A veces pensamos que nuestros ídolos son seres inmortales. Que estarán siempre ahí para regalarnos su arte, su talento e iluminarnos con su carisma.
Por desgracia, no es así.
Son humanos. Son mortales.
Aunque a veces nos parezca increíble.
Cómo sabréis, el hilo de esta semana no era este, sino la conclusión del ciclo del demonio.
Pero este iba a hacerlo el 15 de junio. Y una figura como Tina merecía que cambiara mis planes.
Alguien como ella merecía muchas cosas.
Entre otras, haber tenido una mejor juventud.
Las cosas no fueron nada fáciles para Anna Mae Bullock. Nació en tiempos difíciles y en una tierra difícil para los suyos.
Europa ardía en llamas en 1939 mientras ella venía al mundo, en el estado de Tennessee, donde crecería recogiendo algodón.
Así empezó su vida: sometida.
Abandonada por su madre con diez años, por su padre con trece. Viviendo de casa en casa de familiares. Limpiando casas y a la vez estudiando enfermeria.
Y cantando con su hermana Aillene en clubs nocturnos. Así fue como empezó todo.
Así conoció a Ike.
Ike Turner era un exitoso músico que al frente de The Kings of Rythm, sería uno de los grandes pioneros del rock, sobre todo por una canción: 'Rocket 88'.
Ayudó a descubrir a artistas como Howlin' Wolf o Elmore James.
Pero todo eso queda empañado por su horrible forma de ser.
Con un grave problema de adicción a la cocaína que arrastró toda su vida, lo más sangrante de Ike y que hace difícil separar obra de artista fueron sus abusos y la violencia que ejerció sobre la que sería su mujer, Tina.
Pero claro, eso es algo que no podía saber ella en 1957.
En 1957 solo supo que, cuando el batería, Gene Washington, la invita a subir al escenario, su voz cautivó al músico con el que todas querían cantar.
Y Ike tuvo claras desde el principio un par de cosas. Que Anna Mae era un diamante en bruto.
Y que no iba a dejarla escapar.
Turner apostó todo a la voz y al carisma de aquella muchacha inexperta. Le enseñó a modular su torrente natural. La deslumbró con coches de lujo y abrigos de piel. Le hizo adoptar un nombre artístico. Se casó con ella.
Y acabaría renombrando su banda como Ike and Tina Turner.
Casi 16 años duraría su matrimonio. 16 años de éxito ascendente.
Desde el inicial 'A fool in love', la conocidísima 'Proud Mary' o la producida por Phil Spector 'River Deep Mountain High'.
En 1966 teloneaban a los Stones, creando una amistad con Mick Jagger que llegó hasta hoy.
Demonios, si enseñó a bailar a Mick, que tenía cero ritmo en el escenario.
Tina era un huracán en el escenario, una fuerza desatada que unía la influencia del blues más bronco con el rock más comercial y el soul más intenso.
Pero todo este éxito ocultaba una verdad más sombría.
La vida al lado de Ike era un infierno. Las palizas y vejaciones, constantes.
Le apagaba cigarros en la piel. Metía mujeres en casa. La violó en repetidas ocasiones.
Cuando un directivo de la compañía fue a visitarles la encontró fregando el suelo de rodillas.
Era una esclava.
Intentó huir varias veces. Una de ellas, despertó en un autobús con Ike sobre ella diciéndole que iba a matarla por intentar fugarse.
Al final consiguió escapar en 1972.
Descalza y ensangrentada, pidió ayuda en una gasolinera para llamar por teléfono.
Solo tenía 63 centavos.
Pese a apariciones en televisión o a la ayuda de artistas como Cher, que la llevó a su programa, no fue fácil que la tomaran en serio.
Ni siquiera con una de sus mejores actuaciones: su aparición como la Reina Ácida en la opera-rock Tommy de los Who.
En 1976 consigue el divorcio. Deseosa de librarse de Ike, renuncia a todo.
Las casas, los derechos de autor, los ahorros. Solo insiste en quedarse con una cosa: su nombre artístico.
Era su nombre. Su marca.
Con eso y su voz sabía que podía volver a conseguirlo.
Con cuatro hijos a su cargo (dos suyos y los dos de Ike, que había criado ella), las deudas la agobiaban.
Y las compañías la ignoraban. Como dijo un directivo, nadie quería saber nada de esa 'vieja negra'. Tenía 40 años.
Y tuvo que volver al circuito de clubs.
Y encima aún tenía que soportar la sombra de Ike. Hasta le preguntaban por él en programas de televisión. Por eso en 1981, concede una entrevista a People contando los malos tratos que había sufrido.
Y pese a la dureza de su relato, la entrevista pasó desapercibida.
Todo cambia en 1984.
Dicen que fue David Bowie el que convenció a los ejecutivos de su compañía para ir a ver a actuar a Tina.
Dicen que fue allí cuando uno de ellos dijo aquel comentario sobre esa 'vieja negra' a la que no deberían fichar.
Pero Bowie les convenció.
Ese año Tina lanza un sencillo, 'What's Love Got To Do With It', adelanto de un disco, Private Dancer, con el que consiguió volver a la primera fila.
Más de cinco millones de copias vendidas por todo el mundo.
La canción que da título al disco, compuesta por Mark Knopfler, sería otro hit y la demostración de lo equivocados que estaban muchos durante aquellos años de travesía en el desierto.
Tina estaba más viva que nunca. Y venía dispuesta a reclamar su trono de reina del rock.
El éxito del disco tuvo otra consecuencia: aquella entrevista a la que nadie había hecho caso tres años atrás de repente estaba en boca de todos.
Todos querían saber. Escarbar. Preguntarse cómo aguantó.
Poniendo la responsabilidad sobre ella.
Por eso escribió su primera autobiografía: para dejarle claro al mundo lo que había pasado.
Un libro que la convirtió en un ejemplo para muchas personas, incómodo para muchos en una época en la que se negaba la violencia a las mujeres.
Imaginaos: todavía hay quien lo hace.
Lo irónico de todo es que su testimonio consiguió que otra vez Ike estuviera presente en una vida que ya era suya.
Terminó harta de que solo la vieran como una superviviente: ella era muchas más cosas.
Era una mujer fuerte, una artista talentosa, dueña de su carrera y su vida.
Al centrarse tanto en su historia de maltrato, parecía que su talento y logros como artista no eran tan importantes.
Sus ventas en los 80, sus apariciones en cine, conseguir el número uno a una edad no habitual para ma industria o ser la primera mujer negra en la MTV.
Llevo más tiempo hablando de Ike de lo que tuve que aguantarle', dijo alguna vez.
Aunque ella estuviera cansada de revivirla, su historia es un referente de valentía para muchas mujeres.
Pero entiendo que estuviera harta de que, años después, la sombra de Ike siguiera ahí.
Durante el resto de los 80 y los 90, Tina no dejó de grabar discos, colaborar con los más grandes y llenar los escenarios con su poderosa presencia.
Nunca he visto una entrada como esta, con tal manejo de los tiempos.
Aunque anunció una primera retirada a inicios del milenio, volvió en 2008 con la que sí que fue su última gira.
En esos años aún tuvo tiempo de presentar el musical de su vida, escribir un par de libros más o, como si le diera el relevo, actuar con otra reina cómo Beyoncé.
Desde 1995 vivía en Suiza, donde se acabaría nacionalizando y renunciando a la ciudadanía americana, con su marido y productor Erwin Bach.
Nada podía ser más distinto de su anterior matrimonio.
Si incluso él le donó un riñón en 2017. ❤️
Tina estaba gravemente enferma desde hacía años y hasta se había planteado la muerte asistida.
Falleció anoche, en su casa de Suiza, a los 83 años. Todavía resuenan las condolencias en medio mundo.
Me juré no decir esta frase pero es imposible: ella era, simplemente, la mejor.
Su figura, influencia y legado es de los que perdurarán por décadas.
Cómo he dicho al principio, a veces creemos que nuestros ídolos son inmortales. Y no lo son.
Pero, si hay algo parecido a la inmortalidad, esta está en la obra que dejas.
Y Tina vivirá por siempre.
Espero que os haya gustado este homenaje tan improvisado que he tenido que hacer: tenía pensado hablar de ella dentro de unas semanas, pero, por desgracia se me ha adelantado.
Si ha sido así, podéis retuitearlo y darle al corazón. Ella lo merece.
Si estáis atentos a lo que llevamos de mayo, sabréis que este es el tercer capítulo de un ciclo sobre rock y satanismo.
Un ciclo que tuvo como introducción la figura de Aleister Crowley y donde la semana pasada hablamos de Black Sabbath.
Y nos detuvimos en un momento concreto.
El momento es cuando Black Sabbath despidió a Ozzy y necesitaba otro cantante. Para un grupo así sustituir a alguien tan emblemático como Ozzy no era sencillo.
Para el sustituto tampoco. Había que luchar contra la sombra del príncipe de las tinieblas.
El actual Himno de la Champions League fue compuesto por Tony Britten en 1992.
O no.
O igual lo que pasó en 1992 fue un fusilamiento brutal de una pieza mucho más antigua: un himno de coronación de Haendel.
George Friedrich Haendel, aunque nacido en lo que hoy es Alemania, es considerado compositor inglés, donde acabó viviendo y trabajando casi toda su vida.
Y entre otras cosas chulas, como el famoso Mesías, hizo mucha obra por encargo.
Siempre he pensado en la música casi como en un ser vivo, como en una fuerza de la naturaleza que crece y evoluciona y cambia con el contacto con otras músicas.
Y hubo un cantautor andaluz de voz grave y trémula que nos lo demostró.