Os diré la verdad: este hilo iba a publicarlo en enero.
Y es que el pasado 19 de ese mes Janis Lyn Joplin hubiera cumplido 80 años.
El problema es lo que vi esa semana en varios artículos sobre la artista texana.
Spoiler: no me gustó.
Los titulares recalcaban su vida triste.
Recaían en el tópico de morir joven y vivir deprisa.
Con cierto tono moralizante nos contaban cuánto se drogó, como lo hizo, con cuánta gente se acostó y de que sexo eran.
Pocas referencias encontré a su voz y talento.
O a la persona.
Y sí, resulta inevitable hablar de esas cosas para hablar de ella.
Porque lo cierto es que tuvo una vida sexual intensa, y se drogaba mucho y esa fue la causa de su muerte.
Pero también fue una artista increíble.
Y antes de eso, fue una niña sensible que se sentía perdida.
Janis nació en 1943 en una pequeña ciudad de Texas, Port Arthur, una ciudad industrial que pronto se le quedaría pequeña.
A pesar de los intentos de su familia por encaminarla a unos buenos estudios y a la iglesia, la joven muchacha ya demostró en el instituto que era diferente.
Junto con otros compañeros que rehuían de lo popular se aficionó a escuchar blues, sobre todo de quién sería su mayor influencia: Bessie Smith.
Con 16 años ya se escapaba a los bares de Louisiana buscando esa música negra tan diferente a la que oían sus compañeros.
Sus gustos, su estilo de vida y su precocidad en muchos aspectos ya le granjearían fama de rara y sufriría eso que hoy en día llamamos bullying.
Pese a aparentar una fuerte personalidad, lo cierto es que el rechazo afectaba a su autoestima.
Sólo cantando se sentía especial.
Cuando marcha a la Universidad de Austin comienza a hacerlo en los clubs y salas que formaban la rica vida nocturna de la ciudad.
Pero aquello también se le quedaba pequeño.
En 1963 se marcha a la ciudad donde estaba comenzando una revolución.
San Francisco.
El movimiento hippy, muy unido a las protestas por la guerra de Vietnam, influenciado por los escritos de los beatniks de los 50 y regado con alcohol y drogas estaba cambiándolo todo.
Y ese cambio se demostraría en el mayor fenómeno cultural de esos años.
El rock psicodélico.
San Francisco fue un hervidero de bandas que bebían del blues y el rock, que danzaban al ritmo de sonidos orientales y guitarras llenas de ecos y de letras llenas de mensajes sobre paz y amor.
La música fue la expresion de toda una generación.
Y Janis llegó dispuesta a vivirla.
Aunque tuvo que volver brevemente a su Port Arthur natal, ya no podía sentirse a gusto allí tras haber experimentado la libertad personal y creativa.
Al poco marcharía a Los Ángeles.
Y allí comenzaría su corta e intensa carrera.
En 1966 se une a Big Brother and the Holding Company y comienza a ser conocida por su voz y su actitud en el escenario (y fuera de él)
Con su característica voz y una actitud pasional, Janis devoraba las tablas tanto como devoraba la vida.
No solo actuaba con su banda sino colaboraba con otras grandes de la época y comenzó a recorrer festivales.
El de Monterrey, con un cartel que da miedo, fue la consagración ante el gran público de Big Brother y de su cantante.
Janis empezaba a estar en boca de todos.
Su primer disco, grabado en el 68, Cheap Thrills, sería ya superventas apenas a la semana de su lanzamiento.
Pero la estrella era ella, sin ninguna duda, y su éxito provocó la separación de la banda.
No pasaba nada. Janis ya sabía volar sola.
En menos de un año tenía nuevos músicos y nuevo disco, con el lisergico nombre de 'I Got Dem Ol' Kozmic Blues Again Mama!'
Con un estilo más apegado a las raíces no tuvo tan buenas críticas, pero propició una gira por Europa que nos regaló momentos como este épico con Tom Jones.
En el verano de 1969 ocurrió uno de esos acontecimientos que marcan una época y pasan a ser considerados históricos desde el mismo momento en que suceden.
Woodstock.
Y una de las actuaciones más recordadas fue la de Janis y su banda.
El punto principal de la artista era su desgarradora puesta en escena, donde se entregaba hasta la catarsis de una forma contagiosa.
Ella mismo dijo que, en el escenario sentía que hacía el amor con 25 000 personas... pero luego volvía a casa sola.
Quizás ese fue el problema.
Había dos Janis.
La bruja cósmica, el animal de escenario, era la que todos veían.
La chica triste que aún creía que todos se reían de ella, que se sentía fea y no se valoraba, era la de verdad.
La única forma de reconciliarlas la encontró en las drogas y los excesos.
Resulta chocante que su promiscuidad y bisexualidad llamara tanto la atención (y las críticas) en la época del amor libre.
Lo del alcohol -primero bourbon, después vodka- y la heroína no fue tan problemático: todos lo hacían.
Pero ella más.
Parecía que a medida que era más reconocida y admirada menos se quisiera ella y más buscara la autodestrucción.
Por eso en 1970 decide retirarse de todo y marchar un tiempo a Brasil. Allí conoció a David, con quien pareció haberse estabilizado.
Pero aquello duró poco.
Su mánager le propone formar una nueva banda y ella, que se sentía más fuerte y -en teoría- estaba desintoxicada accede.
David quería viajar y se separan.
Meses después conoce a Seth Morgan, un tipo no muy claro y comienzan una relación.
El 3 de octubre de 1970 estaba en Los Ángeles grabando el que sería su disco póstumo, 'Pearl'.
Salió con los compañeros del estudio.
Volvió a su hotel, compró unos cigarrillos y charló con el conserje un rato.
Quizás no quería estar sola.
Después subió a su habitación.
A la mañana siguiente, pensando que faltaba al estudio por su habitual irregularidad, fueron a buscarla al hotel y la encontrarían muerta por una sobredosis.
Tan solo tenía 27 años y había vivido la vida hasta el límite.
Su vida había acabado, pero comenzó la leyenda.
Pearl', editado meses después, fue el legado que nos dejó la artista y es considerado por muchos su mejor trabajo.
'Me and Bobby McGee', compuesta por Kris Kristofferson, sería el single, pero 'Mercedes Benz', que quedó a capella, su testamento musical.
De sus relaciones, incluyendo las más largas con Peggy Caserta, se ha hablado mucho.
De sus encuentros fortuitos más, en historias que a veces son leyendas urbanas y otras no, como contó-de forma poco discreta- Leonard Cohen en una canción.
De las drogas se ha dicho todo.
Pero a veces el morbo de todo esto deja atrás otras cosas.
A una voz de mezzosoprano que abarcaba más de 3 octavas y podía acariciar y desgarrarse al momento siguiente.
A un artista que supo hacer vibrar al público disfrutando con ella.
A una de las pioneras del rock.
Y sobre todo, a una persona extremadamente sensible que se desvivía por ser amada.
'El objeto sexual más grande del mundo' escribió sobre el cabecero de la cama de aquel hotel la misma mujer que se preguntó, al morir Hendrix semanas antes que ella, si hablarían tanto de ella.
Espero que os haya gustado este homenaje a una de las grandes figuras de la historia del rock.
Si ha sido así, podéis darle al corazoncito y compartir el primer tuit del hilo.
Las fotos han salido de Wikipedia Commons, Rolling Stone y Wall of Sound.
Están acreditadas y descritas para personas con problemas visuales en el texto alternativo, algo que no hacía antes y que me explicaron hace poco y que haré a partir de ahora. 😉
Si os gustan mis hilos, ya sabéis que cada jueves tenéis uno.
Ya queda poco para que acabe la 2ª temporada de #LaHistorietaMusical. En este índice tenéis ordenadas las dos temporadas.
En 1973 un genio de la guitarra improvisó un tema casi de relleno.
No sabía que estaba destinada a ser su mayor éxito y el que le daría el reconocimiento internacional.
Algo que solo supo ver un loco visionario.
Hoy, en #LaHistorietaMusical, Entre dos aguas de Paco de Lucía.
Tengo que explicar primero que hay personajes a los que me cuesta hacerles un hilo.
Su grandeza, su trayectoria o su influencia hacen difícil resumir toda una carrera.
Por eso a veces me centro solo en un hito de su historia, como he hecho con Freddie o Bowie a veces.
Y pretender resumir la vida de uno de los grandes genios de la guitarra -considerado por muchos el mejor guitarrista de flamenco y por otros simplemente el mejor- en treinta tuits es un absurdo.
Así que me voy a centrar en un momento determinado de su vida.
Es muy jodido tener una carrera sólida y que esté a la sombra de una de las figuras más icónicas de tu generación.
Sobre todo si es alguien a quien amas.
Pero lo más jodido es que, cuando le pierdes, medio mundo te eche la culpa.
Hoy, en #LaHistorietaMusical, Courtney Love.
Hablar de Courtney Love es hablar de un icono de los 90.
Los escándalos personales, sus choques con los medios de comunicación, su trabajo con Hole, sus incursiones en el cine y hasta su estudiadamente desaliñado aspecto forman un personaje total.
Y luego está lo otro.
Porque seamos sinceros: para muchos, Courtney Love es alguien a quien se le concibe por su mas conocida relación personal.
Como si fuera el personaje secundario de una biografía ajena, surgida de la nada en 1991.
Pero lo cierto es que por aquel entonces ya llevaba mucho camino.
Saber que te vas es algo duro. Pero en esas circunstancias muchos artistas optaron por despedirse de sus fans de la única forma que sabían hacerlo.
Creando música.
Es como hizo David Bowie con Blackstar.
Porque lo sencillo para Bowie cuando supo que tenía cáncer y que le quedaba poco tiempo de vida era haber hecho lo que hacen muchos otros cuando se acerca su final.
Hacer un disco de duetos o un refrito que sonara a un grandes éxitos.
Pero claro, es que hablamos de Bowie.
Por eso, Blackstar no es un disco cómodo.
Surca los caminos del jazz más experimental, algo que no es de extrañar teniendo en cuenta que trabajó con los músicos de María Schneider, pero también es electrónico.