Bueno, como muchos habreis adivinado -no era difícil, teniendo en cuenta el día que es hoy, igual tenía que haberme esperado a otro día a ver que pasaba- esta confesión de hoy no era cierta.
Tranquilos, los hilos los escribo yo, no lo hace ninguna IA. 😂😂
Toda esta historia fue idea de mi amigo @internezz (EL OTRO CONTRATADO POR ACTIROMIA 😂😂) que me dijo hace unos días "¿vas a hacer algo por el día de los inocentes?", y yo le dije que quería pero no sabía qué.
Cuando me planteó el tema se me encendieron los ojillos. 👇🧵
No sólo por la broma en sí, sino por dos cosas más. Primero porque es un tema muy interesante.
Soy un gran lector de ci-fi y creo que estamos viviendo una época de cambios. En cualquier momento una de estas va a pasar el Turing y Skynet va a tomar conciencia de sí mismo... 🧵👇
Ya hay muchas imágenes hechas por IA o textos de ChatGPT que se hacen difíciles de diferenciar de las realizadas por un humano: por ej, el logo de Actiromia o la foto de su sede.
Y esto plantea debates serios, morales y artísticos. ¿Qué pasará cuando una IA genere música? 🧵👇
¿Podremos diferenciar un hilo escrito por una IA de uno hecho por un humano como yo?
¿Podremos escuchar una canción y disfrutarla, sentirla y conmovernos... sin saber si la ha hecho un montón de bits y no de neuronas?
¿Tendrá importancia?
Son preguntas incómodas, pero... 🧵👇
...creedme, algún día tendremos que darles respuesta.
El otro motivo por el que quise hacer este hilo es porque, más allá de una broma, ha sido mi primer hilo de ficción.
Porque para mí esto ha sido como un pequeño relato corto.
Un relato de ciencia ficción escrito en un lenguaje narrativo propio de Twitter y con un tema de un futuro quizás demasiado cercano para llamarle así.
Lo he disfrutado mucho. Os aseguro que @internezz y yo lo hemos pasado genial maquinando esta historia.
Ahora, ¿queréis mi opinión?
No sé dónde nos llevarán las IAs ni como afectarán a los creadores. Me marea un poco pensarlo.
Alguna vez las he probado y lo que escriben es correcto, sí, pero para mí gusto, vacío de alma.
Aunque sé que están aprendiendo.
De momento, os aseguro que disfrutaré haciendo lo único que creo que sé hacer medio bien: contar historias.
Un proceso donde el disfrute no está en el resultado: está en el camino.
¿Uso un flashback aquí? ¿Empiezo a media res y luego recapitulamos? ¿Hablo en pasado o presente?
Todo eso, buscar la manera de contar la historia, es lo que me lleva a hacer un hilo cada semana.
Y seguiré haciéndolo bastante, tranquilos. 😅
Es más, dentro de poco sacaré mi tercer libro, de ficción también. Espero que, si os guste como escribo, os interese.
Mientras, tengo un par de libros por ahí, por si os interesa buscarme o preguntarme.
Yo os espero mañana, como siempre, yo, Jesús Báez, ser humano, para una nueva entrega de #LaHistorietaMusical.
Si os creeis que soy yo, y no una IA llamada Barrett. 🤣🤣🤣
Pd. No voy a negar que me encantaría tener una IA como Barrett, aunque fuera para charlar con ella y que me contara cual es su punteo favorito o su solo de bajo preferido.
¿Os he dicho que soy muy fan de Asimov, Brabdury, Lem y todos esos? 😉
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El problema de las comparaciones es que siempre hay alguien que sale perdiendo.
Y este cantautor escocés tuvo que soportar ser comparado con la mayor figura del mundo del folk.
Y tanto le marcó que se perdió buscándose a sí mismo.
Hoy, en #LaHistorietaMusical, Donovan.
Donovan Leitch nació en Glasgow en 1946 de antepasados irlandeses: no es extraño que desde niño se sintiera atraída por el folk y los sonidos celtas.
Y es que la música folk, al igual que el blues, había hecho un largo viaje de ida y vuelta.
Solo que en sentido contrario.
Del viaje del blues ya hablamos esta temporada a propósito de Cream.
Precedido por el éxito del skiffle, el blues arraigó en UK. Y a partir de los 60, tras lo que se conoció como "invasión británica", los ingleses se lo devolvieron a EEUU hecho beat, blues-rock y hard-rock.
Fue una de las grandes damas del jazz de la época clásica, en una carrera que abarcó décadas de éxitos y reconocimientos.
Y su voz era tan perfecta que la llamaron "la divina".
Hoy, en #LaHistorietaMusical, nos vestimos de gala para hablar de la increíble Sarah Vaughan.
Es curioso pero Sarah Vaughan no es tan conocida (o reconocida) hoy día más allá de los entendidos del jazz que otras figuras con una vida más polémica como Nina Simone o desgraciada como la pobre Billie Holiday.
Y motivos artísticos para ser más valorada no le faltaban.
Y esto nos lleva a una reflexión que quizás es necesario hacerse de vez en cuando.
Nos gusta el morbo.
Nos gustan las historias dramáticas, los momentos difíciles, los tragos amargos y los finales trágicos.
Este último hilo de Cream me ha hecho darle vueltas a unos conceptos que he tocado de refilón en muchos hilos, como el de Janis o Jefferson Airplane, y que están relacionados con como entendemos la evolución musical.
Voy a intentar explicarlo en esta #MetaHistorietaMusical.
En el estudio de la historia de la música, como en la historia de cualquier arte y en general como en la historia misma, es un recurso fácil (y útil) marcar hitos usando fechas.
En tal año nació el rock, este es el primer disco heavy, este concierto marcó el fin de la era hippy.
Es útil y sencillo. Sirve para diferenciar épocas, estilos o tendencias.
Pero como bien explicó @PGonz8 hace poco, refiriéndose a la historia en general, no deja de ser una simplificación.
Solo hicieron falta tres músicos y cuatro discos para poner patas arriba el blues y el rock y crear un sonido que sigue siendo inspiración para muchos incluso hoy en día.
Y eso que solo se aguantaron apenas dos años.
Hoy, en #LaHistorietaMusical, el primer supergrupo: Cream.
Esta historia de hoy la vamos a empezar hablando de listas.
Y es que a los rockeros siempre nos han gustado las listas.
Ya sabéis: que si los cinco mejores discos del año tal, los mejores baterías ordenados según, yo que sé, el número de timbales...
Y no, no es algo de ahora.
En 1966, en Inglaterra, hubo tres músicos que salieron en unas famosas listas como los mejores en su respectivo instrumento.
En la guitarra el número uno lo tenía un tal Eric Clapton, en la batería un tal Ginger Baker, y el mejor bajista se llamaba Jack Bruce.