Es un hecho que España, en los años 80, vivió una época de apertura que se materializó en todas las expresiones artísticas.
Muchas de ellas se vieron reflejadas en programas de televisión que rompían con el gris panorama de décadas anteriores.
Y sí, una de estas fue la movida.
El tema de la famosa movida madrileña siempre es controvertido.
Va mucho más allá de si eran buenos o malos músicos o si todos eran niños de papá jugando a ser modernos.
El tema es que la nostalgia de los 80 ha terminado devorando todo lo que hubo más allá.
Y ojo, que he disfrutado muchísimo de aquellos grupos que pateaban Madrid aquellos años, algunos más gamberros que otros, que se engloban sin criterio dentro de una misma etiqueta.
Tanto de la emoción poética de Antonio Vega como del desenfado hedonista de Kaka de Luxe.
El problema es ese: el reduccionismo y el etiquetaje.
Considerar a una imagen idealizada del Madrid de los 80 como lo único moderno que había en España es quitarle valor a muchas escenas que aparecieron por todo el país.
Y hubo muchas -incluso anteriores- y muy diferentes.
Desde el verdadero underground de la capital, que eran los heavys de Vallecas, hasta la explosión de la escena de Gijón, el rock catalán, el despertar granadino o la miríada de grupos de la escena gallega.
Y latiendo por debajo de ellos, subterráneo, como casi siempre, el punk.
Hablar del punk en este país en serio supondría un análisis más profundo para entender muchas cosas, desde su absorción comercial en Madrid a su hibridación con el rock radical vasco.
Pero hoy solo quiero hablar de cuatro chicas de Bilbao.
Hoy voy a hablar de Las Vulpes.
La banda la habían formado a inicios de la década las hermanas Loles y Lupe Vázquez, que serían el núcleo de un proyecto por el que pasaron muchas músicas hasta que Mamen y Begoña completaron una formación estable.
Fueron el primer grupo íntegramente femenino de nuestro país.
En el 82 ya tenían cierto nombre dentro del mundillo.
Aquellas chicas venidas de un barrio humilde y obrero, de familia comprometida y sindicalista, se dedicaban a cantar sobre su vida y vivencias cercanas.
Y para aquellas chicas una de aquellas vivencias era el machismo.
Es sencillo de entender.
Cuatro chicas punkies con sus correspondientes pintas. Vistas por encima del hombro dentro de la escena -y no hemos cambiado mucho- y mal vistas fuera de ella.
Escucharon mucho eso de zorra. Así que decidieron llamarse así.
Vulpes. Zorra en latín.
Solo tenían un par de maquetas en cassette con las que moverse pero su actitud y sus corrosivas letras llamaron la atención de público y críticos.
Y uno de ellos, fue el periodista musical Carlos Tena, un crack que por desgracia nos dejó hace poco.
Desde que a inicios de los 70, fue nombrado por RNE delegado de programas musicales ante la Unión Europea de Radiodifusión, Carlos Tena fue uno de los artífices de que nuevas músicas entraran en nuestro país.
Su 'Popgrama', junto con Diego Manrique y Ángel Casas fue mítico.
En 1983 estaba al frente de 'Caja de ritmos', un programa matinal de sábado por dónde pasaron Derribos Arias, Esclarecidos o Radio Futura.
Un soplo de aire fresco. Una apuesta por el pop, el rock y el punk.
Una apuesta arriesgada, que tuvo que sufrir más de una censura.
Manrique había descubierto a las cuatro chicas y se las recomendó a Carlos.
Este las invita al programa, y como no tenían disco aún, graban en una maqueta una de sus canciones, una versión bastarda y gamberra de 'I wanna be your dog' de The Stooges.
La canción del escándalo.
Cambiando especie y género, el 'quiero ser tu perro' de Iggy se convirtió, usando como escudo ese insulto que recibían a menudo, en 'Me gusta ser una zorra'.
Una canción irreverente -y divertida- que arremetía contra estereotipos, contras los pijos y hasta recibía Lou Reed.
"Si tú me vienes hablando de amor/qué dura es la vida y el trabajo de día/ permíteme que te dé mi opinión/ mira imbécil que te den por c*lo."
Sazonada de imagenes por el estilo y al grito final de 'c*brón', las Vulpes se despachaban con aquellos que las juzgaban.
Y muy a gusto.
¿Era un himno reivindicativo? Pues no.
¿Era un alegato feminista con el que hacer bandera? Pues tampoco.
Como la propia Loles ha explicado muchas veces solo era una canción gamberra de un grupo de chicas que querían pasarlo bien y que muchas no llegaban ni a la mayoría de edad.
El programa fue emitido, y además sin los pitidos que les habían dicho que usarían para tapar algunas palabras.
Y ya está.
Parecía que no había pasado nada.
Una canción irreverente en un programa que exploraba músicas que se salían de la radioformula. Sin más problemas.
O no.
El problema empezó días más tarde cuando el diario ABC publicó la letra de la canción criticando el horario de emisión.
Ahí comenzó la cacería de brujas.
La maquinaria retrógrada comenzó a atacar a ellas y al programa y a pedir que rodaran cabezas.
Y eso que no había Twitter.
Contra ellas hubo artículos bastante hirientes, que les devolvían el insulto que habían adoptado pero sin ningún sentido irónico.
Y por supuesto las hordas pidieron la cabeza de Carlos Tena y del director de RTVE, José Ignacio Calviño.
(Sí, el padre de Nadia Calviño.)
La repercusión de aquello se volvió enorme.
Todo el mundo opinaba, a favor y en contra, estos últimos enarbolando argumentos como la degradación de la sociedad española y la perdida de valores cristianos.
En fin.
El programa fue cancelado.
La semana siguiente, hubo toros.
La discográfica, mientras, intentando sacar rédito, les mete rápidamente a grabar un single con la canción de marras.
Y las lanzan a la carretera a actuar en una gira apresurada donde a veces ni siquiera estaban abiertas las salas (discotecas) donde eran anunciadas.
Esa notoriedad desbordó a las muchachas por sus consecuencias.
El incipiente rock radical vasco las vieron como unas advenedizas.
Y desde el otro lado muchos reaccionarios acudían a sus conciertos solo con la intención de sabotearlos.
Un ejemplo de todo esto es que cuando actuaron en una conocidísima sala de Madrid recibieron una paliza del mismo cuerpo de seguridad de la sala por una canción en la que hablaban (mal) de la policía.
Cuando fueron a denunciar la paliza los de seguridad estaban en comisaría.
La cosa llegó hasta los tribunales y Carlos Tena, Mamen (la cantante) y Loles (autora de la letra) tuvieron que defenderse por una demanda por escándalo público.
Afortunadamente, tres años después aquello quedó en nada.
Pero el daño ya estaba hecho.
A sólo unas semanas de entrar a grabar el que hubiera sido su primer disco las vulpes se separan.
Retiradas del foco público cada una siguió con su vida.
En 1993 Lupe Vázquez murió en Ibiza. Diez años después, su hermana Loles vuelve a juntar a la banda en su honor.
Y en 2005 aquel disco que nunca fue grabado en su momento por culpa del ataque furibundo y censor que sufrieron cuatro chicas de Bilbao vio al fin la luz.
El álbum,mucho menos radical de lo que hubiera sido en el 83, se llamaba 'Me gusta ser'.
Y esta es la historia de cómo los sueños de cuatro muchachas que quería hacer punk e idolatraban a Iggy Pop se vieron truncados.
Por culpa de lo de siempre.
De personas que ponen su concepto de moral por encima de la libertad de expresión y de aquello que no entienden.
Y los tiempos no han cambiado tanto, por desgracia.
Soy de los que opinan que el arte tiene que ser transgresor. Solo así se amplían los límites.
Y que te guste o no lo que dice un artista, un humorista o un escritor, el verdadero logro de una sociedad es que pueda decirlo.
Y esto se aplica tanto a los que se ofenden con lo que no quieren o pueden comprender cómo para los que revisitan el pasado con la mirada del presente.
Y por supuesto, para los nostálgicos inmovilistas. Los que piensan que cualquier arte pasado fue mejor.
En el rock hay muchos.
La edad no perdona; que tú no entiendas algo no quiere decir que tu juicio sea infalible.
Siempre lo he defendido: no puedes juzgar con desdén lo actual y colocar en pedestales a músicos que precisamente son lo que son porque hicieron algo nuevo.
Y fueron criticados por ello.
Espero que os haya gustado esta historia que repasa uno de los momentos históricos de la televisión española.
Si ha sido así, puedes darle al corazoncito y retuitearlo.
Podría haber sido solo un cantante más, pero tenía cerebro de matemático y corazón de poeta.
Y así fue que su alma viajera le llevó a buscar los ritmos que laten ocultos en las musicas populares.
Hoy, para cerrar la cuarta temporada de #LaHistorietaMusical, Franco Battiato.
Esta es una idea que he desarrollado más de una vez, pero me gusta volver a ella.
La historia de la música es la historia de un viaje.
Un viaje que comenzó junto al calor del fuego, bajo unas estrellas hoy desconocidas, en una noche muy, muy lejana.
Y es un viaje increíble.
Y es normal que la música sea un viaje, porque la música es movimiento.
El movimiento de unas ondas invisibles que surcan el espacio desde la fuente del sonido hasta nuestros oídos, para regalarnos la matemática del universo hecha vida.
En una década de tribus enfrentadas solo hubo algo que puso de acuerdo a siniestros, góticos, nuevos románticos, adalides del sintetizador y hasta defensores del punk más sucio y furioso.
Y era que no había nadie como ella.
Hoy, en #LaHistorietaMusical, la gran Siouxsie Sioux.
A finales de los 70, como vimos cuando el hilo del CBGB, nuevos vientos soplaron para la música, limpiando un ambiente que se había viciado un poco.
Y es que todo se había vuelto complicado, grande, barroco y exagerado.
Había que retornar a los orígenes.
Y eso fue el punk.
Aquel nuevo sonido mostró características diferentes según su origen.
Más hedonista el de Nueva York, en Inglaterra fueron desde el principio más reivindicativos.
Y su sucesor inmediato, aquello que se llamó New Wave, demostró en UK carácter más siniestro.
Fue uno de los principales creadores del sonido de una de las bandas más míticas de la historia.
Y eso que le acabaron echando del grupo.
Y su desgraciado final ayudó a crear una de las leyendas urbanas más conocidas del rock.
Hoy, en #LaHistorietaMusical, Brian Jones.
Si sueles leer mis hilos, habrás notado que yo soy más de los segundones que de las estrellas.
Entre Dylan y Donovan, yo me quedo con Donovan. Le hice un hilo a Art Garfunkel y me da pereza hacerlo de Simon.
Soy de Vasallo más que de Erentxun. Y de Quimi antes que de Manolo.
Y dicho esto, si tenemos que hablar de un grupo mítico que ha tenido entre sus filas a varios grandes músicos que han estado a la sombra de ese núcleo básico que formaron Charlie Watts, Keith Richards y Mick Jagger, tenemos que hacerlo de ellos.