Desde el tiempo de las grandes inflaciones de la antigüedad, como la provocada por los Antoninos y que culminó en el decreto de máximos de Diocleciano, la estrategia frente a las inflaciones ha sido siempre la misma. (1/8)
En una primera fase los gobiernos causan la subida de precios mediante la adulteración de la moneda, bien sea mezclando monedas, en un principio conformadas por metales nobles como el oro y la plata, con metales comunes manteniendo el valor nominal, (2/8)
bien sea imprimiendo billetes de banco en grandes cantidades, como en las hiperinflaciones de los años 20 del siglo XX, o creando dinero de la nada a través de apuntes electrónicos y la expansión de los balazos del Banco Central Europeo, como acontece en la actualidad. (3/8)
Una vez que esta subida sucede los gobiernos causantes de la inflación de precios culpan a una serie de misteriosas figuras, universalmente denostadas y que parecen sobrevivir a través de los siglos sin haber cambiado de naturaleza, (4/8)
como son el intermediario, el especulador o el acaparador. Estos son, cómo no, los perfectos chivos expiatorios, pues ganan cuartos en las crisis supuestamente sin hacer nada y además la gente no entiende su lógica de funcionamiento, imprescindible en una sociedad avanzada. (5/8)
Y la gente común sin grandes conocimientos de economía, que no tiene por qué tenerlos, siempre acepta el relato y desahoga en ellas sus iras, salvando al verdadero culpable, que son los gobiernos y sus lacayos, y digo bien lacayos, la banca central y la banca comercial. (6/8)
La banca moderna, sin el apoyo de los estados y los privilegios que de éste recibe, no duraría ni cinco minutos funcionando. (7/8)
Y mientras tanto, los políticos que dicen lamentar la inflación y culpan a los comerciantes claman por más gasto y más fondos Next Generation financiados con dinero creado literalmente de la nada, que han contribuido a alimentar la inflación. (8/8) #PaleoLET
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