¿Somos conscientes de la destrucción patrimonial provocada por el Imperio español?
¿Se comentan lo suficiente los desastres culturales que provocó el poder del emperador hispánico?
En este ReFluzo de #FluzoDiplomacia recordamos dos casos muy graves de época de Carlos I.
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En los últimos tiempos se ha puesto (de nuevo) de moda la dulcificación de ciertos pasajes de la historia.
Se habla constantemente de un concepto (históricamente discutible) como el de "leyenda negra", pero rara vez se mencionan los siglos de blanqueamiento del pasado imperial.
En el caso de la monarquía hispánica, la dulcificación de los procesos militares sangrientos que llevaron al Imperio a convertirse en potencia hegemónica se hizo en tiempo real, con un uso notable de la literatura y las artes.
Vemos al emperador, pero no a sus miles de víctimas.
Pocas veces se comenta, cuando vemos la Rendición de Breda de Velázquez, que este cuadro es un acto de absoluta manipulación histórica, perfectamente orquestada.
Representa la guerra de Flandes como un limpio juego de caballeros, en lugar de como la carnicería que realmente fue.
Alguien dirá que esto lo hacen todos los imperios a lo largo de la historia. No es correcto.
A veces se ocultan las peores huellas de la hegemonía política. Y otras se hacen visibles.
En la columna de Marco Aurelio se muestra a sus vencidos y la violencia ejercida contra ellos.
Por supuesto, podemos discutir la retórica variable que los diferentes imperios y poderes políticos dieron a la imagen de los vencidos.
Pero es evidente que a veces aparecen representados mientras que otras veces son invisibilizados por razones ideológicas.
Como hemos visto en #FluzoDiplomacia, el Imperio hispánico de Carlos arrasó las culturas mesoamericanas y la gran capital mexica, Tenochtitlan, que hasta la llegada de los castellanos era una de las ciudades más potentes del mundo.
Hoy apenas queda nada de aquella gran ciudad.
Alguien dirá que ese nivel de destrucción es normal en una conquista. Pero no siempre.
El Imperio español condujo un importante proceso de aculturación hacia los principales imperios a los que sustituyó en América.
Compárese con lo que los "bárbaros" no destruyeron de Roma.
Precisamente en Roma perpetró el Imperio hispánico su otra gran destrucción de principios del siglo XVI bajo el reinado de Carlos.
Con Moctezuma se podía usar como pretexto la distancia y la dificultad de cumplir las órdenes.
Con el Saco de Roma se repitió la misma excusa.
La destrucción de las tropas imperiales en Roma en 1527 tuvo muchas ventajas políticas y estratégicas para Carlos.
Aunque se vio forzado a escenificar su repulsa por aquellos actos extremos contra el Papa, lo cierto es que fue un golpe de fuerza en el difícil escenario italiano.
La floreciente Roma renacentista se convirtió por culpa de la destrucción imperial en una ciudad peligrosa y caótica.
Perdió la mayoría de su población y tardó un siglo en recuperarse.
El Saco de Roma fue tan grave que hasta se considera que precipitó el final del Renacimiento.
Estamos hablando aquí de la destrucción cultural, pero tanto en Mesoamérica como en Italia las principales y más graves consecuencias de estos actos fueron las pérdidas de miles de vidas humanas y la cantidad de personas que quedaron heridas o perdieron su casa y sustento.
Estas acciones no son exclusivas del Imperio hispánico, claro.
Son constantes en guerras y conquistas.
En #FluzoDiplomacia hemos hablado de otros dos ejemplos de destrucción y expolio cultural: una a cargo de Francia, en España; la otra de Japón y Estados Unidos, en Filipinas.
Pero tampoco fueron excepcionales, ni los únicos casos en los que la Monarquía Hispánica cometió excesos de todo tipo en los territorios que gobernaba o aspiraba a dominar.
Quienes tanto hablan de "leyenda negra" tienden a olvidarse del miedo social que el Imperio provocaba.
Si solo nos quedamos con la imagen endulzada de la historia diseñada por los artistas de las coronas europeas nos perdemos buena parte de la realidad.
Como la que cuentan los brutales grabados de Jacques Callot sobre la Guerra de los Treinta Años, más cercanos a la guerra real.
Por esa razón es tan grave que se romantice el pasado y se dulcifiquen procesos que fueron violentos.
La historia es un relato que sirve para conocer nuestro pasado y aprender de él.
Buscar en esos actos razones de "orgullo" es un juego peligroso y engañoso.
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Para conocer el Saco de Roma sigue siendo muy recomendable este histórico libro de Antonio Rodríguez Villa, publicado en 1875, que recopila testimonios directos de la época sobre aquella terrible masacre y destrucción.
En esta píldora os cuento las gravísimas consecuencias culturales del Saco de Roma.
Quizás habría que dejar claro que "disentir" o "discrepar" no son verbos que amparen cualquier pensamiento a la contra.
Puedes disentir todo lo que quieras. Por supuesto.
Pero si disientes de que el fuego quema o el agua moja el problema no es que disientas, sino que no tienes ni idea.
Si encima insultas a quien "se cree" que el fuego quema y el agua moja, das vergüenza.
Se ha puesto de moda disentir del consenso científico. Y como afortunadamente somos una sociedad bien letrada, la gente articula esa discrepancia en frases con sujeto, verbo y predicado.
Da igual que el 99% de especialistas digan una cosa: tú, que no eres especialista, sabes escribir lo contrario y te crees que tienes razón.
Este tipo de comportamiento, visto objetivamente, es bastante preocupante. A nivel personal.
Pero como hay gente igual de ignorante dispuesta a creerse lo que diga el ignorante siempre que les dé razones para no cambiar su forma de pensar, nace el bulo.
- Como personajes DE FICCIÓN, sirven las dos actrices por igual.
- Como representaciones que pretendan ser "fidedignas" del aspecto "real" que tuvo Cleopatra, no sirve ninguna de las dos.
Creo que es bastante simple (si se quiere).
A ver si nos entra en la cabeza que es IMPOSIBLE saber cuál era el aspecto REAL de la mayoría de personajes históricos.
Para empezar, porque apenas hay retratos.
Para seguir, porque los que hay no representan la realidad física de la persona, sino una idealización reconocible.
Las imágenes que conservamos de Cleopatra no sirven en absoluto para hacer una reconstrucción facial fidedigna de su aspecto, porque son casi todas muy dudosas y, de hecho, se contradicen entre sí.
Resulta que las cifras dicen (claramente) que la gente joven lee bastante más que esas personas adultas que tanto critican a "la juventud".
Y que las mujeres leen muchísimo más que los hombres en todas las franjas de edad posibles.
Son cifras que no deberían sorprender.
Creo que la mayoría de personas con hábito lector es consciente de que leía más en su infancia y adolescencia que en su vida adulta.
Menos cargas laborales y familiares, más tiempo de ocio de uso flexible, quizás mayor pasión por las aficiones...
Las causas pueden ser muchas.
En cuanto a los datos, ya clásicos, de lectura en mujeres creo que son engañosos, porque puede que sean el reflejo de una triste realidad: que las mujeres sufren un desempleo mayor.
Es más factible mantener tu afición a la lectura sin un trabajo a tiempo completo.