retar a duelo a todos aquellos que dudaran de la legitimidad del rey? Hoy, en nuestro post del 10 de diciembre de nuestro particular Calendario de Adviento #caminoalacoronacion, hablamos del Campeón del Rey.
Desde la coronación del rey Ricardo I "Corazón de León" en 1189, hasta la de Jorge IV en 1821, como parte de las ceremonias asociadas a la coronación se celebraba un lujoso banquete con miles de invitados en el Palacio de Westminster.
La parte principal del banquete asociado a la coronación del rey se solía celebrar en el Westminster Hall, mientras que, si el rey estaba casado y se había celebrado la coronación de su esposa al mismo tiempo, su banquete se realizaba de forma separada.
La cantidad de gente que acudía a esos banquetes empezó a ser tal, que se tuvieron que extender las salas en las que tenía lugar, llegando incluso a lugares como la biblioteca. También se ponían galerías en el Hall, donde personas no invitadas al banquete podían pagar (muchas
veces cantidades exorbitadas de dinero) para observar el lujoso banquete y así participar, de alguna manera, en las festividades. Además, el banquete también tenía sus ceremonias específicas, algunas de ellas muy curiosas.
Por ejemplo, además de aquella que nos va a ocupar hoy, los descendientes de Sir John Stanley tenían la obligación de presentar al rey, en el día de su coronación, dos halcones como muestra de su fidelidad como gobernadores perpetuos de la Isla de Man.
Este era el pago que se estableció en el año 1405, cuando el rey Enrique IV otorgó al anteriormente mencionado Sir John Stanley la Isla de Mann por este pago, que sus descendientes tenían la obligación de presentar a todos los reyes posteriores en el día de su coronación.
Esta era la forma de confirmar la alianza realizada en el siglo XV. Esta ceremonia se repitió en todas las coronaciones posteriores en el momento del banquete. Los descendientes de Sir John Stanley perdieron la isla con Jorge III, pero la ceremonia siguió realizándose hasta el
último banquete, ya durante el reinado de Jorge IV.
Pero, sin duda, uno de los rituales más interesantes era el que implicaba al "Campeón del Rey" (The King's Champion). Este era un cargo oficial y hereditario de la casa del rey, que se transmitía de generación en generación en los herederos de la familia Dymoke.
¿Cuál era la función del "Campeón del Rey"? Pues cuando ya se había servido el primer plato del banquete, el Campeón irrumpía en la sala a caballo, en armadura completa y armado, flanqueado por el Earl Marshall (el responsable de las ceremonias reales) y el Lord High Constable
(originariamente el jefe de las tropas y de la caballería real) también a caballo. Las trompetas sonaban a su entrada y se llamaba la atención de todos los presentes sobre los recién llegados.
Una vez llegaba el "Campeón del Rey", el heraldo pronunciaba un discurso en el que se decía que si alguien osaba dudar del legítimo derecho al trono del nuevo rey, tendría que vérselas con él en un combate, pues él estaba ahí para defender el honor, y la posición del soberano.
Entonces, el Campeón tiraba su guantelete al suelo, retando a que alguien lo cogiese para enfrentarse a él. Y este proceso se repetía tres veces: la primera, a la entrada del Hall; la segunda, más o menos a la mitad del mismo, y la tercera justo delante de la mesa del rey.
Así, quedaba claro que todo el mundo había escuchando el reto, y que cualquiera de los presentes podía aceptarlo. Si nadie estaba dispuesto a dudar públicamente de la legitimidad del rey, el monarca bebía de una copa de oro, se la ofrecía después al vencedor (por incomparecencia
casi siempre), y el Hall brindaba a la salud del Campeón del Rey. Una vez pasado este trámite, el Campeón se retiraba, cumplido su cometido de defender el honor del rey, en combate si hubiera hecho falta.
Sin embargo, cuando el rey Guillermo IV (sucesor de Jorge IV) decidió no hacer banquete para ahorrar, y la reina Victoria tampoco lo hizo años después, el cargo de "Campeón del rey" quedó en desuso y ese ritual no ha sido revivido. Pero eso no significa que haya sido extinguido.
Los herederos de la familia siguen teniendo el título de Campeones del Rey. Cuando vieron que empezaban a perder un papel de relevancia en las coronaciones, apelaron su derecho ancestral a participar, y se les otorgó la posición de "Standard-Bearer of England", es decir,
la persona que llevaba el estandarte real de Inglaterra. Era un puesto honorífico de gran importancia, uno de los más importantes en la Edad Media (sobre todo si el rey participaba en una batalla personalmente) y tenía la obligación de defender ese estandarte con su vida.
Se espera que el "Campeón del Rey" vuelva a revalidar su puesto con motivo de la coronación de Carlos III. En este caso, si ningún hecho delictivo lo impide, el Campeón del nuevo soberano será Francis John Fane Marmion Dymoke. Sin embargo, como tiene cierta edad (67 años)
es posible que ceda este papel a su hijo mayor, y heredero, Henry Francis Marmion Dymoke. Aunque es muy poco probable que el papel ejecutado por el "Campeón del Rey" se revive, es posible, y haría las delicias de frikis históricos como yo.
¿Cómo molaría que el "Campeón del Rey" irrumpiera de nuevo, completamente armado, en la reunión posterior a la coronación del rey Carlos III, retando a duelo a cualquiera que dudase de la legitimidad del rey...y que alguien recogiese su guantelete?
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¿Sabéis que hubo un rey que invitó a sus amantes a su coronación? En el post de hoy, 9 de diciembre, de nuestro particular Calendario de Adviento #caminoalacoronacion, vamos a hablar de "The King's loose box", la "caja ligera" de la coronación de Eduardo VII en 1902.
Eduardo VII fue el hijo varón primogénito de la reina Victoria y, antes del presente rey Carlos III, era el príncipe de Gales que más años estuvo esperando su momento para ascender al trono. Tenía 59 años cuando murió su madre y había sido su heredero desde su nacimiento.
Si alguien sigue pensando que la vida en la Inglaterra victoriana era todo pudor y comedimiento, le recomiendo que lea estudios sobre la vida de Eduardo VII. Su forma de ver la vida, especialmente en el ámbito personal, era muy diferente a la de sus padres.
Hoy, 9 de diciembre, no podemos elegir mejor tema para nuestro Calendario de Adviento #caminoalacoronacion que hablar de dos objetos sacros: la cuchara y la ampolla de la coronación, estando la segunda basada en un águila de oro entregada por la Virgen a Santo Tomás Beckett.
Como ya vimos en post anteriores, la unción del rey con el óleo sagrado es una de las partes más importantes de la ceremonia de coronación. En teoría, significa que ese soberano es elegido por Dios, este le bendice y le protege.
También ejemplifica que dicho rey se convierte en una nueva persona a través de este ritual, una conexión entre el mundo terrenal, sus súbditos, y Dios, como su elegido. Así, este será uno de los momentos cumbre de la coronación y, como es comprensible, tiene sus propias joyas.
La cuestión de la conspiración de Heinrich XIII de ayer tiene mucho que ver con los grupos denominados "Reichsbürger", que son, en esencia, nostálgicos del II Imperio Alemán. Para ellos, el momento de mayor esplendor fue el gobierno de Guillermo II previo a la I Guerra Mundial.
En su versión más extrema, no reconocen el sistema de gobierno actual alemán, que consideran fruto de las consecuencias de la I Guerra Mundial, y que se debería volver a un sistema anterior "idealizado", claro. Para ellos, la monarquía debería también volver, pero no
es el punto principal de su ideología, por lo que los candidatos a dicho trono cambian dependiendo del momento o de aquellos que se presten a colaborar. Sabiendo lo complicado que era el Sacro Romano Imperio, y la cantidad de príncipes territoriales que existían, que superan
¿Conocéis los símbolos vestigiales? Hoy, en el muy tardío post (lo siento, @SonsolesLTHT) del 7 de diciembre de nuestro Calendario de Adviento #caminoalacoronacion, vamos a hablar de dos de ellos que probablemente se vean el próximo 6 de mayo: las espuelas y los brazaletes.
Entendemos por símbolo vestigial aquel que supone un remanente, un tipo de símbolo que ya ha perdido, en buena medida, su función. Su significado ya no es reconocible por aquellas personas que lo ven. Es como la apéndice, pero en símbolo; ya no se entiende, pero se sigue usando.
Ya hablamos durante el entierro de la reina Isabel II, y la proclamación de Carlos III que muchos rituales se adaptan a los tiempos. Son lo suficientemente flexibles como para mantener su esencia principal, pero seguir siendo reconocibles por el público de las diferentes épocas.
#OrgulloBarroco Siguiendo a @cipripedia, @MarteVelazquez, @Investigart y @elbarroquista, entre otros muchos compañer@s, me gustaría homenajear a todos esos artistas anónimos, o casi, del Barroco, cuyas obras esconden grandes historias, hablándoos de una de mis favoritas:
Su nombre es "Felipe V, la reina María Luisa Gabriela de Saboya y el príncipe de Asturias Luis derrotando al dragón de la herejía", y su autor fue Felipe de Silva. Existen dos versiones de este cuadro: una en el Palacio Real de Aranjuez y la otra, en el Monasterio de El Escorial.
Y, detrás de ellos, se esconde una historia de redención política. Para conocerla, tenemos que volver la mirada atrás, a los primeros años del siglo XVIII, cuando la Guerra de Sucesión Española se encontraba en pleno apogeo.
¿A quién no le va a gustar un buen cetro? Hoy, 5 de diciembre, siguiendo con nuestro particular calendario de Adviento #caminoalacoronacion, vamos a hablar de los cuatro cetros que se utilizarán durante la coronación de Carlos III y de un quinto...que se encontró en un armario.
Los centros son bastones o, más habitualmente, varas, que simbolizan el poder, la autoridad y la posición como líder de aquella persona que lo lleva. También tiene cierta simbología religiosa, pues aunque veremos que estos cetros son relativamente cortos
(y existen versiones con significado similar aún más cortas en el ámbito militar, con los famosos bastones de mando), su origen está en el bastón que se asociaba a los pastores. Esta idea, que derivó a su vez en los grandes báculos que llevaban algunas autoridades religiosas,