"Con 20 años tenía que tener herramientas para dejar atrás el bullying que sufrió en el cole y no tomar decisiones drásticas".
Vale.
Imaginemos que tenemos un hijo "diferente". Da igual esa diferencia. Más sensible, de altas capacidades, de bajas capacidades, con TEA o TDAH...
Con alguna diferencia o limitación física, con dislexia, tartamudo, con una orientación sexual diferente a la mayoría, con gustos peculiares en su hobby o en forma de vestir...lo que sea.
Y si crece en un entorno amable, respetuoso e inclusivo, termina brillando y siendo feliz.
Pero si crece en un entorno hostil, acosado, aislado, cuestionado, juzgado, se ríen de él...termina siendo un adulto inseguro, con problemas de autoestima y sumamente infeliz. Y no explora sus posibilidades, y deja de estudiar, o de buscar trabajo, o de relacionarse.
Sabes que tienes un hijo así.
¿Qué haces?
¿Te limitas a educarle en la idea de que siempre se va a encontrar con "personas" que le van a amargar la vida, y que tiene que aprender desde los 3 años a defenderse de ellos y a que no le importe nada ni nadie, no sea que le dañen?
¿O intentas explicar a las personas de su entorno que sus acciones y palabras pueden llegar a destrozar a ese niño, y que por favor, se pongan en su lugar y no lo hagan, que le respeten, que le ayuden, o por lo menos, si no les cae bien, que le dejen en paz sin machacarle?
Repito: SI FUERA TU HIJO.
Porque todo lo vemos claro y fácil en los hijos de los demás.
Pero cuando es nuestro hijo el que lo sufre, entonces hablamos de "ir hasta el final darles un escarmiento, denunciarles, darles una buena **stia aunque nosotros acabemos en la cárcel"...
Supongo que lo adecuado es el punto medio.
Enseñar a nuestros hijos a rodearse de la gente que les hace sentir bien, a huir de quienes les hacen sentirse mal, a reforzar su autoestima, a ver su verdadero valor, a brillar en aquello que les hace únicos.
Pero también enseñarles a respetar al diferente. Y a no mirar a otro lado si ven a alguien sufrir bullying. Y a no admirar a los "fuertes" que hacen bullying, porque no son admirables, sino dignos de lástima, porque algún problema emocional tienen que tener.
Y también exigir que los profesores y adultos responsables velen por los intereses de todos los niños. También de los diferentes.
Y que, en estos tiempos que corren, con toda la información que tienen, NO DEJEN PASAR EL MÁS MÍNIMO INDICIO DE BULLYING.
Quienes tienen herramientas para superar el acoso seguramente lo superarán.
A quienes hay que ayudar es, precisamente, a quienes menos herramientas tienen, por la razón (social, familiar, económica, emocional, mental...) que sea.
Poner el foco del problema en "quien no tiene herramientas" es lo mismo que ponerlo en las chicas a las que violaron porque llevaban minifalda.
Eso no sólo no les ayuda, sino que refuerza el egoísmo y falta de empatía de la sociedad que estamos construyendo.
Y muchos niños acosadores que lo hacen sólo por diversión, que no son conscientes del daño que hacen, que hasta se olvidan del acosado con los años porque para ellos no fue nada importante...cambiarían de actitud si ENTENDIERAN las consecuencias de lo que hacen.
Así que la solución contra el bullying es EDUCACIÓN A TODOS LOS NIVELES.
De víctimas, de bullies, de testigos, de padres y de profesores.
Pero si hay que tomar parte por alguien...siempre por las víctimas.
"Tenía que tener herramientas"... ¿Y si fuera tu hijo?
¡Genial el reto de @RedDivulga@filarramendi de resumir nuestras tesis en 20 tweets! Y como desde la Comisión Académica de @UniOviedo y mis directores me han animado a participar, pues allá va la mía.
(1/20) Habiendo empezado en 2013 a dar talleres de emergencias para niños de 4 a 8 años, donde les enseñaba el 112, la diferencia entre estar dormido o desmayado, cómo poner a alguien desmayado en PLS, cómo hacer RCP si el corazón se para y cómo actuar ante un atragantamiento...
(2/20)...había que analizar los resultados para poder corroborar lo que suponíamos: que empezar con esta formación a edades tempranas es útil, factible y necesario. Y que, adaptada a su edad, no supone impacto negativo para los peques (que era el mayor temor de padres y profes)
La mayoría de veces una actuación correcta salva vidas. Pero hay casos de desgraciada mala suerte.
Creo que lo mejor que podemos hacer como sociedad es aprender lo máximo posible y aprender cómo ayudar lo mejor posible. Para dejarle a la mala suerte las menos opciones posibles.
Las alergias severas pueden complicarse de 2 formas:
-impidiendo la respiración al provocar edema de las vías respiratorias (como si fuera un atragantamiento o un asma bestial)
-causando un shock (el cuerpo se comporta como si hubiese una hemorragia interna).
-Mamá, qué rabia. Con todo lo que estudié, y fallé en una pregunta tonta de mates.
-Vaya disgusto que tienes. Pero no has sacado mala nota.
-Pero podía haber sacado mi primer 10.
-Ya. Sé que estás muerta de rabia. Pero igual esta nota te hará mejor estudiante que un 10.
-¿Qué dices?
-Tú has estudiado y trabajado un montón, ¿no?
-Me he matado a estudiar.
-¿Y entendías el temario y las preguntas?
-Si.
-¿Y viste donde fallaste, y ahora entiendes lo que tenías que haber contestado?
-Si. Si fue un fallo tonto, no entendí bien la pregunta.
-Bien. Eres estudiosa y trabajadora. Tienes una buena rutina. Tienes capacidad de análisis. Tienes ganas de mejorar. Entendiste las mates. Estás en 2° de ESO, no te juegas nada vital. Sin embargo estás aprendiendo una de las lecciones más importantes de la vida de un estudiante.
Puede ser que después de mataros un año, quizá dos años, vayáis a suspender el MIR.
Es una faena. Lloras, te comparas con los que aprobaron, te deprimes, te consideras un inútil y quieres dejarlo todo.
Spoiler: aprobar a la primera o segunda no te hace mejor ni peor médico.
De hecho, los que suspendimos 1 o 2 años aprendimos algo que no se puede aprender de otra manera: a fracasar, llorar lo necesario, levantarnos y volver a pelear.
Conseguimos una resiliencia, una fuerza y una actitud que nos ayudó para el resto de nuestra vida laboral.
Y logramos un buen aprendizaje de gestión de las emociones negativas.
Y no solo somos igual de buenos o malos médicos que otros compañeros. Es que además nadie nos preguntará jamás cuánto tardamos en aprobar el MIR. Ni puntúa más ni menos, ni importa absolutamente nada.