Hola panna cottas, hoy os traigo a un señor de esos que en inglés llamarían “bigger than life”. Literal y metafóricamente, porque el señor era gigantesco. Fue aventurero, escritor y antropólogo, y su vida fue una peli de acción constante. Esta es la historia de Peter Freuchen.
Su nombre de nacimiento era Lorenz Peter Elfred Freuchen y había nacido en Nykøbing Falster, Dinamarca, en febrero de 1886 (sabemos que fue bautizado el 20 de febrero, pero no el día de su nacimiento). Era hijo de un empresario y un ama de casa y tuvo una infancia acomodada.
Papá Freuchen quería que su hijo fuera una persona de bien, así que el joven Peter acabó sus estudios y se matriculó en medicina en la universidad de Copenhague. La cosa es que ya por entonces Peter tenía claro que lo suyo no era la vida tranquila y acabó abandonando la carrera.
Así pues en 1906, con solo 20 añitos, Peter hizo el petate y se fue de expedición a Groenlandia junto a su amigo Knud Rasmussen. Fueron en barco hasta Danmarkshavn y desde allí recorrieron casi mil kilómetros en trineos tirados por perros.
La expedición, conocida como “expedición Dinamarca”, pasó dos años en Groenlandia cartografiando la parte septentrional de la isla y se consideró bastante exitosa a pesar de que tres de los organizadores principales de la misma murieron. Y Peter le pilló el gustillo al tema.
Una de las cosas que más le fascinaron del viaje fue el descubrimiento de la cultura Inuit, que pasó a formar parte de su vida de forma permanente: aprendió el idioma y las costumbres de los Inuit, así como a cazar con ellos.
En 1910 Peter y Knud se trasladaron de forma permanente a Groenlandia y fundaron la Estación Comercial Thule en el cabo York, al noroeste de la isla, que se convertiría en la base de salida de una serie de expediciones épicas conocidas como las Expediciones Thule.
En 1911, antes de que empezaran las expediciones Thule, Peter se casó con su primera mujer que, cómo no, era Inuit. Se llamaba Navarana Mequpaluk, y tuvieron dos hijos, Mequsaq y Pipaluk (esta última se convertiría en una célebre autora de libros infantiles).
En realidad Peter solo participó en la primera de las expediciones Thule, pero eso no significa que se quedara quieto: viajó por media Groenlandia, muchas veces acompañado de Navarana, y dio incontables charlas sobre cultura Inuit a los extranjeros que se acercaban por la zona.
Por desgracia, Navarana falleció en 1921, víctima de la epidemia de gripe española. Los sacerdotes daneses se negaron a enterrarla por no estar bautizada y fue él mismo quien tuvo que darle sepultura a su mujer. No sería su último enfrentamiento con la iglesia.
Peter, que no estaba para hostias con el tema, criticó duramente a la iglesia de su país durante años por enviar misioneros que no conocían ni respetaban la cultura Inuit. Ya por entonces tenía clara su posición de no aguantar gilipolleces.
En 1924 Peter volvió a Dinamarca con sus hijos, se casó con Magda Vang Lauridsen (hija del director del Banco Central Danés) y empezó la segunda fase de su vida: la de señor que estaba muy harto, hacía veinte mil cosas a la vez y se pegaba con los nazis.
Poco después de volver se afilió al partido socialdemócrata y se puso a escribir artículos para varios periódicos con mucho éxito. ¿Significa eso que Peter dejó la vida aventurera atrás? Ni de coña, queridos. Hasta 1926 siguió participando en viajes y expediciones por el Ártico.
De hecho es precisamente durante esa expedición cuando acontece una de las historias más famosas de su vida de aventurero: LA HISTORIA DEL PIOLET DE CACA.
Antes de seguir, una cosilla: esta historia la cuenta el propio Peter en su autobiografía y no hay nadie para corroborarla o desmentirla. Y bueno, siempre ha sido de esas historias que se ponen en duda. Yo os la cuento y ya vosotros decidís qué creer.
La expedición de Peter avanzaba a pie por la bahía del Hudson cuando les pilló una ventisca. Una de las que solo hay en el puñetero Ártico. Sin nada mejor a la vista, Peter se refugió bajo su trineo, pero pronto se vio cubierto por la nieve en lo que era una minicueva.
Con el frío que hacía la nieve se convirtió en hielo y Peter tuvo claro que tenía que salir de allí como fuera si no quería convertirse en un polo de vainilla. Pero no tenía con qué porque sus herramientas se habían quedado fuera. Tocaba improvisar.
Ni corto ni perezoso, Peter hizo caca en la cueva, le dio forma de piolet y esperó a que se congelara (que tampoco tardó mucho, claro). Una vez congelada, la usó para romper la capa de hielo y salir a la superficie como el gangster aquel de ‘Con faldas y a lo loco’.
Por desgracia cuando volvieron a la base Peter se dio cuenta de que sufría congelación en un pie. Y aunque intentaron curárselo, estaba claro que no iba a poder salvarlo, así que nuestro siempre delicado amigo decidió solucionarlo a su manera.
Sin anestesia, porque a la estación Thule no llegaban esas cosas, agarró unos alicates y un martillo y se cortó los dedos gangrenados uno a uno.
La cafrada de los alicates solo le sirvió a medias, porque terminaría perdiendo parte de la pierna y usando una pierna de madera. Sus días de explorador habían acabado, pero no sus días de ser el mayor BAD MADAFAKA de cualquier sitio al que fuese.
Y ojo, que eso no quiere decir que dejara de viajar. A principios de los años 30 se metió en el mundo del cine y en 1932 volvería a su querida Groenlandia como parte de un viaje financiado por la Metro Goldwyn Mayer.
¿Y para qué quería la MGM pagar un viaje a Groenlandia? Pues para buscar localizaciones para una película que iba a dirigir W.S. Van Dyke, titulada ‘Eskimo’ y conocida en España como ‘Mala el magnífico’. Basada en dos libros de… Peter Freuchen.
Y no es solo que la película esté basada en sus libros: es que el propio Peter aparece en ella interpretando al villano de la película, un malvado capitán de barco que le hace la vida imposible al protagonista y a su esposa.
‘Eskimo’ se convertiría en la ganadora del primer Oscar al Mejor Montaje de la historia, y nuestro amigo Peter se apuntó una muesca más en su lista de “cosas que he hecho en mi vida que son... peculiares”.
Unos años más tarde, en 1938, fundó el Club de Aventureros de Dinamarca, que es exactamente lo que os estáis imaginando: un club de gente a la que le mola irse de aventuras por medio mundo, y cuanto más exótico y peligroso sea el viaje, mejor.
El club todavía existe hoy día, por cierto.
Y así llegamos a la Segunda Guerra Mundial y la invasión de Dinamarca por parte de los nazis. A estas alturas, Peter tenía ya 54 años, le faltaba una pierna y a lo mejor no tenía ganas de meterse en fregaos, ¿verdad?
ERROR.
A Peter le caían mal los nazis. Muy mal. Y como era un TREMENDO BICHARRACO, no tenía demasiados problemas en demostrarlo abiertamente, por ejemplo plantando sus dos metros de señor frente a cualquiera que hiciera comentarios antisemitas y diciendo “pues yo soy judío”.
Pero como eso no deja de ser una tontería, el bueno de Peter se unió a la Resistencia danesa, participando en operaciones de sabotaje y ocultando a refugiados en su isla privada. Digamos que el alto mando nazi le tenía una ojeriza especial al gigantón danés.
De hecho fue detenido y condenado a muerte, dicen que por orden directa de Hitler. Que dio igual, porque se acabó escapando a Suecia y luego a Estados Unidos, donde viviría el resto de su vida codeándose con aventureros y gente del mundo del cine (la foto es de unos años antes).
Fue precisamente en Nueva York donde conoció a la ilustradora y editora Dagmar Cohn, danesa como él, que también había llegado allí huyendo de los nazis. Tras su divorcio de Magda, Dagmar se convertiría en su tercera y última esposa en 1945.
De hecho, Dagmar es la co-protagonista de la foto más sensacional que existe de Peter Freuchen, la que les hizo Irving Penn en 1947. Una foto tan épica que hay que verla para creerla.
BEHOLD:
Peter y Dagmar, que fue ilustradora para Vogue, vivieron a caballo entre Nueva York y Connecticut. En 1956 nuestro amigo aún daría una última campanada al ganar en el programa ‘The $64,000 Question’. Podéis ver su intervención aquí:
Peter Freuchen se fue de este mundo tal como había vivido: el 2 de septiembre de 1957, tres días después de terminar su último libro, sufrió un infarto en la base aérea de Elmendorf, en Anchorage (Alaska). Estaba subiendo a un avión para ir a rodar un documental al Polo Norte.
Sus cenizas fueron esparcidas sobre la estación Thule, así que no hay tumba que visitar. Su último descendiente conocido es su nieto, Peter Ittinuar, que en 1979 se convirtió en el primer diputado Inuit de la historia del parlamento canadiense.
Espero que os haya gustado. Otro día, si os portáis bien, os cuento la historia de la señora de 92 años que lleva más de 60 siendo ladrona profesional (y sí, estoy hablando en presente).
P.D.: Si os ha gustado, os agradeceré la difusión y los RTs con una danza de la lluvia y unas tacitas de arroz made in Sado de Joseon.
Bibliografía:
-Arctic Adventure: My Life in the Frozen North, Peter Freuchen
-Vagrant Viking: My Life and Adventures, Peter Freuchen
-Wanderlust: An Eccentric Explorer, an Epic Journey, a Lost Age, Reid Mitenbuler
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Tyburn, Londres, 23 de noviembre de 1499. Un joven de apenas 25 años es ahorcado sumariamente. Con él acaba una conspiración que ha durado seis años y ha puesto en jaque a la reciente dinastía Tudor. Esta es la historia de Perkin Warbeck, aquel que dijo ser Ricardo de York.
Para saber quién fue Perkin Warbeck y su relevancia en la historia inglesa tenemos que retroceder hasta el final de la Guerra de las Rosas y uno de sus hechos más trágicos: la desaparición de los Príncipes de la Torre.
Tras el auge y caída de Ricardo III la guerra quedó finiquitada. Su gran vencedor: aquel príncipe casi irrelevante llamado Enrique Tudor, el último rey de Inglaterra en ganar el trono por derecho de conquista y que la historia conoce hoy como Enrique VII.
Hola crêpes Suzette, hoy volvemos a Francia para terminar la historia de esa follonera extraordinaria que fue Marie de Rohan-Montbazon, la duquesa de Chevreuse. La semana pasada vimos sus movidas con el duque de Buckingham y Ana de Austria, pero lo mejor está por llegar.
Y es que apenas se había apagado el fuego provocado por Buckingham cuando Marie, que se aburría con facilidad, decidió meterse en un nuevo fregao. Bienvenidos a la conspiración de Chalais, cuquis.
La conspiración de Chalais se llama así por Henri de Talleyrand-Périgord, conde de Chalais, novio de Marie y figura central de toda esta historia, que básicamente fue un intento de cargarse a Richelieu y, ya de paso, reemplazar a Luis XIII por su hermano, Gastón de Orleans.
Hola crêpes Suzette, empezamos la temporada en la Francia del siglo XVII. Conspiraciones palaciegas, aventuras, gente liada con otra gente y una mujer que estuvo en el cogollo de todas las intrigas durante medio siglo. Hoy: Marie de Rohan-Montbazon, la duquesa de Chevreuse.
Marie Aimée de Rohan-Montbazon nació en París en diciembre de 1600, en la más alta nobleza francesa: su padre, Hercule de Rohan, duque de Montbazon, era gobernador de la capital, par de Francia, Gran Cazador y ‘prince étranger’* en la corte de Enrique IV.
*Lo de los ‘princes étrangers’ es complicado de explicar, pero baste decir que los Rohan eran descendientes directos de los duques de Bretaña, que habían sido gobernantes independientes hasta el siglo XV.
El 16 de enero de 1977 dos excursionistas ascendían el Pinnacle, en la Ruta de los Apalaches al este de Pennsylvania. Vieron una cueva y, al echar un vistazo, encontraron el cadáver congelado de un hombre.
Su identidad ha sido revelada 47 años más tarde, hace solo tres días.
El cadáver fue trasladado al hospital de Reading y la autopsia determinó que era un hombre blanco de entre 25 y 35 años, de ojos azules y pelirrojo, con el pelo rizado y largo. La causa de la muerte había sido una sobredosis de fenobarbital y pentobarbital, tal vez un suicidio.
¿El problema? No llevaba nada encima que pudiera identificarle y nadie reclamó el cadáver. Se le tomaron huellas dactilares y dentales, y se realizó un retrato robot muy… bueno, muy de los años 70.
Hola medoviks, hoy os traigo una historia con muchos protagonistas que dicen ser el mismo. Un señor que se murió, pero en realidad no, pero luego sí, pero resulta que no y… ya me entendéis. Vámonos a la Rusia del siglo XVII para conocer al Falso Dimitri. A TODOS ELLOS.
Empecemos por decir que sí hubo un Dimitri real: se llamaba Dimitri Ivánovich, nació en 1582 y fue el último hijo de ese señor encantador y para nada turbio que la historia conoce como Iván IV el Terrible. Su madre fue la última esposa de Iván, María Nagaya.
La cosa con Dimitri el Auténtico es que: A) Técnicamente el matrimonio de sus padres era ilegal ya que la iglesia ortodoxa solo reconocía los cuatro primeros, y María fue la sexta (otros dicen que la octava) esposa de Iván; B) Su padre murió cuando él solo tenía 2 años; y C) Los hijos de Iván tendían a morirse mucho*.
Hola galletas de jengibre, hoy tenemos una historia de lo más dulce. Y pegajosa. Y es que si pensábais que la ola de cerveza que arrasó Londres* fue mala, lo de esta semana es la versión turbopringosa de esa historia. Hoy: la Gran Inundación de Melaza de Boston.
*¿Una ola de cerveza arrasando Londres? ¿De qué hablas, Wurtzel?
Nuestro escenario es la ciudad de Boston, capital del estado de Massachusetts y lugar de nacimiento de Edgar Allan Poe. Que llevaba casi cien años muerto para cuando sucede nuestra historia, pero menudo cuento de terror se podría haber marcado con ella, amics.