A mediados de los 90 la banda de tecno estaba pasando un momento de gran éxito, aunque en realidad llamarles tecno en ese momento ya no era del todo correcto.
Sus últimos trabajos habían supuesto una gran evolución en el estilo del grupo, asumiendo sonidos y postulados del rock.
Y esa evolución se plasmó en un increíble éxito que les convirtió en un grupo de masas, de estadios y grandes shows.
Algo impensable para unos chavales que habían comenzado tocando en la escuela St. Nicholas de Basildon, Essex al inicio de la decada de los 80.
Pasando por varias bandas, aquellos adolescentes se habían ido encontrando hasta que Martin Gore, Andrew Fletcher y Vince Clarke, llamados Composition of Sound, conocieron al vocalista Dave Gahan, que, cogiendo el nombre de una revista francesa, rebautizó al grupo.
Depeche Mode.
Eso sería en 1980. Eran jóvenes, querían hacer algo diferente y nuevo.
Las guitarras, bajos o baterias de sus primeros grupos pronto quedaron en el pasado. Lo moderno no era acústico sino electrónico.
El futuro era algo brillante y que sonaba a sintetizador y a caja de ritmos.
Su primer disco, 'Speak and spell' (1981), no tardaría en llegar y ahí despliegan un tecno-pop luminoso y melódico que dependía mucho del entonces principal compositor del grupo: Vince Clarke y su habilidad para hacer hits como 'Just Can't get enough'.
Con singles así comenzaron a ser muy conocidos, pero Clarke duró poco en el grupo y se marchó antes del segundo.
Vince ha tenido una larga y personalísima carrera a los mandos de proyectos como Erasure o Yazoo.
Pero volvamos con Andy, Martin y Dave.
Los tres chavales apenas estaban empezando su carrera y ya se habían quedado sin su principal compositor.
Ahí fue cuando Martin Gore, un chico tímido e introvertido, tuvo que empezar a asumir la labor de hacer la música del grupo.
Una música que, de entrada, sería más oscura.
El segundo disco de la banda, 'Broken Frame' refleja ese momento de cambio, a mitad de camino entre ese pop hedonista y un futuro sonido sombrío.
El grupo ficha a Alan Wilder para sustituir a Vince, aunque al principio no como miembro oficial. Durante el tour ya serían cuarteto.
La influencia de Alan es evidente en el uso de samplers en el tercer disco, 'Construction Time Again' (1983).
Casi todo compuesto por Gore pero producido por Alan y Gareth Jones, canciones como 'Everybody counts' muestran como maduraba el grupo.
Depeche se habían vuelto industriales, con una clara influencia de la ola tecno alemana, y la crítica empezó a dejar de verlos como un grupo juvenil pop y más como una propuesta seria con cada nuevo disco.
Pero el gran cambio estaba por llegar.
Y se llamaría Black Celebration.
Black Celebration es un disco oscuro y denso, y a pesar de que no tuvo un gran éxito comercial canciones como 'A question of time' y ' A question of lust' se convertirían en canon de su repertorio.
Además el disco marca el inicio de la colaboración del grupo con Anton Corbijn.
El fotógrafo y director les daría una imagen basada en el blanco y negro acorde con su nuevo sonido, que cada vez adoptaría más influencia del rock gótico.
Y ese giro hacia el rock terminaría de fraguarse en el espectacular 'Music for the masses' (1987).
Con un single como 'Never let me down again' el grupo conquista el mercado americano y se hacen internacionales en giras con grandes montajes, donde el carisma creciente de Gahan quedó plasmado en el doble LP '101'.
Pero lo mejor estaba por llegar.
En 1989 los periódicos de Inglaterra mostraban una extraña publicidad: una frase 'Your own personal Jesus' y un número de teléfono.
Si llamabas, escuchabas una canción, donde un hipnótico riff de guitarra enmarcaba una canción de polémico mensaje.
'Personal Jesus' fue el adelanto de uno de los mejores discos de Depeche Mode: 'Violator' (1990).
El segundo single sería, con un vídeo de Corbijn ya icónico, 'Enjoy the silence'.
Aunque mi favorita del álbum es la melancólica 'Waiting for the night'
'Violator' ya no es un disco de electrónica y aún así está considerado de los mejores de ese estilo.
Tampoco lo es de rock. Y aún así es considerado como un gran disco de rock.
Lo que ocurrió es que Depeche Mode había encontrado una voz propia que bebía de esas influencias.
Por supuesto, tuvo un éxito increíble, así como la gira que le siguió.
El problema es que no todo era tan bonito. De puertas para dentro, el grupo se estaba rompiendo.
Y eso pasaba porque algunos de sus miembros se estaban rompiendo.
Sobre todo David Gahan.
Dave, recién divorciado, tenía un problema cada vez mayor con las drogas.
Martin a su vez bebía mucho y eso no ayudaba a su personalidad depresiva, pero lo de Gahan eran palabras mayores.
Tras acabar la gira se tomarían un descanso que duraría dos años, donde se distanciarían.
Cuando entran a grabar de nuevo, todo es muy difícil.
Gore no parecía manejar la situación, Andy y Alan cada vez se llevaban peor y llamar errática a la actitud de David era un eufemismo muy grande.
Y viniendo del 'Violator' parecía difícil repetir el éxito.
Pero lo hicieron.
'Songs of faith and devotion' sale en 1993 y es una de las joyas de la corona de la trayectoria de los ingleses.
'I feel you', 'Walking in my shoes', 'In your room', 'Rush', 'Judas', 'Mercy in you'...
Es uno de esos discos que parecen un grandes éxitos.
No hay ni una mala.
Gaitas conviviendo con sintes.
Sonidos electrónicos con guitarras distorsionadas.
Letras atormentadas donde David hace suyas las palabras de Martin y la banda los viste con la emoción del gospel.
Como en Condemnation.
El Devotional Tour que le sigue se convierte en una dura prueba para el grupo.
Y la presión es excesiva. Una agenda sin descanso y los excesos de las drogas tensan la relación hasta la ruptura.
Cuando extienden la gira Andrew Fletcher no puede más y se toma un tiempo.
Entre el Devotional y su extensión, que llamaron Exotic Tour -con un sustituto para Fletcher-, fueron casi 160 actuaciones en año y medio.
Se dice que Primal Scream se plantearon dejar las drogas después de telonearlos. 🤦
A los pocos meses entran a grabar el siguiente disco.
Pero mientras el resto del grupo intentó relajar su ritmo de vida para el estudio, Dave tocó fondo.
En 1995 intenta suicidarse con unas cuchillas de afeitar.
Al poco, Alan Wilder, en gran parte artífice del sonido de los últimos años, abandona Depeche Mode.
Dicen que para poder resurgir a veces es necesario tocar fondo. Hasta un punto en el que crees que no podrás más.
Y eso le pasó a David Gahan.
Porque el 28 de mayo de 1996, como os dije al principio, David Gaham murió. Literalmente.
Aunque solo fuera durante dos minutos.
Por supuesto, fue una sobredosis, concretamente, de speedball, una mezcla de heroína y cocaína que acabó con su vida.
Gracias a la intervención de los servicios médicos pudo resucitar, una experiencia que le afectaría profundamente.
Y que le salvó la vida.
Es ingresado en una clínica
Hasta tuvo que ser atado a la cama mientras luchaba por superar la abstinencia.
Gahan pasó un auténtico infierno hasta conseguir limpiarse y volver al estudio y, mientras, sus compañeros le esperaron.
Todas esas experiencias definieron el disco.
Ultra es un álbum que, a mi entender, ha sido considerado inferior, pero es que viniendo de los anteriores, el listón estaba muy alto.
Demasiado.
Pero es un discazo y refleja esa temporada en el infierno, citando a Rimbaud, que tuvieron que pasar. Musical y visualmente.
Martin Gore supera con creces la ausencia de Wilder y mimetiza las vivencias de Dave como suyas.
Canciones que Corbijn plasmaría en unas imágenes donde vemos todo ese doloroso proceso.
La explícita tortura del mono en 'Barrel of a gun'.
La capacidad de burlarse de uno mismo de 'It's no good'.
Y la cínica templanza del que comienza a aceptarse como es en 'Useless', que tuvo la colaboración al bajo de Doug Wimbish.
Depeche Mode habían atravesado al abismo y habían conseguido renacer.
Los siguientes años el trío ha demostrado solidez, pese a algunos choques -habituales entre Martin y Dave- en buenos discos.
Sin llegar a la altura de los anteriores, tienen momentos como este 'Wrong' de 2009 cuyo videoclip nos dejó a todos helados.
Por desgracia la vida no siempre es como la planeamos.
Este pasado año, dejándonos a todos los fans anonadados, el grupo anunció el fallecimiento inesperado de Andrew Fletcher.
Que como verás apenas te he hablado de él.
Quizás porque era el bajista.
Te he hablado del carisma de Dave. De la influencia musical de Alan. De las composiciones de Martin y, anteriormente, las de Vince.
Entonces, ¿quién era Andrew Fletcher?
Nada menos que el corazón latiente del grupo. Porque eso hacen los bajistas: latir.
Marcar el pulso.
Estuvo ahí desde el inicio, formando No romance in China con Clarke.
Buscó los primeros bolos y fue el manager cuando no eran nadie, y el cerebro pensante cuando se hicieron grandes.
Y siempre tuvo claro lo que hace a un grupo algo más que una reunión de músicos: la lealtad.
Por eso cuando peor estaba Gaham no quiso ni oír hablar de seguir sin él.
Asumió el papel de portavoz oficial y dio la cara ante los medios.
Y mantuvo a la banda unida en el peor momento, manteniendo la cabeza fría para que el barco no se hundiera.
Si alguna lección les ha dado la vida a Martin y Dave es sobre la muerte.
Por eso, superando la perdida de su amigo, este año vuelven con un nuevo trabajo cuyo título -Memento Mori- hace referencia a lo inevitable.
Y ya nos han adelantado sus fantasmas.
Si os ha gustado el hilo, podéis darle al corazoncito y retuitearlo.
Este hilo requiere algunas aclaraciones y la primera de ellas es autocorregirme.
Porque realmente deberíamos llamar música clásica al periodo -europeo- entre mitad del siglo XVIII e inicios del XIX.
Pero como todo el mundo usa el término genérico, sirva para entendernos.
No es la primera vez que aclaro esto. Y es que aunque suelo hablar de rock, si me seguís de hace tiempo sabréis que a veces me he descolgado con Mozart, Wagner o Satie.
La música es maravillosa para quedarse con solo una parte.
En el catálogo de seres extraños que pueblan la historia de la música pocos hubo tan originales, marcianos o atrevidos como nuestro protagonista de hoy.
Y de esos, pocos tuvieron una carrera tan tristemente fugaz.
Pero para hablaros de él, tengo que hablaros de otro extraterrestre.
Del hombre de las estrellas. De David Bowie y de una actuación que hizo en Saturday Night Live el 15 de diciembre de 1979, aunque se emitiría en enero del 80.
Podéis verla aquí.
Enfundado en un traje rígido de plástico, Bowie es transportado al frente por dos coristas que parecen unos extraños polichinelas espaciales.
Hoy no vamos a hablar de Bowie, sino de uno de esos coristas.
Y para eso vamos a viajar en el tiempo: a la Alemania de la posguerra.
Sirve este hilo para quitarnos un poco el mal sabor de boca de la historia de Badfinger. Una historia dura, pero como dije, necesaria.
Esta, más amable, también lo es. Porque la historia de Dolly Parton también nos puede enseñar mucho sobre integridad, independencia y carácter.
Y es que aunque esta cantante y empresaria parece que siempre ha estado ahí con una brillante sonrisa y su aura de éxito, Dolly Rebeca Parton ha tenido, a lo largo de su carrera, que enfrentarse a muchos prejuicios y romper muchas barreras.
El 10 de enero de 2016 es una fecha que los amantes de la música recordaremos por ser el día que nos dejó uno de los mayores genios de las últimas décadas.
Pero no quiso hacerlo sin regalarnos su última gran obra.
Hay un libro que marcó mi adolescencia: El vagabundo de las estrellas, de Jack London.
Aunque comenzaba como una crónica de las infames condiciones carcelarias del siglo XIX, esta historia de viajes astrales y reencarnaciones se volvía mucho más grande, espiritual y profunda.
A lo largo de sus páginas, el protagonista se evadía de las torturas que sufría viajando en espíritu a los recuerdos de sus vidas anteriores.
Cada una de estas vidas era un relato en sí mismo. Cada una era totalmente diferente.