En el #fluzodiscursos de hoy, al final del programa, se ha hablado de Braveheart y @RaquelMartos comentaba que no estaba segura de si la táctica de "enseñar culos" alguna vez se usó en batalla. Pues bueno, yo tengo ciertos datos y la verdad es que sí. ¡Hablemos de culetes!
Lo cierto es que la cuestión de distraer al enemigo utilizando los medios que sean necesarios no es algo nuevo. Y la verdad es que es un método que se sigue usando, en campos de batalla muy diferentes.
¿O acaso no recordáis aquel partido de fútbol en el que un aficionado enseñó la cara oculta de la luna a un delantero para que fallara un penalti? Y si no recuerdo mal, le funcionó la estratagema, pues el delantero perdió la concentración ante tan dantesca imagen.
Pero, en todo caso, fue una táctica que se utilizó casi siempre como burla, más que como distracción. Sabemos que los romanos ya llevaron a cabo esta acción en diferentes momentos. De hecho, si nos fiamos de lo que se comenta en la Scholarly Community Enciclopedia,
fue el historiador judío Flavio Josefo el primer escritor que registró para la posteridad un momento en el que alguien "hizo un calvo" en un contexto militar:
Esto ocurrió en el año 80 d. C. y al parecer, según este historiador cuenta en su obra "La guerra de los judíos", un soldado enseñó sus romanas posaderas a los judíos que estaban yendo a orar al templo, suscitando tal rechazo que fue el pistoletazo de salida a una gran revuelta.
En la Edad Media tenemos numerosos ejemplos de soldados enseñando sus culos a sus enemigos, bien para provocarles, bien para burlarse de ellos después de una victoria. Sabemos que ocurrió, por ejemplo, durante la Cuarta Cruzada, en particular en el contexto del asedio a
Constantinopla, y era una práctica que, si bien no era de lo más común, era lo suficientemente conocida como para que apareciera en relatos como "Los cuentos de Canterbury" o en "Beowulf".
En libros de investigadores de renombre se pueden encontrar más datos sobre esta práctica. Por ejemplo, el libro dirigido por Nicola MacDonald titulado "Medieval Obscenities" contiene muchas anécdotas curiosas sobre estas cuestiones:
También se cuenta que esto sucedió en la batalla de Crécy, aunque muchos disputan que pasara en realidad. Esta es una de las batallas más conocidas de la llamada Guerra de los Cien Años y en ella encontramos a las tropas del rey Felipe VI de Francia y Eduardo III de Inglaterra.
En esta batalla, Inglaterra infringió una severa derrota a los franceses, lo que provocó una gran cantidad de bajas entre las tropas de Felipe VI, como podéis ver en la imagen anterior (la suerte de rey/alce/león que podéis ver representa a Eduardo III de Inglaterra).
Varios especialistas recogen la historia de que los ingleses enseñaron sus posaderas a los franceses mientras huían. Sin embargo, otros como Nicholas Vicent, profesor de la universidad East Anglia, defienden que eso nunca ocurrió en Crécy, sino que
se ha confundido con otras batallas, como la de Agincourt, en la que sí se tienen testimonios algo posteriores de otro tipo de anécdota relacionada con francesas posaderas.
En todo caso, como podéis ver, los culos y la historia militar tienen mucho que ver. Aunque no fuera exactamente lo que pasó con William Wallace, lo cierto es que las humanas posaderas tienen su sitio en algunas de las grandes batallas de la Historia.
Para saber más, además del libro sobre obscenidades medievales que he indicado antes, os recomiendo este articulito muy interesante de Slate con bibliografía adicional y más casos de "mooning" en contextos militares: slate.com/culture/2012/0…
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Este es un hilo que llevaba largo tiempo queriendo escribir. Durante el funeral de Isabel II, de todas las tradiciones funerarias reales de las que hablamos, dejé una para el final. Mi preferida, aunque ya no se practique. La de las efigies funerales. ¿Queréis conocerla?
A partir del siglo XIII, y hasta bien entrada la Edad Moderna, existía entre la Familia Real inglesa, y muchas veces, también de la altísima nobleza del territorio, la costumbre de crear una suerte de muñeco a tamaño real de un difunto, vestido con sus mejores ropas y joyas.
Esta efigie se exhibía junto al ataúd del difunto y también aparecía durante el funeral, acompañándole en las procesiones solemnes, ya fuera encima del ataúd, ya en un carro abierto para que todo el mundo pudiera ver tanto esa última imagen como los lujos que la acompañaban.
Hablemos hoy de la llamada primogenitura absoluta y el primer caso, el de la princesa Victoria de Suecia, a tenor de las declaraciones del rey Carlos XVI de Suecia. Veremos por qué no lleva ninguna razón y sus (machistas) razones subyacentes.
El estudio de las sucesiones reales a lo largo de la Historia es absolutamente fascinante y, al contrario de lo que se puede pensar, rara vez estaba grabada en piedra (o, al menos, no de una manera que no se pudiera alterar).
Las sucesiones dinásticas reales, en prácticamente todos los territorios, se han ido adaptado a diferentes evoluciones, contextos, y realidades históricas.
¿Qué se lleva un papa a la tumba? Además de ir divinamente vestidos, a los papas también les acompañan en su enterramiento varios objetos, así como tres ataúdes diferentes. Veamos qué cosas han acompañado a Benedicto XVI a su lugar de sueño eterno en las Grutas Vaticanas.
En primer lugar, debemos tener en cuenta que Benedicto XVI ha sido enterrado en tres ataúdes diferentes, hechos siempre de materiales determinados. El primero, el que hemos visto durante el funeral de esta mañana, está hecho de madera de ciprés.
¿Por qué de ciprés? Existen dos razones simbólicas principales. La primera de ellas es que se considera que es un tipo de ataúd muy simple y sencillo, ejemplificando que el difunto solo es un fallecido más y que todos sus bienes y poder han quedado atrás con su fallecimiento.
En los últimos días, en varios foros y redes sociales se han difundido fotos de este martillo, diciendo que se solía comprobar si el papa estaba muerto dándole varios golpes en la cabeza con él. La respuesta es algo compleja y se usaba un martillo, pero NO este. Hablemos de ello.
No os dejéis engañar. Este martillo en particular es un regalo que la Asociación Cristiana de Trabajadores Italianos (Associazioni Cristiane dei Lavoratori Italiani) hizo al papa hace varias décadas, y se exhibe en la colección de los Museos Vaticanos.
De hecho, si os fijáis en la empuñadura, podéis ver la inscripción referida a esa asociación. Por lo tanto, ese "mito en ciernes" tiene las patas muy cortas. Sin embargo, la costumbre de dar tres veces al papa en la frente con un martillo es muy real y está documentada.
Las imágenes de la Capilla Ardiente de Benedicto XVI, donde se ven mejor algunos detalles, confirman lo que explicábamos en el hilo sobre los símbolos que faltaban, que sí hubiera lucido un "papa reinante":
-Ausencia de procesión hacia la basílica de San Pedro (el cuerpo del papa fue trasladado de madrugada para el inicio de la Capilla Ardiente desde el Monasterio Mater Eclessiae).
-Ausencia de palio y de la férula papal.
-Ausencia de zapatos rojos, propios del pontífice.
Se han hecho públicos algunos detalles más:
-No se tratará de un funeral de Estado propiamente dicho, por lo que no se han invitado a figuras destacadas laicas extranjeras ni a jefes de Estado. Las únicas delegaciones del Gobierno y la Presidencia que han sido invitadas
Hablemos hoy del papa como soberano y por qué la Ciudad del Vaticano está considerada, a todos los efectos, como una monarquía electiva teocrática de corte absolutista en el siglo XXI, lo que nos puede ayudar a entender cómo funcionaban estos sistemas en la Edad Moderna.
Recordemos que el papa siempre ha sido soberano de diversos territorios, con los que se comportaba como príncipe seglar. De hecho, en las negociaciones, guerras y relaciones internacionales, había una fuerte distinción entre el papa comportándose como soberano de sus territorios,
y el papa comportándose como líder religioso, si bien ambas esferas se influenciaban constantemente. En su momento de mayor expansión, los Estados Vaticanos englobaban una gran parte de la Península Itálica.