Al llegar a Barcelona los Ruiz Picasso se quedarían con los ojos como platos. Málaga y La Coruña eran ciudades medianas de provincias, pero la excitante Barcelona era muchíiiiiiiisimo más grande.
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En el siglo XVIII había tenido lugar la Revolución Industrial en Inglaterra, y pronto llegó aquí. A lo largo de la primera mitad del siglo XIX la industria textil, movida por el vapor, no paró de crecer, pero pronto el problema fue la falta de espacio...
Barcelona era una ciudad amurallada, que no podía crecer y estaba saturada. Y fuera de las murallas estaba prohibido construir a una distancia de un tiro de cañón (1.200 metros), por ser una plaza militar, así que las nuevas fábricas se instalaron en los pueblos de alrededor.
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Las condiciones de vida en las fábricas eran por lo general muy malas, y la gente vivía hacinada en aquellos cinturones industriales. Resultado: conflictividad laboral, huelgas, revueltas, atentados… La vida en aquella Barcelona no era tan calmada como podía parecer.
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En 1848 llega el ferrocarril y se inaugura la primera línea de España, Barcelona-Mataró. Empiezan a construirse las estaciones de Sants, Francia y del Norte, y unas décadas después Barcelona estaba comunicada con Francia, Madrid, Zaragoza y Valencia.
En 1854 tiene lugar un cambio revolucionario: la demolición de las murallas. Hoy es algo que vemos con nostalgia, pero se nos olvida que eran un corsé que había perdido su funcionalidad, impedía el crecimiento de las ciudades y dificultaba la vida de sus habitantes.
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Barcelona respiró cuando tiró las murallas y pudo empezar a extenderse por el llano que queda entre el mar y la montaña. Por cierto, a medida que la ciudad crecía fue incorporando los pueblos de los alrededores, que se fueron convirtiendo en Barcelona también.
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Aquel crecimiento podía haber sido desordenado pero no lo fue, porque se hizo un magnífico plan de #ensanche, el conocido como #PlanCerdá, que le dio a la ciudad su forma tan peculiar, con sus manzanas octogonales, sus larguísimas calles...
...y dos impresionantes avenidas que las cortan en diagonal para facilitar el tráfico que empezaba a crecer, la Diagonal y la Meridiana.
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Era ahora el turno de los arquitectos que tendrían que construir los miles y miles de casas del Ensanche, especialmente las de aquella burguesía rica que iba a elegir los espacios más singulares, como el anchísimo y monumental Paseo de Gracia.
Y no solo eso. ¿Qué pensaba aquella gente? En el capítulo de mañana, hablamos de LA RENAIXENÇA.
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CAPÍTULO 10 – ¡¡¡BARCELONA!!! EL SIGLO XIX (2). LA RENAIXENÇA #picasso2023capítulo10
El siglo XIX, en Cataluña, es el de la Renaixença, el renacimiento. ¿Renacer de qué? Pues según lo que decían los líderes de aquel movimiento, de la Decadencia.
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¿La Decadencia, con mayúscula? Así llamaban al período caracterizado por el uso mayoritario del castellano, sobre todo entre las clases altas. La Renaixença reivindica el catalán, que según ellos “desgraciadamente se pierde día a día” (algunos se avergonzaban de usarlo).
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En 1833 Buenaventura Carles Aribau da el pistoletazo de salida al movimiento con su “Oda a la Patria”, escrita estando en Madrid. Se dirige a un amigo y evoca Cataluña de manera nostálgica, reforzando el vínculo entre lengua y patria.
Antes de dejar La Coruña hizo Picasso algunas de sus mejores obras de juventud, retratos que ya tenían algo especial. Os dejo dos, un mendigo (del que no se separó en toda su vida)...
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...y otro de su perro Clíper, el primero de una larguísima serie de retratos de los animales con los que compartió su vida: bit.ly/42k7WAz
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Debió sentirse orgulloso de su obra y la expuso en los escaparates de la Calle Real, como su padre. Eso sí, aunque eran los cuadros eran baratos y las críticas buenas, si no hubiera sido por el doctor Pérez Costales y algún amigo de su padre no hubiera vendido nada.
TAL DÍA COMO HOY... En 1938 nació Rudolf Nureyev, un personaje que estuvo entre Oriente y Occidente y nunca dejó de sentir la más profunda nostalgia por la Rusia de la que había huido cuando, en plena gira, decidió quedarse en Occidente y no volver a casa.
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Eran los tiempos duros de la Guerra Fría. En una gira en París se le comunicó que él (que había hecho todo lo que los rusos tenían prohibido, como tener contacto con extranjeros, dejar el hotel por las noches...), tenía que volver a Moscú y no seguía con sus compañeros.
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Estando en el aeropuerto a punto de embarcar vio cuenta de que nunca le dejarían volver a Europa, así que dio los pasos más importantes de su vida, se acercó a la policía francesa y pidió asilo. En ese momento su nombre se borró de la historia de la danza rusa.
TAL DÍA COMO HOY... En 1473 el cabildo de la Seo de #Zaragoza firmó con Hans Piet d'Ansó la realización de la parte superior del retablo de la Seo, con las tres magníficas escenas que representan la Epifanía, la Transfiguración y la Ascensión de Cristo a los cielos.
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El maestro Hans probablemente venía de Alemania, y se cree que hacia 1478 habría muerto. Con su taller hizo una obra maravillosa, que completó extraordinariamente el banco (o sea, la parte de abajo del retablo) que había hecho unos años antes Pere Johan.
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Tiempo después realizó el coronamiento de esas escenas, con todo el espectacular despliegue de doseles y doseletes, pináculos, docenas de pequeñas esculturas... Para que podáis recrearos en los detalles os dejo unas fotos.
Pablo no pudo matricularse en la Escuela de Bellas Artes hasta el segundo año de La Coruña (os dejo un autorretrato de uno de sus álbumes), y pronto sus dibujos empezaron a mejorar.
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Hasta aquel momento había aprendido bajo la influencia de su padre, un pintor mediocre, pero en la escuela entró en contacto con algún profesor mucho mejor (como Isidoro Brocos, el del retrato, del que os dejo un dibujo). Picasso dijo que fue un profesor excepcional).
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Para ver su evolución os dejo un par de “Academias”, dibujos de vaciados en yeso que enseñaría, orgulloso, medio siglo después, diciendo que pensando en su edad le asustaba su precisión (le obsesionaba convencer a todos de que había sido un genio ya desde la infancia).