Ayer compré este bebé. Se llama #Marshall Willem. Les cuento qué onda por si alguno anda necesitando un parlantito power y quiere saber de qué la va.
En tamaño es perfecto. Ultra portátil y viene con una mini correíta.
Cuando fui a la tienda, le aclaré al vendedor exactamente para qué lo quería porque soy un rompepelotas con que el sonido que me acompañe sea lo mejor posible. Le dije que escuchaba metal y en qué espacio lo hago (mi mini-oficina en casa).
Pagué 120 euros y vale cada centavo. Como con cada dispositivo para escuchar música que compro, lo probé con Let it happen de Tame Impala, que es mi raising bar al momento de evaluar el sonido. Impecable. Es un Kohinoor. Chiquito, poderoso, con unos graves divinos.
Si bien mi prueba fue con un tema más tranquilo, después lo estresé con bandas como Disturbed, Dark Tranquility y Lorna Shore, para ver hasta dénde tiraba. La ventana me llega a retumbar por los graves sin llegar a 3/4 del volumen.
Abrazo medalla y beso al Marshallito ❤️
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“Voy al supermercado y vuelvo. Me llevo al gordo”. Era algo simple, cotidiano. Ir al supermercado. Llegamos, era cerca. Llegamos y llenamos la canastita de lo básico y fuimos a la caja. Tony miró con curiosidad todo lo que habíamos elegido.
Después me miró a mí con la misma curiosidad. El entrecejo fruncido como el de mi papá, como preocupado y decepcionado, como si hubiese chupado un limón. “¿No vas a llevar whisky, papi?”. Esa debería haber sido mi señal de alarma, la señal de que tenía que ponerme un freno.
Hola, soy Uriel y soy alcohólico. A esas palabras le sigue el silencio porque no hay nadie, como en las películas, que a uno le dé la bienvenida. Soy Uriel y soy alcohólico. Alcohólico, no borracho.
Papá ponía cara de póker, pero no sabía jugar al póker. Papá jugaba al Truco, y creo que va más con lo que le hacía al Tucumano, al Tucu. O mejor dicho, lo que el Tucu le hizo a él.
El Tucu era tucumano. El Tucu era zapatero, pero papá decía que era remendón.
El Tucu era borracho. Era borracho y viejo. Era chusma y crédulo. El Tucu decía “birria” en lugar de birra y “lumbrices” en lugar de lombrices. Y papá hablaba y hablaba y decía que para un mago no hay nada mejor que un público borracho.
Papá era un mago, pero papá era un mago porque yo no llegaba a los diez años. Bien, el Tucu. Después de todo, esto se trata de él. Bien. El Tucu no tenía nombre porque todos le decían el Tucu. El Tucu está muerto, pero cuando papá era un mago, él todavía vivía.
La tía Lucha, venía de Tucumán a Baires cada dos o tres meses. Cuando pasó lo de Spider-Man empezó a venir más seguido hasta que dejó de venir. La tía Lucha hoy está muerta, pero todos nos seguimos acordando de ella por el hombre araña.
La cosa es que venía porque decía que se aburría allá en el norte, pero, cuando llegaba, se quejaba de que todos se la pasaban trabajando en Buenos Aires.
La tía Lucha no era mi tía, sino la tía de mi mamá, pero ya saben cómo son las tías de las tías de las tías.
Siempre se llaman tías. Cuando venía traía alfeñiques, dulce de cayote, tabletas de miel de caña y palabras tucumanas. "Te vuace´ aca" o “te vuace’ shecagá”, decía cuando se enojaba.
En su honor, siempre organizábamos algún asado o comilona con toda la familia presente.
Una cuenta de Twitter que ya no existe, hizo una compilación de paletas de colores de escenas clásicas del cine moderno y son una belleza. Les dejo un hilo ❤️🎞
#1 Mad Max: Fury Road (2015) Dir. George Miller
#2 Spirited Away (2001) Dir. Hayao Miyazaki
#3 Harry Potter And The Deathly Hallows: Part 2 (2011) Dir. David Yates
Papá ponía cara de póker, pero no sabía jugar al póker. Papá jugaba al Truco, y creo que va más con lo que le hacía al Tucumano, al Tucu. O, mejor dicho, lo que el Tucu le hizo a él.
El Tucu era tucumano. El Tucu era zapatero, pero papá decía que era remendón.
El Tucu era borracho. Era borracho y viejo. Era chusma y crédulo. El Tucu decía “birria” en lugar de birra y “lumbrices” en lugar de lombrices. Y papá hablaba y hablaba y decía que para un mago no hay nada mejor que un público borracho.
Papá era un mago, pero papá era un mago porque yo no llegaba a los diez años. Bien, el Tucu. Después de todo, esto se trata de él. Bien. El Tucu no tenía nombre porque todos le decían el Tucu. El Tucu está muerto, pero cuando papá era un mago, él todavía vivía.
Me obligué a recopilar todas las publicidades, packagings y anuncios que voy subiendo para no ir repitiendo y que las puedan ver todas en el mismo lugar. Va un hilo infinito 👇