Los que seguís esta cuenta de hace tiempo sabréis mi empeño por reivindicar a muchas grandes artistas con las que se han cometido injusticias.
La más habitual: haber sido silenciadas e ignoradas.
Pioneras a las que no se le ha reconocido su contribución.
Grupos de chicas como The Runaways o Fanny, miradas por encima del hombro por ser, pues eso, "grupos de chicas".
Pioneras del rock como Sister Rosetta, de la que ya os hablé en su día, que ya hacía potentes riffs con su guitarra cuando Chuck Berry aún estaba mojando la cama.
Para ser reconocidas, muchas musicas han tenido que trabajar el doble o el triple que algunos hombres, y con más piedras en el camino.
Pero además, no solo tenían que tocar mejor: tenían que ser perfectas.
Tenían que ser guapas. Atractivas.
Y delgadas.
Eso lo sufrió la pobre Mama Cass Elliott a lo largo de toda su vida.
Daba igual que tuviera una voz privilegiada: cuando se lanzó en solitario, lo importante era su secreto para haber perdido unos kilos.
Nadie le preguntaba eso a Morrison o Elvis cuando se pusieron hermosos.
La vergüenza de la historia de Mama Cass es que incluso el tema de su peso la convertiría en víctima de una insultante leyenda urbana tras su muerte: la de que había fallecido atragantada por un bocadillo.
El tema de la obsesión por el peso perfecto también sería fatal para nuestra protagonista de hoy.
Y no solo era una cantante excelente; además era una baterista de impresión, faceta que fue casi obligada a dejar de lado, muy a su pesar.
Pero empecemos por el principio.
Empecemos por dos hermanos nacidos en Connecticut a mitad del siglo XX en una familia aficionada a la música.
Escuchando los vinilos de casa, Richard, el mayor, empezó a mostrar interés por el piano.
Ella, Karen, prefería jugar al softball.
Hasta que descubrió la batería.
Fue por casualidad: se apuntó a música para librarse de geometría. Pero entre tambores y platillos descubrió una pasión.
Su hermano, mientras, se empeñaba en conseguir el éxito. Cuando se mudan a California, la convence para entrar en su grupo.
Karen tenía 15 años.
El 'Richard Carpenter Trío', con Karen a la batería, Richard al piano y Wes Jacobs al bajo era un conjunto de jazz.
Ganarían algunos premios pero no era algo comercial y al poco, se disuelven.
Richard monta un nuevo grupo: Spectrum, y nuevamente su hermana le acompaña.
Spectrum tampoco tuvo éxito pero el gusanillo de la música ya les tenía capturados.
Las cosas como son: Richard, como demostraría después, era un gran músico, capaz de crear baladas y medios tiempos de gran belleza.
Los dos juntos fueron llamando a todas las puertas.
En 1969 la discográfica A&M les ficha para un primer disco: 'Offering', ya como Carpenters.
Allí, el pop melódico de Richard -con la ayuda de otro Richard, Bettis- se muestra en toda su sensibilidad, algunas de ellas versiones de temas famosos.
Pero aparte del coco para delicados arreglos que tenía Richard, si algo llama la atención de la discográfica es la singular voz de Karen.
Poderosa y suave. Delicada y fuerte a la vez.
Una contralto que podía bajar a unos graves profundos y sedosos.
Pero ella no quería destacar por ello.
Ella se definía como una baterista que cantaba algo.
Aún así, acepta tomar mayor protagonismo en su segundo disco, que se llamaría como una versión de Bacharach que incluía: 'Close to you'.
Y eso lo cambió todo.
La cancion les puso en el número uno y les convirtió en estrellas. El delicado arreglo de Richard y la voz de Karen consiguieron lo que llevaban tiempo buscando.
Y ese éxito duró casi una década. Una decada de millones de discos vendidos.
Una década que escondía oscuridad.
A medida que Carpenters tiene más éxito Richard es cada vez más consciente de la importancia que tiene Karen como cantante principal en ello.
Y la va forzando a dejar la batería. Las primeras presentaciones en TV aún compagina baquetas y micro pero poco a poco eso queda atrás.
Eso afecta a Karen, que se sentía presionada por su hermano -cada vez más adicto a las drogas- para ser la frontman perfecta.
Debía olvidarse de la batería, sonreír mucho y cantar de maravilla.
Debía ser perfecta.
Debía ser delgada.
Karen estaba obsesionada con engordar y con el sobrepeso.
La batería le permitía poder ocultar su físico del primer plano al que le obligaba el nuevo papel que la discográfica y su hermano exigían.
Y cuanto más famosos eran, peor lo pasaba ella y más se castigaba.
El caso de Karen Carpenter fue uno de los primeros que puso el foco sobre un trastorno que hasta entonces había sido ignorado por la psicología: la anorexia nerviosa.
Algunas apariciones suyas nos muestran a una Karen en los huesos pero también a un estropeado Richard.
Los problemas de salud de los dos afectarían a la banda, hasta el punto de que Richard sería ingresado para desintoxicarse.
Eso les hizo bajar en fama y ventas a finales de los 70.
A eso se le sumó un desafortunado matrimonio con un vividor que se aprovechó de Karen.
Divorciada tras solo 14 meses de matrimonio y con su hermano ingresado, Karen decidió entonces tomar las riendas y grabar un disco en solitario.
Era su momento para decidir por sí misma.
Lo grabó con Phil Ramone y estuvo muy orgullosa de él.
Pero nunca lo vio editado.
Cuando lo llevó a su discográfica el rechazo fue total.
Dijeron que las canciones eran pobres, que no vendería, que era un riesgo para todos.
Que mejor siguiera con su hermano.
Esta sentencia a su trabajo hundió a Karen y afectó aún más a su desorden alimenticio.
Lo que Karen no sabía era que su hermano había hablado con la compañía a sus espaldas para impedir que ese disco saliera a la luz.
No podía dejarla volar sola.
No podía perder al principal activo del dúo, ahora que, por los temblores, a veces ni siquiera podía tocar el piano.
A primeros del 83, deprimida y llena de rabia, habló por teléfono con su productor.
Es un jodido buen disco, le dijo, según recuerda Phil.
Es un jodido buen disco.
El 4 de febrero, su madre la encontró desfallecida en el suelo. Moriría horas después.
Pesaba 38 kilos.
Durante meses había estado tomando jarabe de ipecuana para provocarse el vómito. Lo que no sabía era que, además, provocaba problemas cardíacos.
Eso, sumado a su delgadez extrema, terminaría acabando con su vida.
Pero la causa real de su muerte es algo más amplio de analizar.
Karen fue víctima de la mala fe de su hermano y de la discográfica, que la veían simplemente como una máquina de generar dinero.
De un marido que se aprovechó de ella y de una madre que no quiso escucharla.
Fue víctima de un sistema. De una sociedad.
No de la ipecacuana.
Durante las últimas décadas el hermano de Karen se ha encargado, según sus palabras, de "preservar su legado".
Vamos, de seguir exprimiendo la gallina con reediciones y grandes éxitos, pero ocultando mucho material que no le interesaba.
Como el disco de su hermana.
Trabajo que terminaría siendo editado casi por obligación en 1996.
El problema es que es muy difícil de encontrar porque, más allá de esa edición, Richard no ha querido hacer más.
Dice que a ella no le gustó mucho el resultado.
No sé vosotros, pero a mí me dan ganas de gritar.
En 1987 el cineasta Todd Haynes hizo una película donde contaba la historia de Karen Carpenter con muñecas Barbie.
Por supuesto, el hermanísimo le demandó para que la película no se distribuyera. Es difícil de encontrar.
Así con todo.
Como os dije al principio esta no era una historia fácil de escribir ni fácil de leer.
El caso de Karen Carpenter es paradigmático de las injusticias que han tenido que sufrir muchas mujeres a lo largo de su carrera musical.
Y negarlo es negar evidencias y hechos concretos.
Su carrera fue dirigida por su hermano hasta el punto de cortarle las alas para volar en solitario.
Muchos productores han dirigido las carreras de mujeres imponiéndoles sus criterios.
Y esa imposición a veces ha escondido otro tipo de abusos.
Hay muchos casos por destapar aún de artistas que para "llegar a algo" han tenido que sufrir al acoso de personajes sin escrúpulos.
Conocemos algunos, como el de Kim Fowley y Cherie Curie de The Runaways. Pero muchos siguen ocultos.
Os voy a contar algo.
¿Recordáis a Duffy?
A mitad de los 2000 el soul femenino tuvo una época de revitalización donde destacaría, por encima de todas, la malograda Amy Winehouse.
Casi a la vez la cantante Duffy vendería casi ocho millones de copias de su debut con este maravilloso single.
Todo auguraba que su segundo disco sería otro éxito, y, sin embargo, pasó sin pena ni gloria y la cantante desapareció de los medios.
¿Que pasó con Duffy?
Pues lo que pasó es aterrador.
Porque Duffy fue secuestrada y violada repetidas veces durante casi un mes.
Estuvo años apartada de los focos y sin hablar del tema hasta hace relativamente poco.
Cuando habló, nos contó cómo, durante una fiesta de cumpleaños, fue drogada y violada.
Y retenida así durante semanas, hasta que consiguió escapar.
Duffy nunca ha contado quién o quiénes le hicieron eso, en parte por el trauma que sufrió, que acabó con su carrera y en parte por las amenazas de muerte que recibió para silenciarla.
Todo indica a qué detrás había "alguien".
Alguien importante.
Volviendo a Karen, otra injusticia fue como su faceta como instrumentista fue dejada atrás.
Si cantaba bien, ¿para que seguir con lo de la batería aunque fuera lo que más le gustaba hacer?
Mirad este vídeo. Es pura felicidad.
Está disfrutando.
Todavía es algo que pasa.
En el rock sigue siendo algo llamativo que una mujer se cuelgue una guitarra o el bajo. Y no solo pasa en el rock, en el flamenco.
Una mujer puede ser bailaora o cantaora, pero es raro verla de solista a la guitarra.
Es raro ahora.
Hay muchas ilustraciones grabados y fotografías que nos muestran como hasta el siglo XX no era raro que las mujeres tocaran la guitarra.
Es a partir de que el instrumento deje de tener el papel de acompañamiento y a ser más valorado artísticamente cuando ellas desaparecen.
También ha ocurrido en la electrónica. Si nos hablan de los inicios de este género nos vienen a la cabeza artistas como Jean Michel Jarre o Kraftwerk.
Nadie piensa en pioneras de los sintetizadores como Clara Rockmore, Daphne Oram, Eliane Radigue o Delia Derbyshire.
Si abrimos el melón de la música clásica tendríamos para estar hablando horas.
Más allá de los casos más conocidos como el de la hermana de Mozart o Clara Schumann, hay cientos de compositoras que han sido ignoradas, o que tuvieron que dejar que otros firmaran sus partituras.
Aquí os recomiendo el trabajo de @svmusicology y su mapa de creadoras.
Un trabajo espectacular siempre en constante crecimiento que saca a la luz a cientos de compositoras ignoradas.
Este hilo iba sobre Karen Carpenter y al final se ha convertido en algo mucho más amplio, pero necesario a mi entender.
Y aún quedaría mucho de que hablar, como el papel de la mujer en facetas más técnicas.
¿A cuántas productoras o técnicas de sonido conocéis?
Pues eso.
En esta cuenta siempre he intentado reivindicar a muchas artistas que no han tenido su justo reconocimiento o, si lo han tenido, ha sido con más dificultades.
La música es algo maravilloso como para quedarnos con la que solo hace la mitad de la humanidad.
Eso sería muy triste.
Espero que os haya gustado este hilo que cuenta una historia cruda pero real.
Y que hace falta recordar para que no se repita.
Si os ha gustado, podéis darle al corazón y retuitearlo.
Si os gustan mis hilos, que sepáis que #LaHistorietaMusical sale cada jueves y podéis leer todos los hilos ordenados por temporadas en el índice general.
Fueron uno de los primeros fenómenos de masas en la música de este país. Vendieron millones. Y eso que estaban infravalorados como música "para niñatas".
Pero os quedareis locos cuando sepáis quien grabó para ellos.
Hoy, en un extra de fin de año de #LaHistorietaMusical, Pecos.
Este hilo viene a raíz de una reciente polvareda montada sobre el disco "Más" de Alejandro Sanz; disco que para mí es bastante bueno y con una producción impresionante.
Y vale, lo primero te podrá parecer menos cierto, porque el gusto es subjetivo.
Pero lo segundo es un hecho.
Es un hecho porque el disco se grabó a tutiplen y con unos músicos de la ostia. Vale sí, había pasta para ello y no todo el mundo la tiene.
Es más, hay discos muy buenos -por sus canciones-, donde no hubo pasta o no hubo criterio.
Para triunfar en la música hace falta talento, mucho trabajo y además algo de suerte.
Pero también creerte que eres bueno y ser tenaz.
El problema es cuando solo tienes eso, y nada de lo anterior.
Hoy, en #LaHistorietaMusical, la increíble historia de Florence Jenkins.
Hay una anécdota, no recuerdo de qué músico, al que le preguntaban de dónde venía su enorme virtuosismo.
El respondía que de ensayar mucho.
Su interlocutor no le escuchaba y seguía hablando de dones divinos y cosas por el estilo, para el cansancio del artista.
Pues... sí y no.
Sí, porque es necesario mucho esfuerzo, muchas horas de trabajo y de ensayo para conseguir la excelencia en el manejo de un instrumento, de la voz o en la composición.
Y no, porque es cierto que hay un don innato que no todos tienen.
En 1973 un genio de la guitarra improvisó un tema casi de relleno.
No sabía que estaba destinada a ser su mayor éxito y el que le daría el reconocimiento internacional.
Algo que solo supo ver un loco visionario.
Hoy, en #LaHistorietaMusical, Entre dos aguas de Paco de Lucía.
Tengo que explicar primero que hay personajes a los que me cuesta hacerles un hilo.
Su grandeza, su trayectoria o su influencia hacen difícil resumir toda una carrera.
Por eso a veces me centro solo en un hito de su historia, como he hecho con Freddie o Bowie a veces.
Y pretender resumir la vida de uno de los grandes genios de la guitarra -considerado por muchos el mejor guitarrista de flamenco y por otros simplemente el mejor- en treinta tuits es un absurdo.
Así que me voy a centrar en un momento determinado de su vida.