Una imagen muy representativa de lo que es el "tradicionalismo pompier", o más bien costumbrismo. La Tradición son el campo, las vaquitas y el pan casero, la Revolución son las ciudades sucias, el mal gusto y que Sonsoles no me deja ver a los niños.
Se les olvida el detalle de que sin agricultura industrial se muere de hambre el 90% de la sociedad o así, pero bueno, esas preocupaciones son cosas revolucionarias. Por lo demás, supongo que en el Antiguo Régimen no debía de haber ciudades ni burguesía.
Como estableció Don Alfonso Carlos, el tradicionalismo aspira a restaurar "Los principios y espíritu y, en cuanto sea prácticamente posible, el mismo estado de derecho y legislativo anterior al mal llamado derecho nuevo". Es decir, la sustancia, no todos los accidentes.
Los líderes del mundo occidental no están -principalmente- detrás del lucro con sus acciones, sino que son genuinos fanáticos ideológicos. Los EEUU no invaden -o no sólo- por el petróleo: cuando hablan de llevar "libertad y democracia", se lo creen de verdad.
Quienes para combatir a estos políticos o ideólogos les atribuyen afán de lucro u otras finalidades espurias, muestran en el fondo que no están seguros de su propia posición -lo malo no es el deseo de petróleo, ¡lo malo es la democracia!
Si para mostrarles como viles tienen que atribuirles unas finalidades distintas a las que estos proclaman, significa que éstas no se perciben como malas, sino que el problema es, si acaso, que no se siguen sinceramente.