Siempre me ha llamado la atención la terminación en «-ezno» de «torrezno».
Por lo general, solo encontramos este sufijo en sustantivos que aluden a la cría de animales: «perrezno», «lobezno», «osezno», etc.
¿De dónde sale, entonces, ese «torrEZNO»?
El «Diccionario» nos dice que viene de «torrar» (de donde también viene «torrija», por cierto), pero nos falta información sobre cómo se ha llegado a formar.
¿«Torrar» + «-ezno»?
Hay varias teorías.
En el «Tesoro de la lengua castellana» de Covarrubias (1611) se define así:
«El pedaço de la lunada que assamos: y dixose a TORRENDO, porque se tuesta y se assa en el fuego, a diferencia de lo demas del tocino que se guisa, o se cueze en la olla».
En el «Diccionario de autoridades« (1739) nos dice que viene del verbo latino «torrere» porque se tuesta.
La denominación latina es «lardi segmentum tostum» ('trozo de panceta tostada, frita').
Ese «lardi» lo tenemos en francés: «lardons» se llaman estas tiras de panceta:
El «Diccionario crítico etimológico» de Corominas y Pascual nos remite al asturiano «torrendu» y nos dice que se ha formado igual que «rodezno».
El problema aquí es que no tenemos una forma latina que sea *«torricinus» de la que partir. Se ha formado en español.
La pista que nos da sobre la voz asturiana tiene mejor pinta. Las explicaciones que se han dado al respecto nos llevan por el camino de lo que se conoce como metátesis:
1. Así, las mayúsculas no solo distinguen nombres propios («Juan», «María») de nombres comunes («mesa», «jardín»). También sirven para marcar expresiones denominativas como, por ejemplo, los nombres de entidades («Instituto Cervantes») o los títulos («Rayuela»).